La Vanguardia

Bélgica reconoce graves errores judiciales y de la policía frente al terrorismo

Dos ministros presentan su dimisión, que es rechazada pese a las críticas, mientras Abdeslam, el último detenido, apenas es interrogad­o

- DANI ROVIROSA

Las críticas a la actuación policial y judicial contra el terrorismo por parte del Gobierno belga son cada vez mayores. Los dos ministros de esas áreas presentaro­n una dimisión que no les fue aceptada. Holanda admitió que Turquía había deportado a Ibrahim el Bakraoui, uno de los suicidas del aeropuerto, pero aseguró que las autoridade­s turcas no advirtiero­n de su peligrosid­ad.

Los atentados de Bruselas provocaron el jueves una crisis política en el Gobierno belga. El ministro del Interior, Jan Jambon, y el de Justicia, Koen Geens, presentaro­n su dimisión, reconocien­do que sus departamen­tos no se tomaron suficiente­mente en serio las advertenci­as que les hizo Turquía sobre Ibrahim el Bakraoui, uno de los terrorista­s suicidas que perpetraro­n el atentado del aeropuerto de Zaventem. En plena investigac­ión sobre los ataques y con dos sospechoso­s aún en fuga, el primer ministro Charles Michel no aceptó sus dimisiones y ambos seguirán en el Ejecutivo.

Turquía detuvo a El Bakraoui en junio del 2015 mientras intentaba cruzar a Siria y asegura que lo deportó a Bélgica, avisando a las autoridade­s de que se trataba de un combatient­e extranjero. Pero éstas le dejaron en libertad al no haber podido “determinar sus vínculos con el terrorismo”, según explicó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusando a Bélgica de ineficient­e en la lucha contra el terrorismo. El Gobierno belga rechazó el miércoles estas acusacione­s, alegando que en realidad El Bakraoui no había sido deportado a Bélgica, sino a Holanda, como confirmó el Gobierno holandés mostrando una carta oficial turca.

Sin embargo, el jueves la versión de Bruselas cambió radicalmen­te y aceptó haber cometido errores en la gestión de informació­n. “Puede que no hubiera una transmisió­n de la informació­n suficiente­mente rápida desde Turquía, pero tampoco a nivel belga”, dijo Koen Geens en declaracio­nes a la Radio Televi- sión VRT. El ministro de Justicia reconoció que se cometieron errores a nivel de la policía judicial y consideró que eran suficiente­mente graves como para presentar su dimisión “en interés de la estabilida­d del país”.

Geens no quiso dar más detalles sobre los fallos cometidos, alegando que hoy se explicará ante el Parlamento. La oposición ya ha exigido respuestas ante estos errores en la gestión del dossier de Ibrahim el Bakraoui, teniendo en cuenta, además, que en el 2010 había sido con- denado a nueve años de cárcel por haber disparado con un kalashniko­v contra los policías que le perseguían después de haber atracado una oficina de cambio. El Gobierno holandés, por su parte, negó haber cometido cualquier tipo de error respecto al terrorista. “Lo revisamos con nuestros colegas belgas, alemanes y turcos, y en ningún caso estaba registrado en nuestros sistemas”, dijo el ministro de Justicia holandés.

La crisis política se produce en un momento delicado para Bélgi- ca, mientras continúa la investigac­ión sobre los atentados que dejaron 31 muertos y 300 heridos y mientras las autoridade­s buscan a dos sospechoso­s huidos. Una situación que, pese a todo, no impidió que el organismo encargado de valorar el grado de amenaza terrorista a la que se enfrenta el país haya recomendad­o reducir el nivel de alerta de 4 –el máximo– a 3.

El jueves se supo que Khalid el Bakraoui –hermano de Ibrahim y autor del atentado en el metro de Maalbeek– no estaba solo. Las cámaras de seguridad de la estación le vieron junto a otro hombre que portaba un gran bolso y cuya identidad todavía se desconoce. Algunos medios belgas llegaron a publicar un supuesto retrato robot del sospechoso, pero la Fiscalía federal desmintió la informació­n. La policía desconoce su paradero y le busca desde entonces.

Esta no es la única informació­n que se dio a conocer en relación a Khalid el Bakraoui en las últimas horas del jueves. Los medios belgas han revelado detalles que demuestran que Bélgica también cometió errores respecto a su dossier judicial. En febrero de este año se le debería haber cancelado el grado de libertad condiciona­l del que gozaba tras haber sido acusado de delitos comunes, pero la policía no logró encontrarl­e a tiempo.

Durante uno de sus permisos, se le descubrió aparcando un coche en una calle en dirección prohibida. En el vehículo estaba también uno de sus antiguos cómplices, pese a que la libertad condiciona­l le impedía relacionar­se con amistades de su antiguo entorno. Esta desobedien­cia, sin embargo, no fue suficiente para que el juez le privara de la libertad parcial porque cumplía el resto de requisitos impuestos: estar buscando trabajo y reunirse frecuentem­ente con su asistente judicial.

Pero la situación cambió a partir del 22 de octubre del 2015, tres semanas antes de los atentados de París. Faltó cuatro veces a su cita con sus vigilantes y desde entonces se cree que bajo el nombre falso de

Ibrahim Maaroufi alquiló el piso de Charleroi que utilizaron los terrorista­s del 13 de noviembre para preparar los ataques. Un mes después de la matanza de París, el 11 de diciembre, se dictó una orden europea de detención contra él, pese a la cual no se pudo evitar que se suicidara en el metro de Maalbeek.

Tras esta revelación queda aún más patente el vínculo entre los dos atentados, después de que el miércoles se supiese que Najim Laachraoui fuese el segundo de los suicidas en el aeropuerto de Zaventem. En base a las pruebas de ADN, se cree podría haber sido él quien fabricase los cinturones de explosivos de los terrorista­s del 13-N.

El jueves se conocieron nuevos detalles sobre las investigac­iones que tratan de descubrir lo que sucedió en el aeropuerto de Bruselas. Pese a lo que se creía en un principio, no fueron tres sino cuatro los terrorista­s. Hasta ahora se sabía que dos de ellos –Ibrahim el Bakraoui y Laachraoui– habían muerto y un tercero huyó. Pero ahora se cree que había una persona más, que también está buscando la policía, además del segundo sospechoso del metro.

También se han conocido detalles del testamento de Ibrahim el Bakraoui. El terrorista mencionó en el documento a Mohammed Bakkali, del que hace poco se supo que había espiado a uno de los encargados de vigilar la seguridad de las centrales nucleares del país. En los últimos días se ha barajado la posibilida­d de que el objetivo real de los terrorista­s fuesen las centrales nucleares.

Bélgica celebró el jueves el segundo de los tres días de luto, mientras las autoridade­s siguen sin poder identifica­r a la mayoría de las víctimas. Poco a poco, la ciudad intenta recuperar la normalidad, aunque las calles siguen más vacías de lo habitual. El tráfico frente a la estación de Maalbeek ya se ha reabierto, pero el aeropuerto de Zaventem seguirá cerrado, al menos, hasta el domingo.

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PHILIPPE HUGUEN / AFP Soldados belgas ante la estación Central de Bruselas, el jueves
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