La caída de Palmira
El apoyo de la aviación rusa, clave en un avance que refuerza al régimen
Un año después de que Palmira fuese conquistada por el EI, lo que dio paso a una orgía de destrucción de sus restos romanos, la ciudad está a punto de volver a manos del régimen de Bashar el Asad.
Con el apoyo de la aviación rusa, el ejército sirio, avanzando lentamente en un terreno sembrado de minas, entró el jueves en la milenaria ciudad de Palmira, la Perla del Desierto, conquistada por las hordas del autodenominado Estado Islámico la pasada primavera. Este avance ha permitido progresar hacia una región desértica fronteriza con Iraq, en poder de los yihadistas, y cortar una de sus vías de suministros. Los milicianos ordenaron la evacuación de las alrededor de 150.000 civiles que habitaban en aquella mítica población declarada patrimonio de la humanidad. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos dijo que el ejército había avanzado hacia el distrito hotelero, en el sudoeste de la ciudad.
La inminente toma de Palmira no sólo es un avance estratégico que refuerza al Gobierno de Damasco sino que anticipa una victoria simbólica. Después de la liberación el año pasado del Crac de los Caballeros, el famoso castillo de los cruzados cerca de Homs, y de la localidad de Maalula, con su histórica población de habla aramea y de sus iglesias construidas en el abrupto paisaje, los soldados sirios han recuperado lugares de gran valor para la historia de Siria y de sus pueblos de diversas religiones y culturas.
Desde hacía tiempo se preparaba la ofensiva sobre Palmira, Tadmor en árabe. La ayuda rusa ha sido decisiva para dar nuevo vigor a las tropas sirias, que sufrían la extenuación de sus soldados. El verano pasado el rais Bashar el Asad tuvo que confesar el repliegue de sus unidades militares en algunas regiones de interés secundario, debido a la falta de suficientes soldados.
El acuerdo ruso-estadounidense del 27 de febrero, en vigor, no se aplica a las zonas en manos de las organizaciones terroristas, el Estado Islámico o el Frente Al Nusra, excluidas también de la conferencia de Ginebra, desfallecida de he- cho, después de que los delegados oficiales anunciasen que no volverían a participar en las sesiones hasta después de las elecciones legislativas del mes de abril.
La conquista de Palmira el año pasado permitió a los yihadistas continuar su barbarie iniciada en Nínive, en Iraq, destruyendo sus monumentos por considerarlos “obra de la yahiliya” o era de la ignorancia, como llaman a la época anterior al advenimiento del islam.
El director general del Departamento de Antigüedades, Maamun Abdelkarim, cuyo principal museo de Damasco fue cerrado el año pasado y vaciado de obras de arte, puestas a buen recaudo, ha declarado que los monumentos de Palmira, como los templos de Bel y de Baalshamin, las torres funerarias y el Arco de Triunfo, serían reconstruidos con ayuda de la Unesco. “La liberación de Palmira –ha dicho Abdelkarim– formará parte de la historia o por lo menos de la historia de Oriente Medio, porque ha servido para salvar una civilización amenazada de desaparición”.
El verano pasado El Asad tuvo que confesar que se había replegado en algunas regiones por falta de soldados