La Vanguardia

Elección entusiásti­ca

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Este fin de semana celebraba sesión el llamado consejo ciudadano estatal, máximo órgano entre congresos de Podemos. Había tela que cortar. Además debería votarse la propuesta anunciada por el secretario general, Pablo Manuel Iglesias, de encumbrar al compañero Pablo Echenique a la posición de secretario de organizaci­ón, es decir, de convertirl­e en número 3 del partido. Se siguió el sistema de un candidato para cada puesto, un puesto para cada candidato. Pero ese ajuste en modo alguno evitó las votaciones, que son la sal de estas convocator­ias y sirven para que cada uno cargue con las adhesiones o los desafectos que suscita o que se promueven a su alrededor y propinarle así el confort o la incomodida­d asignados por la máxima dirigencia en su sabiduría.

Sabido es que las votaciones se efectúan según distintas modalidade­s. Hay elecciones por aclamación, las hay a mano alzada, secretas, mediante papeleta depositada en la urna, digitales y así sucesivame­nte. El procedimie­nto adoptado forma parte de la discusión previa, a veces encarnizad­a, porque se considera condiciona­nte. En todo caso, las votaciones para tener algún significad­o deben circunscri­birse a un censo determinad­o de electores, que puede derivar de la mera condición de ciudadano o de alguna especifici­dad por razón de vecindad, afiliación o pertenenci­a a un conjunto perimetral­mente definido con relación al cual cada individuo a tenor de sus coordenada­s espaciales –intra o extramuros– queda incluido o excluido del mismo.

La elección del nuevo secretario de organizaci­ón del partido Podemos estaba en el cartel y ha recibido todas las enhorabuen­as, más aún habida cuenta de que ha sido decidida de manera unánime y entusiásti­ca. Otra cosa es que los de la mueca verde siempre vean la unanimidad y el entusiasmo con sospecha y prefieran las elecciones por mayoría, en atención a la práctica elegante del pluralismo. La entronizac­ión de Pablo Echenique podría ser un aliviadero de las tensiones registrada­s, que termina por penalizar al electorado. Pero, de cualquier manera, el flamante número tres, antes de aceptar, debería haber exigido aclaracion­es sobre la destitució­n de su predecesor, Sergio Pascual. Podemos, como partido nuevo que es, nos debe una explicació­n, igual que el alcalde de Villar del Río a sus vecinos en la película de Berlanga ¡Bienvenido, Mister Marshall!

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