“Salid y disfrutad”
El Cruyff entrenador construyó un legado que está muy por encima de los títulos
Si el Johan Cruyff jugador fue uno de los más grandes de la historia, como entrenador y filósofo del Barça moderno es cuando su figura se convierte en leyenda dentro del barcelonismo. Josep Lluís Núñez, acuciado porque no había manera de conseguir éxitos con continuidad, le fichó en el verano de 1988 en pleno dominio del Madrid de la quinta del Buitre. No fue sencillo ni el cambio se produjo de un día para otro. De hecho, si el Barcelona no hubiera conquistado en Mestalla ante el equipo blanco la Copa del Rey en 1990, el dream team no habría existido. Si hubiera perdido aquella final Cruyff se habría en- contrado con las maletas en la puerta. Pero la ganó y se hizo verano en el Barça. Un verano eterno. A continuación vendrían cuatro ligas seguidas, las emociones procedentes de Tenerife y la primera Copa de Europa de la historia de la entidad en Wembley. Pero más allá de los títulos de Cruyff queda la revolución sobre el campo, las ideas, el 3-4-3 y un lenguaje asociado por siempre jamás al Barça y al barcelonismo.
En la historia de sus frases hay una que merece el primer lugar del
El 3-4-3, los rondos, la posesión y el juego de posición llegaron en 1988 y aún siguen en el Camp Nou
podio, “el salid y disfrutad” del 20 de mayo de 1992 en Wembley. No es que su equipo disfrutara mucho porque tuvo que sufrir lo indecible para batir al Sampdoria en la prórroga con el cañonazo de Koeman, pero esas palabras reflejan su filosofía. Como cuando la plaza de Sant Jaume le hizo botar y gritar sus célebres latiguillos “este es uno” y “en un momento dado”. Con Johan en el banquillo del Barça llegó la alegría pero también otro idioma. El de los números, por ejemplo. El centrocampista que jugaba por delante de la defensa pasó a ser el 4, el mediapunta pasó a ser el 6 y ya se atrevió a jugar con un falso 9 (en muchas ocasiones Michael Laudrup). De la misma manera fue de los primeros en hacer jugar a los extremos a pie cambiado o en modificar las posiciones de un futbolista de lado a lado en un partido y también se inventó el “hacer de Alexanco”. Es decir, que en los últimos minutos y con el marcador en contra, subiera un defensa central (el propio Alexanco, Nadal o ahora Piqué) a rematar para intentar la remontada.
Fue la época en que los entrenamientos del Barcelona comenzaron a variar totalmente. Las sesiones de trabajo ya no eran tan físicas ni tan monótonas. El balón empezó a mandar y se incorporó al léxico
blaugrana la palabra “rondo”. Parecía que no se entrenaban pero luego sobre el campo fluía el balón.
Fue una época vertiginosa del Barça, en los éxitos y en los sustos, como cuando Johan Cruyff sufrió un infarto en 1991 y tuvo que ser intervenido de urgencia. Salió recuperado y reforzado, pero ya nunca más se le pudo ver fumando. Aban- donó los cigarrillos y los cambió por el caramelo de palo, por el chupachups hasta el punto que uno de los apelativos de la Liga de 1994, la que el Deportivo perdió por el fallo de penalti de Djukic en el último minuto, es la de la Liga del chupachups, como prueban las fotogra- fías de la celebración del equipo sobre el césped del Camp Nou.
El Johan entrenador tenía puño de hierro y guante de seda, apretaba y elogiaba, acuñó el término de entorno, criticaba a sus futbolistas en público para que reaccionaran e incluso se sacó de la manga otro término, el de “las vacas sagradas”, cuando se trataba de exigir más a quien más cobraba. Pero también era un padrino futbolístico, el que daba la alternativa. Como cuando subió al primer equipo a Luis Milla, o a Guillermo Amor, o a Albert Ferrer o a Sergi Barjuan. Caso aparte merece Josep Guardiola. Cuando Milla pidió más dinero porque tenía una oferta del Madrid, Cruyff aseguró que podían dejarlo salir porque tenía a otra perla, Pep. Al que hizo debutar, al que bajó luego al filial para que jugara y ganara en Sabadell y al que transmitió una serie de conocimientos que se quedaron del todo interiorizados en el cerebro del genial técnico de Santpedor.
De fuerte personalidad, su salida traumática del Barça tras una trifulca incluida con Joan Gaspart en las instalaciones del Camp Nou provocó una división entre los aficionados, pero con el tiempo lo que ha quedado es la inspiración de unas ideas que se han demostrado mágicas para el barcelonismo.
Ganó cuatro ligas seguidas, la primera Copa de Europa y cambió para siempre la mentalidad del socio Milla pidió más dinero y él le dejó marchar porque tenía otro 4 al que le transmitió sus conocimientos: Pep