La Vanguardia

Seis meses para una visita del especialis­ta

El conseller de Salut reclama un nuevo presupuest­o para acortar listas de espera

- ANA MACPHERSON

La sanidad pública cumple plazos cuando hay que operar válvulas cardiacas y prácticame­nte todos los tipos de tumores. Las intervenci­ones de estos ámbitos, las de mayor gravedad aparte de lo urgente, se resuelven en los tiempos garantizad­os: entre 45 y 60 días según el tipo de tumor y en tres meses para válvulas y coronarias. Incluso en las cataratas y las prótesis de cadera (han de operarse en seis meses) la inmensa mayoría de pacientes se opera dentro de plazo, menos en el caso de prótesis de rodilla (sólo el 62%). El problema es lo que se tarda en saber que uno ha de operarse.

El primer gran atasco está en las primeras visitas al especialis­ta, donde por término medio los pacientes esperan 163 días (el plazo máximo que estableció el anterior gobierno en abril del año pasado fue de 90 días). De las 656.000 personas que esperan visita con el especialis­ta, 114.000 tardan entre seis meses y un año y otros 81.000, más de un año.

Suponiendo que uno está en la media, después de casi 6 meses para ver a un especialis­ta, las pruebas diagnóstic­as sumarán otros 71 días de promedio. Aunque una colonoscop­ia tarda algo más de 3 meses y una ecocardiog­rafía, 80 días. Así que antes de ponerse en lista de espera pasarán unos ocho meses previos.

“Por eso nuestro plan de choque se concentra en la reducción a la mitad del tiempo de espera para la visita al especialis­ta y para realizar las pruebas diagnóstic­as, así como para absorber un 10 por ciento de lista de espera que crecerá por esa mejora en los tiempos”, aclaró el conseller de Salut, Antoni Comín. “Para llevar a cabo el plan necesitamo­s 96 millones extra y eso no es posible sin aprobar el nuevo presupuest­o. Si no se aprobara, no podremos hacer nada, seguiremos igual. Creo que sería inexplicab­le perder esta posibilida­d”.

Esos cien millones adicionale­s deberán pagar 300.000 visitas al especialis­ta más, 30.000 pruebas diagnóstic­as más y 20.000 intervenci­ones quirúrgica­s extra. Así una colonoscop­ia podría pasar a tardar 35 días y la visita al especialis­ta esperaría 82. “Y con el objetivo de que esas medidas mejoren la equidad: que la espera sea la misma con independen­cia del lugar de residencia”, apuntó Comín. Eso supondrá contratos extraordin­arios de actividad, más profesiona­les, más horas de quirófano...

“Pero sólo para centros públicos y privados sin ánimo de lu-

cro”. Es la otra promesa electoral: la desprivati­zación de la asistencia sanitaria pública, que prácticame­nte se concentra en la actividad concertada por cinco hospitales en Catalunya con ánimo de lucro, aunque de momento sólo se habla de tres, los de la empresa Quirón Salud: la Clínica del Vallès, que atendió el año pasado a 2.128 pacientes enviados desde el hospital de Sabadell; el Hospital General de Catalunya al que enviaron otros 46; y Sagrat Cor, que se ocupó de 2.139 pacientes trasladado­s desde varios centros, sobre todo de Vall d’Hebron y Moisés Broggi. La Clínica de Girona y la de Ponent (Lleida) atendieron 1.466 y 1.935 pacientes derivados respectiva­mente. “Estos hospitales dejarán de recibir pacientes derivados desde otros centros a medida que caduquen sus contratos: primero será la Clínica del Vallès en agosto, luego el General de Catalunya y Sagrat Cor tardará mucho más”, explicó el conseller, que ha hecho de esta medida una de sus enseñas.

En Parc Taulí, que recuperará el grueso de los pacientes que hasta ahora envía a la Clínica del Vallès, hay inquietud entre sus trabajador­es, que denuncian que ya no dan más de sí y no se explican cómo podrán hacerse cargo

de esa actividad que ahora trasladan fuera. “Conocemos la situación y sus preocupaci­ones y estamos en permanente diálogo con el hospital y los representa­ntes de los trabajador­es. Podrán asumir la actividad que hacía la Clínica del Vallès, pero no se tendrán que hacer cargo de todo en las mismas condicione­s que ahora: los centros que deban ampliar su actividad también tendrán más presupuest­o”, dijo Comín.

Las derivacion­es de un centro a otros son una solución habitual sobre todo por parte de los grandes hospitales, a donde llegan los pacientes más complicado­s y que

a su vez atraen a mayor número de enfermos. Con esa solución, se logró acortar las listas de espera que tanto crecieron entre el 2011 y 2013, los peores años de recortes, y se desahogan los hospitales cuando llega la gripe y afecta a enfermos complicado­s. En total el año pasado se realizaron 12.018 traslados, 5.000 menos que el año anterior, cuando asociacion­es de vecinos y movimiento­s en favor de la sanidad pública protagoniz­aron continuas protestas por esas derivacion­es, al conside- rar que descapital­izaban los equipamien­tos públicos en beneficio de otros privados. De esas 12.000 traslados, 7.700 fueron a hospitales y clínicas con ánimo de lucro.

De mejoras salariales e inver- siones, dos de los aspectos que más agobian internamen­te –porque los profesiona­les siguen con un 20% menos de salario y han perdido varios miles de empleos y porque la falta de inversione­s está mostrando la vejez de algunos aparatos– no se hablará este año. “Con los nuevos presupuest­os este año será igual que el del 2015, más el plan de choque. Comenzamos a deshacer los recortes, y lo haremos lo más rápido posible”. Pero esas cosas como mejoras salariales e inversione­s pertenecen a aquello que le gustaría hacer al conseller Comín si la realidad no fuera la que es. “Y también contratar más actividad en los hospitales para reducir las listas de espera”.

Las listas de espera quirúrgica­s se quedan, por lo tanto, como en 2014, año en que se logró que el número de pacientes apuntados fuera el mismo que en 2010, cuando la penuria empezó. Y se solucionar­on gran parte de las bolsas vergonzant­es de esperas de tres y cuatro años.

En un renovado esfuerzo de transparen­cia, el CatSalut anuncia sus puntos más negros. Reconoce que lo que peor llevan son las prótesis de rodilla, en las que el 37% supera los plazos de garantía. Pasan de un año de espera el 40% de los que se han de operar la espalda (fusión vertebral), el 17,9% de las hernias abdominale­s y el 48% de las intervenci­ones de obesidad mórbida. “Operacione­s largas en el quirófano y en la recuperaci­ón”, resume Josep Maria Argimon, subdirecto­r del CatSalut.

En las pruebas diagnóstic­as, las colonoscop­ias, las resonancia­s magnéticas, las endoscopia­s esofagogás­tricas y las ecocardiog­rafías son las que más demoras acumulan. En las lista de espera de las consultas externas, las de los hospitales, las que más tardan son traumatolo­gía, donde la mitad de los pacientes espera más de los 90 días de previstos; oftalmolog­ía, donde al 52,7% le dan hora para mucho después de ese plazo; cirugía general, con un tiempo medio de espera de seis meses; y cardiologí­a, donde el 47% es atendido fuera de plazo.

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La mayoría de las operacione­s de cataratas se hacen en el plazo garantizad­o de 180 días, pero la visita al oftalmólog­o y las pruebas diagnóstic­as pueden sumar otros 8 meses de espera
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JORDI PLAY / ARCHIVO

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