París dedica una gran exposición a las Barbie
Si usted cree que Barbie es un juguete, el prestigioso museo de Artes Decorativas de París le cambiará las ideas. Una docena de salas y 1.500 metros cuadrados albergan 700 versiones del “icono de la pop cultura, visionaria de la moda y neo feminista”, según Ane Monier, comisaria de la muestra.
Todo tiene un precio. A sus 57 años –nació en 1959, idea de Rith Handler, esposa del cofundador de Mattel, emporio del juguete, porque su hija Bárbara rechazaba muñecas/niñas–, Barbie sufre depresión. Aunque el año pasado sus ventas dejaron mil millones de euros a Mattel, las cifras disminuyeron un 20% desde el 2012.
Resultado: hace dos meses, el presidente Bryan Stockon perdió su puesto. Y es que Mattel, fundada en 1945, vive desde 1960 de su muñeca. Y de sus mutaciones. Azafata y enfermera en 1961; cuatro años después sorprende como astronauta. En 1973 es cirujana. Más profundo: en 1980 es negra –perdón: afroamericana– y de nuevo rubia –profesora de aeróbic– en 1984. Ese color del cabello persiste en la Barbie candidata a la Casa Blanca (1992), la periodista de la tele (2010) y la empresaria (2014). Y son sólo algunos de sus más de 150 oficios.
Para desmentir las acusaciones feministas (“senos en plan obús y cintura de avispa”), este año Mattel lanzó tres modelos “más humanos”. “Curvy”es más bien re- dondita, “Pequeña” pierde una cabeza con respecto a la original y “Tall”, al contrario, la gana. Esos “morfotipos” merecieron, el mes pasado, la portada de Time.
¿Para tranquilizar a Michel Pastoureau? El historiador francés y especialista en el significado de los colores critica “el rosado agresivo, que incita a los placeres carnales, desplegado en Barbie y su vestuario”. En 1961 Barbie conoció a Ken –por Kenneth, hermano de Barbara–, su pareja hasta la separación, en el 2004. Sin hijos. Porque, dixit Pastoureau, “Barbie fue creada para la provocación, no para la reproducción”.