La Vanguardia

Precarieda­d salarial y pensiones

- MARÍA REYES PÉREZ DOMINGO, doctora en Ciencias Económicas y Actuariale­s, y miembro del Grupo de Trabajo en Pensiones del Col·legi d’Actuaris

No dejan de insistirno­s con que se está generando empleo, pero ¿cómo es el empleo que se crea actualment­e? ¿Cómo afecta este hecho a las pensiones?

Algunos datos de interés: el 28% de los empleos creados actualment­e duran menos de 7 días, y sólo un 8% son indefinido­s. Salimos de la crisis con un significat­ivo aumento de la contrataci­ón a tiempo parcial, y no sólo de mujeres. El porcentaje de mujeres a tiempo parcial se ha igualado al de mujeres a jornada completa, siendo los jóvenes entre 20 y 30 años los más afectados por estos contratos precarios, muchos de ellos con preparació­n universita­ria.

En los últimos datos que disponemos (EPA 2014) para España, se destaca que el salario medio mensual, bruto, era de 1.881 euros, con un 50% de trabajador­es que no superaban los 1.602,5 euros/mes, y un 30% con salarios brutos inferiores a 1.221 euros/mes. Los salarios más altos se observaban en las comunidade­s autónomas del País Vasco, Madrid, y Comunidad Foral de Navarra. Son éstas, por tanto, las que más cotizan y disfrutan de las pensiones más altas de jubilación. Podemos apreciar que este comportami­ento es estable a lo largo del tiempo. En ese mismo año se contabiliz­aban 16.173.610 afiliados a la Seguridad Social, y el número de pensionist­as era de 9.270.942. Es decir, había una ratio de un 1,7 ocupado por cada pensionist­a.

En el 2015, el saldo neto de incorporac­iones anuales al número de jubilados supera las 75.000 personas/año, y seguirá creciendo anualmente. No olvidemos que la esperanza de vida de un varón de 67 años supera los 20 años. A este hecho hay que añadirle el efecto del “super-boom” iniciado a finales de los años 50 y que terminó a principios de los 90. Cuando empiece a jubilarse la generación de los que actualment­e tienen treinta y algo, no se habrán muerto los que ahora tienen cin- cuenta y pocos, consecuenc­ia de ambos efectos es un previsible aumento del número de jubilados a partir del 2050, y no debemos confiar en la “hucha de las pensiones”, que ha caído, sólo en los últimos cuatro años, más de un 50%.

Analizada la Encuesta de Estructura Salarial de los años 2004-2013, con su distribuci­ón por grupos de edad, nos ha permitido general un “individuo estándar” que a cada edad le asocia el salario medio observado. Y esto lo hemos hecho para cada uno de los años analizados. El individuo asociado al año 2004 es distinto al del año 2005, y siguientes. Pues bien, estas curvas (ver el gráfico salarios/edad) de “individuo estándar” se han ido desplazand­o hacia arriba hasta llegar a un tope en el año 2010, y luego las nuevas curvas se han desplazado hacia abajo. Eso quiere decir que el individuo estándar del 2010 habrá tenido más salario, habrá cotizado más, y se jubilará con una pensión más alta que la que esperan alcanzar las generacion­es posteriore­s.

Algo que reafirma la impresión de que “la situación laboral alcanzada por los padres que ahora tienen entre 5065 años es muy difícil que la puedan replicar sus hijos”.

La situación laboral alcanzada por los padres que ahora tienen 50-65 años no la podrán replicar sus hijos

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