Ayudar a los refugiados
Después de unos días de vacaciones, me siento frente al televisor para ver si hay alguna infor- mación sobre la situación de los refugiados, si la presión popular se cuela en los informativos y consigue abrir alguna brecha, y descubro, con horror, que un nuevo atentado terrorista golpea Europa. Bélgica esta vez. De nuevo, imagino el dolor inmenso de sus seres queridos.
Nuestras autoridades manifiestan su apoyo a Bélgica, sus condolencias, y escucho sus mensajes. Su sentido coincide: la barbarie no nos hará renunciar a nuestros valores, los valores europeos de solidaridad y respeto a los derechos humanos. Ni una sola palabra sobre la situación de los refugiados. ¿Dónde pueden ir las familias que huyen de la guerra dejándolo todo para proteger sus vidas y las de sus seres queridos si Europa no las acoge? ¿Podrán digerir esos niños y jóvenes la tragedia de un viaje que termina frente a una puerta cerrada? El miedo, el frío, el dolor visto y sentido durante el viaje, la humillación, la constatación de nuestra indiferencia… Estamos sembrando dolor y odio.
Estamos a tiempo de compartir parte de nuestros recursos para aliviar tanto dolor, para dar algo de calor a personas como nosotros a las que les ha tocado vivir una tragedia. Estamos a tiempo de darles cobijo e intentar ayudarles a curar sus heridas.
ROSA ROVIRA FONTANALS
Barcelona