“¡Bienvenidos a Beirut!”
Bélgica extrema los controles policiales en los accesos a los aeropuertos
No es una escena a la que en Europa estemos acostumbrados. Tanques del ejército en la carretera. Soldados armados con metralletas y pistolas. Policías por todas partes. Control uno a uno de los vehículos... Los agentes rodean el autobús. “No se asusten. En unos instantes, tras controlar el maletero, vamos a subir un perro policía para inspeccionar la cabina, ¿de acuerdo?”, explica una policía a sus estupefactos pasajeros al llegar al aeropuerto de Charleroi (Bélgica). Mientras un soldado echa un primer vistazo, se hace el silencio. Un pasajero que no deja de hacer fotos exclama “Welcome to Beirut!”. Nadie se ríe.
¿Bienvenidos a Beirut? ¿Ahí hemos llegado, a eso nos dirigimos, a un escenario hipersecurizado tipo Israel? ¿Debemos acostumbrarnos a controles rutinarios de identidad en las calles, en carretera...? ¿A controles aleatorios por explosivos a una niña de cuatro años? El chófer del autobús se toma la revancha con los pasajeros que protestaron por no poder subir sus bolsos de mano. “Por eso se lo decía, si no, podemos pasar aquí mucho rato”, explica. La señora que tanto se quejó calla. El perro aparece de repente en la cabina y salta como una flecha hasta el fondo del vehículo antes de repasar varias veces el pasillo con dos soldados.
Los niños te miran. Sonríes, le quitas hierro a la escena. “Es por lo que nos han contado en la escuela. Los de París han puesto bombas en el aeropuerto de Bruselas”, explica con serenidad Óscar, de nueve años. El joven al que la citada señora había delatado por haber colado un bolso tiene que abrirlo ante los agentes. “Mamá, mira, tiene una pistola”, señala Julia, de cuatro años, haciendo como que la dispara…“Pum pum…”. A ella sí le ríen la gracia.
“¿Por cuánto tiempo van a mantener esto?”, se pregunta en inglés una estudiante Erasmus. Seguramente no mucho, para bien y para mal, pero ese es el debate al que se enfrenta Europa. Las reacciones políticas apuntan a un cambio en el equilibrio entre libertades personales y seguridad, a más restricciones, concesiones en el terreno de la privacidad, mayor presencia policial y militar en las calles… Y, si por Francia fuera, más intervencionis- mo en la política exterior. La coincidencia de la amenaza terrorista con la crisis de refugiados ha disparado la tentación de cerrar fronteras y levantar barreras, pero casi todos los terroristas de los atentados de París y Bruselas tenían pasaporte europeo… Y, si se instalan controles permanentes a la puerta de los aeropuertos, como pide su personal y ayer había en Charleroi, ¿no se convertirá la cola que se forma fuera en el blanco perfecto para un atentado suicida? Así no podemos ganar. Ni en Bruselas Sur (como Ryanair llama a Charleroi) ni en Beirut.
Policías armados inspeccionan con perros detectores de explosivos todos los equipajes