Portugal se españoliza
La crisis del sistema financiero alimenta el temor a una dependencia excesiva
El potente desembarco de capitales españoles en la banca portuguesa ha dado pie a un intenso debate sobre la necesidad de frenar la españolización de las finanzas lusas, una situación que muchas personalidades ven como un problema para la economía del país vecino.
Para Portugal resulta positivo que los bancos españoles tengan una presencia significativa en su sistema financiero, pero sería poco aceptable que alcanzasen una posición dominante. Esta es la postura que el nuevo presidente del país vecino, Marcelo Rebelo de Sousa, expresó en Madrid el pasado 17 de marzo. Las palabras de Marcelo, como conocen los portugueses al nuevo jefe del Estado, supusieron el detonante de la apertura de un apasionado debate político y mediático sobre la “españolización” de la banca, tras la compra del Banif por el Santander, la previsión de que CaixaBank gane el pulso para reforzar su posición en el BPI y, sobre todo, el temor de que el control del Novo Banco acabe del otro lado de la frontera tras el proceso de privatización.
La cuestión española siempre resulta compleja en Portugal, no sólo porque remite a la dominación por un vecino mucho más grande que ya lo tuvo subyugado en el pasado, sino también por la profundidad de las interrelaciones entre los dos estados ibéricos. Fue lo que ocurrió con la identidad de la principal personalidad a la que se situaba al frente del manifiesto en contra de la españolización de la banca portuguesa del que los medios portugueses comenzaron a hablar a partir del pasado fin de se- mana. Era Alexandre Patricio Gouveia, directivo del grupo El Corte Inglés en Portugal, una contradicción que el Jornal I destacaba el martes en su portada, realzándola con un irónico color rojigualda. Finalmente Gouveia aclaró que ni firmará la proclama ni será uno de sus promotores.
Los manifiestos en defensa de cuestiones estratégicas de la economía portuguesa son bastantes frecuentes y hubo alguno, como el de la renegociación de la deuda, que alcanzó una gran transversalidad y la adhesión de muy destacadas figuras académicas, políticas y mediáticas. El de la banca no parece suscitar tanto respaldo, pero tiene la relevancia de conectar con las tesis del pre- sidente de la República, que construyó su popularidad como el principal comentarista político en la televisión lusa.
Así, en pleno bajón de la actividad por el inicio de la Semana Santa, se abrió un intenso debate en los medios de comunicación que, a juicio de Jorge Tomé, exdirectivo de Banif, resulta demasiado “genérico”, porque, entre otros motivos, no se distingue entre las “varias Españas” que existen en la realidad. En declaraciones a la emisora de radio TSF, Tomé incidió en que no sería lo mismo que el centro de decisión esté en Madrid que en Catalunya.
Sin embargo, esa distinción no resulta nada frecuente, pues lo habitual en Portugal es que se hable de la banca española como un todo, mientras se señala que para el futuro de la economía lusa supondría un serio problema depender de una entidad financiera que se hiciese con el dominio del mercado interno mientras mantiene su centro de decisión en un país como España, que es el principal socio comercial nacional. No obstante, hay otra corriente que pone más el foco en la debilidad estructural del sistema financiero, tras la crisis que llevó al rescate internacional, y en la inevitabilidad de
Santander y CaixaBank aumentan su presencia y la privatización de Novo Banco será otro test para las finanzas
las tendencias de la globalización y de la integración europea.
El primer ministro, el socialista António Costa, terció en el debate para afirmar que la banca portuguesa necesita inversores extranjeros y para rechazar cualquier discriminación por razón de la nacionalidad. En cambio, el líder comunista, Jerónimo de Sousa, socio parlamentario de Costa, defiende la nacionalización de la banca. De fondo subyacen los movimientos del primer ministro que, según la prensa lusa, podría estar tejiendo una estrategia con la empresaria Isabel dos Santos, la hija del presidente de Angola, para que después de su anunciada salida del BPI, ayude a consolidar el otro principal banco privado, el BCP, quizá con vistas a sumarlo a la puja por el Novo Banco, la entidad que se hizo con los activos sanos del Espírito Santo tras su intervención. La aplazada privatización del Novo Banco, prevista para como muy tarde el año próximo, aparece como la batalla central que decidirá la recomposición del sistema financiero portugués.