Conversación pendiente
Rajoy y Puigdemont protagonizan su primer saludo institucional, meramente protocolario, y no intercambian ningún comentario político
Mariano Rajoy y Carles Puigdemont protagonizaron ayer su primer saludo institucional, puramente protocolario, pero políticamente continúan tan lejos como el primer día. Fue en el acto de homenaje a las víctimas del accidente de Germanwings, celebrado, con motivo del primer aniversario de la tragedia, en el aeropuerto de Barcelona. El presidente de la Generalitat recibió al presidente del Gobierno español en funciones en una sala del aeropuerto, después se sentaron juntos en el punto donde tuvo lugar la ceremonia –frente al mural de Joan Miró–, y al final le acompañó hasta el coche.
Durante todo este tiempo, y en presencia de otras autoridades como la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, o la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se saludaron con “cordialidad” y hablaron con “normalidad” –según calificativos de los allegados a uno y otro– sobre las peticiones de los familiares de las víctimas de Germanwings. Pero nada más. Ni un solo comentario político, ni una sola expresión que diera a entender la voluntad de reunirse más adelante, más allá de la mera cortesía del “ya nos veremos” de toda despedida. Únicamente Mariano Rajoy habría puntualizado a Oriol Junqueras que compartía los criterios técnicos sobre la financiación de Catalunya que expuso en su entrevista con el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.
El resultado fue que el presidente del Gobierno español colgó la foto del apre- tón de manos con Carles Puigdemont en su cuenta de Twitter, que acompañó de un texto exclusivamente descriptivo –“En Barcelona. Saludo al president de la Generalitat antes del homenaje a las víctimas del accidente de Germanwings”–, y que el presidente de la Generalitat hizo lo propio, en su caso en la cuenta de Instagram. Es decir, la conversación que los dos mandatarios aseguran que quieren mantener continúa pendiente, y después del primer contacto de ayer no parece que tenga visos de convertirse en realidad.
La realidad es que la relación entre los dos gobiernos es cada vez más distante, y el desencuentro habido en los últimos días a raíz del accidente de autocar de Freginals la ha deteriorado aún más. El Govern lamentaba el martes que el presidente español no hubiera llamado a su homólogo catalán para mostrarle las condolencias, y ayer trascendió, de fuentes del propio gabinete catalán, que el Gobierno central intentó impedir que Carles Puigdemont acompañara al primer ministro italiano, Matteo Renzi, en la visita que improvisó el lunes para acompañar a los familiares de las víctimas. El presidente de la Generalitat conoció la visita del primer ministro por fuentes diplomáticas italianas y decidió ir a recibirle al aeropuerto de Reus, en donde coincidió con la delegada del Gobierno en Catalunya, Llanos de Luna. A la llegada, Renzi habló por teléfono con Rajoy y después fue acompañado hasta Tortosa. Una vez en la capital del Baix Ebre, la delegada comunicó, según el relato del Govern, que había recibido órdenes de la Moncloa de retirar la comitiva a Matteo Renzi, y se ausentó. Carles Puigdemont desoyó el mensaje y continuó acompañando al primer ministro italiano hasta despedirle otra vez en el aeropuerto de Reus. Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Catalunya, en cambio, Llanos de Luna dejó la comitiva simplemente porque desde el gobierno italiano se había comunicado que se trataba de una visita privada.
En el protocolario encuentro de ayer entre el presidente de la Generalitat y Mariano Rajoy, el accidente de Freginals, y el distanciamiento político que de él se ha derivado, tampoco estuvo presente.
La Generalitat cree que el Gobierno español intentó impedir que Puigdemont acompañara a Renzi