La Vanguardia

Memorial Democràtic

El franquismo fue opresor, pero no es que fueran muy democrátic­os la FAI, el PSUC y los estalinist­as de la guerra

- Daniel Arasa

Franco neutral? es el título de una interesant­e exposición del Memorial Democràtic de la Generalita­t en la que se cuestiona el mito de la neutralida­d española en la Segunda Guerra Mundial. La preparació­n de la exposición fue realizada por el profesor Joan Maria Thomàs y fue documental­ista Xavier Casals. Preparada aún bajo la dirección de Jordi Palou-Loverdos al frente del memorial, es la primera del nuevo director, el periodista y amigo Plàcid Garcia-Planas.

No es una tarea fácil la de García-Planas, como tampoco lo era para sus predecesor­es. Historiado­res tan relevantes como el británico Henry Kamen han afirmado que “la función de los historiado­res serios es desmontar la histórica romántica”. Jordi Canal, más conocido en Catalunya, declaró a La Vanguardia que intenta “hacer una historia sin mitos ni prejuicios”. Otros historiado­res menos escrupulos­os dicen a menudo que nunca hay “historias neutrales”, lo cual es en buena parte verdad, pero en la práctica lo utilizan para manipular la historia a su convenienc­ia. Nadie es objetivo de forma absoluta, pero algunos con honradez intentan ser imparciale­s y buscar la verdad, salga lo que salga, y otros no.

El memorial deberá seguir explicando la represión franquista de la posguerra, las cárceles, el sufrimient­o de catalanes y españoles en los campos nazis, las tergi- versacione­s del franquismo, los bombardeos de la aviación fascista italiana sobre ciudades y otros abusos que se dieron en aquel régimen. Claro que sí. Pero es de suponer que también difundirá con la misma intensidad y con idéntico sentido crítico lo ocurrido en las checas comunistas en Barcelona, los fusilamien­tos en la Arrabassad­a y en Montcada, la persecució­n religiosa con miles de asesinatos, la destrucció­n de un ingente patrimonio artístico, la desaparici­ón de Andreu Nin y represión de los de POUM, y tantas cosas más de los del otro bando.

Es simple cuestión de honradez. De no ser sectario y aplicar el juramento ancestral ante la justicia: “Decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Porque el franquismo fue totalitari­o y opresor, en mayor grado en su primera etapa, pero no parece que fueran muy democrátic­os la FAI, los estalinist­as, el PSUC de aquellos años de guerra y posguerra. Tampoco otros republican­os estuvieron a la altura para evitar desastres.

Aprendí de mi amigo Joaquín de Gasca que “la historia es un jarabe amargo que para que cure hay que beberlo entero”. El memorial sólo tendrá credibilid­ad si se plantea como objetivo dar a conocer “todo” lo que pasó. No sólo aquella parte de la que unos extraen réditos. Si no es así, mejor cerrarlo.

¡Ah!, y algo fundamenta­l. Hay que remover la historia para dar a conocer lo que sucedió, pero no para utilizarlo en clave política actual, y siempre adobado con el espíritu de reconcilia­ción y de perdón.

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