El restaurante que ve pasar BARCELONA
El Núria celebra 90 años y sigue siendo un espectador privilegiado de los cambios que vive la ciudad
Inspirado en los mejores locales de París, el sábado 6 de febrero de 1926 abrió sus puertas el restaurante Núria, como se explica en una carta escrita por Carme Mauri, hija de uno de los tres fundadores del establecimiento -Francisco Mauri, Josep Rius y Joan Falcó–, y recientemente fallecida, donde narra los orígenes del emblemático restaurante situado en la Rambla, a la altura de la fuente de Canaletes.
Cuatro años más tarde, en 1930, dos emprendedores –Marcel·lí Cortadellas y Josep Vila–, se pu- sieron al frente del negocio. En la década de los sesenta, la segunda generación, integrada por Josep Cortadellas y Ramon Vila, se encargó de ampliar la oferta siguiendo la misma filosofía, y ya en el siglo XXI, la tercera –representada por Montse Vila y Marcel Cortadellas– ha consolidado este establecimiento “clásico, pero con futuro”. Clásico, porque siempre ha tenido las puertas abiertas a las diferentes generaciones de barceloneses, y con futuro, porque los actuales propietarios son conscientes de sus orígenes y emplazamiento. “Siempre hemos querido mante- ner la esencia del Núria, somos de aquí y para la gente de aquí, pero adaptándonos al día a día, a la realidad de la Rambla, una ubicación que tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes”, explica Marcel Cortadellas.
ESPECTADOR PRIVILEGIADO
Gracias a su estratégico emplazamiento, a lo largo de noventa años el Núria ha sido un espectador privilegiado de los grandes acontecimientos sociales, culturales, políticos y urbanísticos que se han ido sucediendo en la ciudad. El Núria ha formado parte del paisaje de la ciudad. Uno de los momentos significativos se produjo durante la guerra civil, “cuando unos milicianos quisieron cerrar el local, que estaba abierto las 24 horas, pero nadie encontraba la llave y no lograron su objetivo hasta que no llegó un cerrajero”, explica Cortadellas, quien añade: “Desde el restaurante también se han vivido las multitudinarias manifestaciones pro democráticas de los setenta, el televisado atraco al Banco Central el 1981, el incendio que arrasó el Liceo en 1994 y las celebraciones del mejor Barça de la historia”. No obstante, uno de los momentos más difíciles se produjo en 1985, cuando un incendio provocado por un cortocircuito podía haber acabado con la trayectoria del establecimiento, “pero el propio alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, nos dijo que todo se solucionaría, y así fue”, puntualiza uno de los propietarios del establecimiento.
OFERTA VARIADA
En el Núria, la oferta gastronómica era –y es– absolutamente variada, con especialidades como el mítico biscuit Nuri, y especialmente en la década de los sesenta contaba con una amplia gama de piezas de caza. “Algunos cazadores poco afortunados solían pasar por el Núria a comprar piezas aún por desplumar y así mantener su honor”, explica Cortadellas. Más adelante fue la época de los bocadillos, “y triunfaron el bocadillo de jamón y el de calamares”.
El mundo de la farándula también se dejaba caer por el Núria. Personalidades como Antonio Machín, Antonio Molina, Mary Santpere, Sara Montiel, Pepe Rubianes… han pasado por el restaurante y en 1988, la Associació d’Amics de la Rambla lo nombró Ramblista de Honor.
NUEVE MURALES CON HISTORIA
En 2014, los propietarios del Núria decidieron renovar el establecimiento sin perder la esencia, y encargaron a diferentes artistas –Toni Batllori, Laura Carreira, Nazario Luque, Mercè Iglesias, Òscar Nebreda o Miquel Ferreres, entre otros–, nueve piezas murales que plasmaran las nueve décadas del restaurante. “Éstas ahora están colgadas en las paredes del Núria y permiten ver la evolución del establecimiento y de la ciudad”, concluye Cortadellas.
MOMENTO DIFÍCIL En 1985, un incendio arrasó el local, pero el alcalde Maragall les aseguró la continuidad