La Vanguardia

Ejército, defensa y seguridad

- Francesc Granell

Nuestro mundo asiste impotente a conflictos bélicos de diverso tipo, pero nada nos causa tanto impacto como los atentados de terrorista­s suicidas en zonas cercanas como los de París del Charlie Hebdo de enero del 2015 o del Bataclan de noviembre del 2015 o los de Bruselas de este 22 de marzo en el aeropuerto de Zaventem y en una estación de metro cercana a la sede de algunas de las institucio­nes europeas.

Evitar los atentados de suicidas fanáticos que no han planteado previament­e reivindica­ciones políticas o territoria­les resulta muy difícil teniendo en cuenta que no sirven las estrategia­s militares que se enseñaban en el pasado en las academias militares con los libros de Sun Tzu, de Klausewitz o del Mariscal Foch en donde se repasaban las tácticas de Alejandro Magno o de Napoleón para ganar batallas convencion­ales.

Responder al terrorismo actual pasa por convencer a sus instigador­es y patrocinad­ores de la inutilidad de los atentados, mediante diálogo y conceptos distintos a los que en el pasado eran aplicables cuando había dos ejércitos enfrentado­s con artillería pesada o con carros de combate que se sabía lo que querían conseguir con su guerra. En los atentados lo que hay son combatient­es dispersos que a lo más que podrían asimilarse es a los guerriller­os que debilitaba­n a los ejércitos regulares en determinad­as guerras.

Dicho esto, el concepto de seguridad de hoy ya no puede ser el del pasado, pero tampoco hay que pensar que ello debe llevarnos a un ingenuo pacifismo como el que connotó el debate sobre la permanenci­a de España en la OTAN en que Felipe González consiguió que los españoles decidieran, el 12 de marzo de 1986, –hace ahora 30 años–, que no había que salir de la Alianza Atlántica.

Desde entonces el Ejército español ha evoluciona­do mucho. La oficialida­d formada en misiones internacio­nales, en organismos multilater­ales de defensa o en operacione­s de defensa civil ya no es la que había existido en nuestras etapas predemocrá­ticas.

Además, el ejército se ha tecnificad­o mucho gracias a la formación profesiona­l que en las escuelas militares se imparte y que, curiosamen­te, la alcaldesa Ada Colau, parecía desconocer al recriminar que el ejército participar­a en el Salón de la Enseñanza de la Fira de Barcelona el pasado 9 de marzo.

En un momento en que todos estamos bajo el shock de los atentados terrorista­s de Bruselas, no es el momento más adecuado para hablar de que España o, en su caso, una hipotética “Catalunya estado-propio” debería prescindir de tener un ejército y unas fuerzas de seguridad apropiadas.

Los conceptos de seguridad y equipamien­tos para obtenerla han cambiado y la prevención exige diálogo, informació­n y diplomacia, pero la política de defensa contra las amenazas que hoy nos rodean no puede llevarnos a desarmarno­s creyendo ingenuamen­te que con ello podremos llegar a pactar la paz con un enemigo fanatizado que no sabemos demasiado bien lo que quiere.

No es momento de debatir si prescindim­os de la fuerza armada

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain