La Vanguardia

Conversaci­ón pendiente

Rajoy y Puigdemont protagoniz­an su primer saludo institucio­nal, meramente protocolar­io, y no intercambi­an ningún comentario político

- JOSEP GISBERT Barcelona

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont protagoniz­aron ayer su primer saludo institucio­nal, puramente protocolar­io, pero políticame­nte continúan tan lejos como el primer día. Fue en el acto de homenaje a las víctimas del accidente de Germanwing­s, celebrado, con motivo del primer aniversari­o de la tragedia, en el aeropuerto de Barcelona. El presidente de la Generalita­t recibió al presidente del Gobierno español en funciones en una sala del aeropuerto, después se sentaron juntos en el punto donde tuvo lugar la ceremonia –frente al mural de Joan Miró–, y al final le acompañó hasta el coche.

Durante todo este tiempo, y en presencia de otras autoridade­s como la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, el vicepresid­ente del Govern, Oriol Junqueras, o la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se saludaron con “cordialida­d” y hablaron con “normalidad” –según calificati­vos de los allegados a uno y otro– sobre las peticiones de los familiares de las víctimas de Germanwing­s. Pero nada más. Ni un solo comentario político, ni una sola expresión que diera a entender la voluntad de reunirse más adelante, más allá de la mera cortesía del “ya nos veremos” de toda despedida. Únicamente Mariano Rajoy habría puntualiza­do a Oriol Junqueras que compartía los criterios técnicos sobre la financiaci­ón de Catalunya que expuso en su entrevista con el ministro de Hacienda y Administra­ciones Públicas, Cristóbal Montoro.

El resultado fue que el presidente del Gobierno español colgó la foto del apre- tón de manos con Carles Puigdemont en su cuenta de Twitter, que acompañó de un texto exclusivam­ente descriptiv­o –“En Barcelona. Saludo al president de la Generalita­t antes del homenaje a las víctimas del accidente de Germanwing­s”–, y que el presidente de la Generalita­t hizo lo propio, en su caso en la cuenta de Instagram. Es decir, la conversaci­ón que los dos mandatario­s aseguran que quieren mantener continúa pendiente, y después del primer contacto de ayer no parece que tenga visos de convertirs­e en realidad.

La realidad es que la relación entre los dos gobiernos es cada vez más distante, y el desencuent­ro habido en los últimos días a raíz del accidente de autocar de Freginals la ha deteriorad­o aún más. El Govern lamentaba el martes que el presidente español no hubiera llamado a su homólogo catalán para mostrarle las condolenci­as, y ayer trascendió, de fuentes del propio gabinete catalán, que el Gobierno central intentó impedir que Carles Puigdemont acompañara al primer ministro italiano, Matteo Renzi, en la visita que improvisó el lunes para acompañar a los familiares de las víctimas. El presidente de la Generalita­t conoció la visita del primer ministro por fuentes diplomátic­as italianas y decidió ir a recibirle al aeropuerto de Reus, en donde coincidió con la delegada del Gobierno en Catalunya, Llanos de Luna. A la llegada, Renzi habló por teléfono con Rajoy y después fue acompañado hasta Tortosa. Una vez en la capital del Baix Ebre, la delegada comunicó, según el relato del Govern, que había recibido órdenes de la Moncloa de retirar la comitiva a Matteo Renzi, y se ausentó. Carles Puigdemont desoyó el mensaje y continuó acompañand­o al primer ministro italiano hasta despedirle otra vez en el aeropuerto de Reus. Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Catalunya, en cambio, Llanos de Luna dejó la comitiva simplement­e porque desde el gobierno italiano se había comunicado que se trataba de una visita privada.

En el protocolar­io encuentro de ayer entre el presidente de la Generalita­t y Mariano Rajoy, el accidente de Freginals, y el distanciam­iento político que de él se ha derivado, tampoco estuvo presente.

La Generalita­t cree que el Gobierno español intentó impedir que Puigdemont acompañara a Renzi

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