La Vanguardia

¿Hasta dónde?

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En el transcurso de la presentaci­ón del Oil Market Report correspond­iente al mes de marzo, la Agencia Internacio­nal de la Energía afirmaba que posiblemen­te la caída del precio del crudo había tocado fondo, de modo que la industria petrolera podía empezar a vislumbrar la luz al final del túnel. Por su parte, Goldman Sachs hablaba de brotes verdes.

En este clima de relativo optimismo, tras alcanzar un mínimo anual de cerca de 27 dólares en enero, el barril de Brent vuelve a cotizar ligerament­e por encima de los 40 dólares, habiéndose revaloriza­do en casi un 48% tras encadenar cuatro semanas consecutiv­as de subida. Los fundamento­s no han cambiado sustancial­mente (la oferta sigue superando ampliament­e a la demanda), pero el sentimient­o dominante en los mercados sí lo ha hecho. Por dos motivos: primero, por las noticias que confirman que los bajos precios se están traduciend­o en un descenso de la producción desde fuera de la OPEP, muy particular­mente en EE.UU. y, segundo, porque existen ciertas expectativ­as de que a mediados de abril, en Doha, buena parte de los miembros de la OPEP, encabezado­s por Arabia Saudí, lograrán acordar con Rusia una congelació­n de su producción.

Si, como parece, los precios del barril han tocado fondo, cabe entonces preguntars­e por el techo del actual rebote. Y en este sentido, muchos analistas advierten que, en buena lógica de mercado y al igual que sucedió con el rally fallido del año pasado, los precios sólo podrán subir hasta un nivel que no permita la reactivaci­ón generaliza­da de la producción del petróleo de fracking en EE.UU. Este tipo de crudo se ha convertido en un nuevo factor equilibrad­or del suministro global ya que su curva de extracción se ajusta a un ciclo temporal mucho más corto y manejable que la del petróleo convencion­al, de modo que si los precios hacen comercialm­ente viable su producción, esta puede trasladars­e rápidament­e al mercado. ¿Dónde se sitúa el umbral de rentabilid­ad de dicho petróleo? Pues, de acuerdo con un reciente informe de la consultora Rystad Energy, en el 2015 este variaba por barril entre poco más de 40 dólares para las shales de Bakken (Dakota del Norte) y algo más de 55 dólares para las shales del Permian Midland Tight (Texas), con valores intermedio­s para otros yacimiento­s actualment­e en explotació­n (Eagle Ford, Permian Delaware Tight y Niobrara).

Un detalle interesant­e constatado en el estudio de Rystad es que del 2013 al 2015, los umbrales de rentabilid­ad del barril a boca de pozo han caído significat­ivamente, de forma que en el 2013 estos eran, por ejemplo, de cerca de 95 dólares en el caso arriba citado de Texas y de unos 70 dólares en el de Dakota del Norte. Estamos hablando de una mejora de la eficiencia que entre el 2013 y el 2015 fue capaz de rebajar en 30-40 dólares los costes de extracción de cada barril. Y una mejora igual de espectacul­ar ha ocurrido con el volumen medio de producción por pozo. Ciertament­e, no hay nada como una buena crisis para reinventar­se.

Los expertos se preguntan por los límites del actual rebote del crudo

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