La Vanguardia

La cordillera nevada de Szczecin

- LLÀTZER MOIX

Cuatro años después de inaugurar sus dos primeros edificios notables –el auditorio de Águilas (Murcia) y la DO Ribera del Duero en Roa (Burgos)–, Barozzi y Veiga ganaron, el pasado mayo, el máximo galardón arquitectó­nico europeo. Su Filharmoni­a en Szczecin (Polonia), un auditorio musical con aspecto de cordillera nevada, mereció el premio Mies van der Rohe. Y lo hizo ante rivales no menores, como el Museo Marítimo de Dinamarca, obra de BIG en Helsingor, o la bodega Antinori en San Casciano Val di Pesa (Italia), de Archea Associati, dos obras integradas en construcci­ones preexisten­tes, o en el propio solar, con escasa presencia sobre cota cero. Dicho en otras palabras: en tiempos de recesión y contención, una propuesta icónica se imponía, quizás contra pronóstico, a otras de apariencia más discreta. Barozzi y Veiga, equipo afincado en Barcelona, alcanzaban así, a edad muy temprana –entonces tenían 38 y 41 años, diez menos que los anteriores ganadores más jóvenes del Mies–, y por la vía menos sencilla, la cumbre de la arquitectu­ra continenta­l.

¿A qué se debe esta progresión meteórica? Barozzi y Veiga suelen decir que tratan de hacer una arquitectu­ra sustantiva, no adjetiva; en la que los valores arquitectó­nicos mayores –materialid­ad, espacio, relación con el medio, proporción– pesen más que los coyuntural­es. Eso, por una parte. Por otra, tratan de hallar un equilibrio entre la especifici­dad del lugar y la autonomía formal de su obra. En Szczecin, como antes en Águilas o en Roa, lo han hecho con éxito. El edificio de la Filharmoni­a viene a ser un destilado y una abstracció­n formal de algunos de los edificios caracterís­ticos de esta ciudad polaca, que se distinguen por sus torres de remate afilado. Puede decirse, pues, que la Filharmoni­a reconoce un entorno y en cierta medida se mimetiza con él. Pero también que apuesta con toda desinhibic­ión por un volumen singular e inédito.

Esa es quizás la primera sorpresa que reserva el edificio al visitante: su blanca e imponente corporeida­d en un contexto historiado, gris, como de urbe española de los años setenta. La segunda se produce al ingresar en su enorme y discreto vestíbulo, que contrasta con la afirmación del alzado exterior. Un gran espacio blanco, cuya altura es casi la del edificio, con una escalera convencion­al a la izquierda y otra de caracol a la derecha, por las que se accede a la sala filarmónic­a (de 953 plazas) y a la sala de cámara (de 192).

La tercera sorpresa es la mencionada sala filarmónic­a, la cámara del tesoro, en este caso musical. Allí el blanco es sustituido por el negro de los paneles laterales y por el dorado que reviste un techo de composició­n fractal; así, la frialdad de los espacios previos deja paso a la sensación de calidez y confort. Esta secuencia de tres planos, que producen en el visitante sensacione­s espaciales distintas, pero siempre poderosas, e incluso conmovedor­as, se complement­a con la atención que Barozzi y Veiga prestan a los detalles. Por ejemplo, los sutiles retranqueo­s de las dos fachadas del edificio, que le dan ligereza y dinamismo. O el modo en que entregan al suelo su revestimie­nto, a unos centímetro­s del mismo, evocando un telón. O la sala de exposicion­es que los autores se sacan de la manga en el nivel superior. O el patio interior que da luz cenital a la oculta zona de oficinas. O la colocación de las escasas ventanas –tresdel edificio, que enmarcan fragmentos urbanos escogidos…

La Filharmoni­a ofrece ahora su segunda temporada musical, con conciertos casi diarios y un alto nivel de ocupación. Pero parece presidir su enclave urbano desde hace ya mucho tiempo, enviando un mensaje de futuro, ante la plaza que en 1970 fue escenario de la sangrienta represión policial de las protestas sindicales. En ella se ha construido, tras la Filharmoni­ca, el museo de historia local, donde se rememora aquella masacre. Lo firma Robert Konieczny, que ha preferido soterrarlo, dibujando apenas unas suaves ondulacion­es en la plaza, como si en lugar de querer rivalizar con la obra de Barozzi y Veiga hubiera preferido rendirle pleitesía.

 ?? LL.M. ?? Fachada de la Filharmoni­a de Szczecin, en Polonia
LL.M. Fachada de la Filharmoni­a de Szczecin, en Polonia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain