“Los romanos tuvieron su Vietnam”
Santiago Posteguillo publica ‘La legión perdida’, último libro de la monumental trilogía sobre el emperador Trajano
Durante un paseo por Roma, de visita en el Panteón o en las gradas del Coliseo, Santiago Posteguillo transmite la misma pasión que en sus libros, ese amor por el detalle y la anécdota, pero también el rigor histórico y el esfuerzo didáctico. El autor valenciano acaba de publicar La legión perdida (Planeta), última entrega de la monumental trilogía sobre Marco Ulpio Trajano, el emperador que nació en Itálica (hoy Santiponce, junto a Sevilla), en el año 53 después de Cristo.
La legión perdida aborda el desastre militar de la expedición del cónsul Marco Licinio Craso contra el imperio parto (el actual Irán) en el 53 antes de Cristo. Los romanos fueron derrotados. Craso y su hijo murieron. Una legión entera cayó prisionera y se le perdió el rastro.
Los ecos de aquel trauma han llegado hasta nuestros días, incluso en el lenguaje. Llamamos “craso error” a un error sin disculpa. La expresión procede de aquella campaña de Craso, un fantasma que perseguiría a Marco Antonio y también a Trajano, 150 años después.
La nueva novela de Posteguillo es un fresco del mundo antiguo que rompe con el eurocentrismo. Pone en interrelación a los imperios romano, kushan (hoy India y Afganistán), parto y chino (dinastía Han).
¿Fue la campaña de Craso contra Partia una especie de Vietnam para el imperio romano?
“Sí, es una comparación perfecta –contesta Posteguillo en una entrevista bajo la cúpula del Panteón–. Los romanos tuvieron su Vietnam. Les creó un fantasma como a los americanos, a quienes les costó mucho volver a intervenir militarmente en el exterior. Hasta Iraq, en 1991. Sí, fue un Vietnam que creó en el imaginario del ejército romano un pánico a cruzar el Éufrates”.
Esa región del mundo vuelve a ser decisiva para el futuro de Occidente: la guerra de Siria, Iraq, Irán...
“Sí –prosigue–. Haciendo historia ficción, cabría pensar que si Trajano hubiera podido organizar bien su sucesión, si Lucio Quieto lo hubiera relevado, éste hubiera podido consolidar la conquista de Partia y mantenerla más siglos bajo control romano. Con el posterior dominio del cristianismo, ese entorno sería hoy probablemente distinto. No sé si mejor o peor, pero distinto. Adriano decidió replegarse y aquello evolucionó de otra forma”.
Posteguillo cree que Trajano no quiso invadir Partia por vanagloria personal sino por razones económicas, para dominar gran parte de la ruta de la seda, dado el comercio creciente con China. El novelista ve aquí un paralelismo claro con el
Trajano, por su lucha contra la corrupción y su sentido del bien común, es muy actual ante la política de hoy
presente, el papel central del comercio con China. “La historia vuelve –señala Posteguillo–. La novela intenta reflejar que muchas de las cosas que nos pasan, como la globalización, ya han pasado. Incluso hace 2.000 años el mundo era más pequeño de lo que pensamos”.
El autor de La legión perdida insiste en la capacidad de liderazgo de Trajano y en su sentido del bien común, algo que no se da por descontado en los gobernantes, ni antes ni ahora. “Cuando había problemas, a Trajano se le ocurría la genial idea de afrontarlos –afirma Posteguillo, con ironía, aludiendo tácitamente al inquilino de la Moncloa–. No se sentaba a ver qué pasaba. Tenía claro que había que acabar con la corrupción y que los corruptos debían devolver el dinero.
–Siendo Trajano hispano, el simbolismo es potente...
–Sí, es muy fuerte. Trajano también sentía una preocupación por el desfavorecido, el equivalente a una política social moderna. Crea programas para repartir alimentos a la gente que estaba peor. Y todo esto sin aumentar los impuestos, una idea muy moderna. Pensaba que masacrar con impuestos no es la solución. Trajano se gastaba el dinero en infraestructuras, en puentes, en acueductos. Hizo un acueducto para Suburra, el barrio más pobre de Roma. Y hacía basílicas, que eran como ciudades de la justicia. Invertía en justicia. Es una confluencia de rasgos que no vendría mal a los políticos de hoy en España, en Catalunya y en la Unión Europea.