Un alcalde estupefaciente
ROB FORD (1969-2016) Empresario y político canadiense, exalcalde de Toronto
Una Escandinavia norteamericana, una Nueva York con sanidad pública, escuelas gratuitas y pocas armas en la calle. Así veía el mundo a la ciudad de Toronto hasta que en noviembre del 2013 descubrió a su alcalde. Rob Ford aparecía en un vídeo fumando una pipa de crack y, cuando la policía confirmó su autenticidad, intentó excusarse públicamente tras más de seis meses de ocultación de la verdad.
“Sí, he fumado cocaína y crack. ¿Soy un adicto? No. ¿Lo he probado? Seguramente sí”, confesó ante una nube de periodistas. La misma semana en la que pidió perdón y achacó su conducta a uno de sus “estupores etílicos”, el Toronto Sun publicó otro vídeo en el que el alcalde de la mayor urbe de Canadá amenazaba a alguien de muerte. “Necesito diez jodidos minutos para asegurarme de que está muerto”, decía en un fragmento que no aclaraba a quién se refería. “Quiero matar a ese jodido tipo”.
Ford llegó a la alcaldía en el 2010 después de que su predecesor no se presentara a la reelección tras una huelga de basureros de 39 días. Su discurso populista y la especial atención que dedicó a los asuntos menores de la gente le permitió ganarse el voto de los principales barrios de la ciudad.
En uno de ellos, en Etobicoke, nació Ford, hijo de un empresario y político multimillonario que también basó su carrera en el populismo. Aunque de joven no tenía claro si iba a seguir los pasos de su padre, un decepcionante primer año en la universidad le alejó de los estu- dios. Entró entonces en la empresa familiar y empezó a forjar su trayectoria política de la mano de su hermano Doug, su “mejor amigo”.
Promesas de acabar con el derroche de dinero público, bajadas de impuestos y una imagen de tipo normal le auparon dentro del gobierno local. La fusión de las ciudades periféricas con el downtown de Toronto en 1998 explicaría también gran parte de su éxito. “Era tan querido que había una fiesta anual en Toronto llamada Ford Fest en la que sus seguidores, la Ford Nation (nación Ford), se juntaban para hacer una barbacoa, cantar canciones sobre él y conocerle en persona”, recuerda la periodista Hadley Freeman en The Guardian.
“Cuando en Canadá vemos a Donald Trump, en realidad sólo vemos a Rob Ford”, decía el escritor canadiense Matthew Hayes hace un tiempo. Bajo su gobierno no se concretaron muchas de sus promesas electorales y, sin el apoyo del consejo municipal, no pudo tirar adelante proyectos como la construcción de un casino en el centro de la ciudad. Ford renunció al chófer para recortar gasto público “innecesario” y más tarde reconoció sin tapujos que leía mientras conducía hacia el trabajo.
Más allá de su polémica dro- gadicción, el personal del Ayuntamiento denunció en varias ocasiones el alcoholismo de su jefe y los abusos recibidos por parte de algunas mujeres de su equipo. Preguntado en televisión por si habría pedido sexo oral a una trabajadora, comentó que estaba “felizmente casado” y que ya tenía “suficiente de eso en casa”.
A pesar de los escándalos y su paso por una clínica de desintoxicación, la aprobación de Ford siguió subiendo y en el 2014 anunció que se presentaría a la reelección. “Tenía una habilidad especial para conectar con las personas, con gente normal y corriente”, recordó Nick Kouvalis, su asesor de campaña, al The Globe and Mail. “Él estaba cómodo con ellos, levantando el teléfono para llamar a sus votantes y escuchar sus problemas”.
Dos meses antes de las elecciones, Ford anunció que tenía un tumor cancerígeno en el abdomen que le obligó a retirar su candidatura. Su hermano le sustituyó y perdió ante John Tory, pero él ganó el escaño de Etobicoke en el consejo municipal. “Voy a seguir luchando”, aseguró tras ver perder a su hermano, planeando ya un retorno al gobierno municipal en el 2018.
Ford falleció el martes 22 de marzo a los 46 años en Toronto tras 18 meses de lucha contra el cáncer. “La gente sabe que ahorré mucho dinero y también conoce mis problemas personales” explicó en una de sus últimas apariciones públicas. “Que me recuerden por lo que más les guste, pero lo que está claro es que se van a acordar de mí”.
Ford saltó a la fama mundial al difundirse un vídeo en el que fumaba una pipa de crack