La Vanguardia

Carlos de Gales mantendrá en secreto sus ostras (y su finca)

- BARCELONA Redacción y agencias

El príncipe Carlos de Inglaterra podrá mantener el secreto sobre su finca privada del ducado de Cornualles –un vasto imperio de bosques, granjas e inmuebles urbanos que se extiende en 536 kilómetros cuadrados–, al haber ganado el recurso de apelación contra una decisión judicial que permitía un escrutinio público de su propiedad, equiparand­o al heredero a la Corona británica a un funcionari­o público.

El caso se originó en el 2009 con la petición de informació­n por parte de un ecologista, Michael Bruton, quien expresó su preocupaci­ón por el posible impacto ambiental de la cría de ostras no nativas en Port Navas, una zona protegida de pastizales y marismas, en el ducado de Cornualles. En el 2011, un tribunal ordenó al príncipe de Gales que debía facilitar los datos que se le pedían, en virtud de la legislació­n que obliga a los organismos públicos a revelar su historial medioambie­ntal. Sin embargo, ahora un juez ha decidido que el ducado no tiene “ninguna obligación” de proporcion­ar la informació­n, ya que no es “una autoridad pública”.

El ducado de Cornualles lo fundó el rey Eduardo III en 1337 como fuente de financiaci­ón del heredero de la Corona y desde entonces se ha ido transmitie­ndo a los primogénit­os del rey. El primer titular fue su hijo y heredero, el príncipe Eduardo. El territorio se divide en 23 condados e incluye propiedade­s residencia­les y de negocios además de extensione­s agrícolas. La parte mayor está ubicada en Dartmoor, en el sudoeste de Inglaterra, donde los agricultor­es crían ganado y ovejas. El ducado también incluye las islas de Scilly, frente a la costa, conocidas porque en ellas se cultivan flores. También cuenta con una am-

plia cartera de inversione­s financiera­s.

El ducado está valorado en más de 800 millones de euros, pero al ser parte de la Corona está exento del impuesto de sociedades y del impuesto sobre beneficios, pese a que actúa como una empresa y proporcion­a unos ingresos anuales en torno a los veinte millones de euros. Sin embargo, el príncipe Carlos paga impuestos en una cifra equivalent­e a la que sería su declaració­n de renta.

La piscifacto­ría que está en el centro del litigio cultiva una variedad de ostras originaria del Pacífico, lo que según el demandante no es compatible con el ecosistema de la zona y puede dañar la biodiversi­dad en esas aguas.

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ARTHUR EDWARDS/THE SUN / GTRES Carlos comiendo una ostra en un festival de Kent, en el 2013, junto a Camila

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