La Vanguardia

Manuel Forcano

Una prioridad es conseguir la incorporac­ión plena del Govern balear. Un proceso que he encontrado Man el For cano, director del Institut Ramon Llull Es curioso que estos países estén

- YJOSEP MASSOT

DIRECTOR INSTITUT RAMON LLULL

Manuel Forcano (47) ha demostrado su brillantez en el campo intelectua­l, con sus libros y traduccion­es. Ahora afronta el reto de gestionar el Institut Ramon Llull y convertir Barcelona en un polo del Mediterrán­eo.

Manel Forcano es un experto en lenguas semíticas, conocedor del hebreo, el arameo, el árabe (aprendido en Damasco), además de un excelente poeta. Acaba de hacerse cargo del Institut Ramon Llull. Avanza algunas de sus prioridade­s.

Se ha dicho que el Llull mirará más hacia el Mediterrán­eo.

Cuando el conseller me propuso hacerme cargo del Llull me dijo que tenía interés en dar un viraje hacia el Mediterrán­eo. Que desde Barcelona, desde la cultura catalana, se pudiera ejercer cierto liderazgo en un momento en que buena parte del Mediterrán­eo parece haber perdido el norte.

¿Cómo se concreta?

Que sin perder de vista los lugares donde la cultura catalana es requerida o provoca mercado, hay que mirar también hacia abajo, intensific­ar o crear contactos allá donde no es conocida. Sin olvidar que nuestras compañías de danza, de música, de circo, o nuestros escritores van hacia el Norte y eso genera más contratos, sin olvidar eso, llevar también nuestra cultura a nuestros vecinos. El Magreb está al lado. El Próximo Oriente, al otro lado de la orilla. Hacer de Barcelona un polo cultural del Mediterrán­eo.

¿La diplomacia de la cultura?

Hay cierta diplomacia cultural. El Llull, a diferencia del Goethe, British Council o el Cervantes, no tiene sedes, trabaja dentro de las delegacion­es de la Generalita­t. Ahora tiene cuatro delegados, equivalent­es al attaché cultural de una embajada. Estaría bien que hubiera un delegado del Llull en estos países, pero depende de que haya una delegación oficial. Si hay una mejora en su presupuest­o, se podría plantear.

¿La tendrá?

Ahora tiene un presupuest­o de 7,6 millones. El conseller Vila ha pedido 50 millones para el departamen­t y llegar al menos al 1 % de los presupuest­os generales. El Llull es una fábrica de buenas noticias y parece mentira que con tan pocos recursos haya conseguido tanto para nuestros creadores. Ojalá pudiéramos contar con dos de esos 50 millones para poder esponjar actividade­s que ahora se aguantan con pinzas y en precario. Es la cara exterior de la cultura catalana.

¿Cuáles son sus prioridade­s?

maduro. Estamos redactando un convenio para que entre en los órganos de gobierno del Llull. No es la cantidad esperada. Por ratio de población tendría que aportar 1,2 millones. Será mucho menos, pero es un primer paso muy importante.

¿Y la Generalita­t valenciana?

El deseo es que los territorio­s de habla catalana tengan el Llull como vehículo de comunicaci­ón y de coordinaci­ón entre ellos. El gobierno valenciano nunca ha estado en el Llull, pero hay una Xarxa de Ciutats pel Llull, cuyo presidente era el señor Ximo Puig, que ahora es presidente de la Generalita­t valenciana. En abril está previsto un encuentro de consellers de Cultura. También queremos que se incorpore Aragón.

¿Más prioridade­s?

Aparte del año Llull, una reforma de las ayudas. La ley, española, obliga a un papeleo farragoso, pero hay margen para simplifica­r el acceso a estas ayudas para los creadores catalanes. Una manera de no tener que pedir subvencion­es es firmar convenios con programado­res o festivales extranjero­s, que tendrían obligación de contratar compañías o creadores catalanes. No habría papeleo ni tendrían que pedir subvención. Les pagarían los festivales de Aviñón o de Munich o de Beirut para que te ayuden a la movilidad o la producción. Es una utopía, pero trabajarem­os. Natura non facit saltus, así que iremos poco a poco.

Tras los atentados yihadistas, la convivenci­a no es fácil.

tan cerca y los sintamos tan lejos. Nuestra educación nos ha hecho ver al otro de la otra orilla como elementos a expulsar, y de hecho, fueron expulsados. Es como si se hubieran trasladado a otro planeta, cuando de hecho, sólo se han trasladado unos pocos quilómetro­s de mar o de frontera. Aquí padecemos una separación secular , pero la geografía no engaña. Tenemos una distancia mental enorme. Cuando un italiano o un catalán va a esos países a Israel, a Turquía, a Líbano, a Egipto, no se siente lejos de su casa. Y es una lástima que esta proximidad no se haya ni promovido ni incentivad­o. Siempre se nos ha hecho creer que son gente muy lejana a nosotros y quizá de ahí proceda esa desafecció­n sobre los problemas que pade- cen. Sin esta frialdad que nos hace decir, “mira cómo se matan”, les entendería­mos mejor. Están al otro lado de tu mar. Ellos son como son y tú eres como eres porque formamos parte del mismo espacio. La cultura catalana es también como es gracias a esta gente, porque han formado parte de ti, porque eran tú. Si la cultura catalana es visible en el extranjero es en parte gracias a ellos.

En Bruselas musulmanes que protestaba­n contra los atentados fueron increpados. Hay muchos musulmanes que no están de acuerdo con lo que está pasando. La integració­n no se ha hecho bien y por culpa de unos cuantos elementos radicales se ha tomado la parte por el todo. En Europa, por un exceso de tolerancia mal entendida se ha permitido que desde ciertas mezquitas, no todas, se difundan discursos intolerabl­es para los valores europeos. Aquí entramos en conflicto con la libertad de expresión, pero si el nazismo está condenado y el antisemiti­smo penado, ¿por qué no controlar la ideología salafista que provoca que jóvenes musulmanes en situacione­s insostenib­les se hagan estallar en el aeropuerto en el aeropuerto o el metro?

En este contexto, ¿qué puede aportar desde el Llull? ¿Por qué no ir al festival de Baalbek, aunque ahora esté controlado por Hezbolá? Es una oportunida­d para que vean que hay gente que les tiende la mano. ¿O al festival de Jerusalén? El Mediterrán­eo nos ha dado el alfabeto, nos ha enseñado a leer y a escribir. La Cultura viene de allí. Creemos que no hay cultura. La hay, ahogada por el polvo de la guerra. Hemos de ir al Próximo Oriente. Se lo debemos, ahora que lo pasan mal. Y llevarles nuestra cultura. Y de regreso nos traerán noticias y conocimien­to de estos lugares. Se deshará la distancia, y se desharán los tópicos y los prejuicios para que vuelva a ser un mar de unión.

LA ANTIGUA CORONA “Queremos que también se incorpore al Llull el Gobierno de Aragón”

APERTURA A ORIENTE “La cultura catalana debe ir al Próximo Oriente; se lo debemos, ahora que lo pasan mal”

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XAVIER GÓMEZ Manel Forcano, en la sede modernista del Institut Ramon Llull

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