Un héroe argentino
Martín Caparrós novela la vida de Esteban Echeverría, el poeta que quiso fundar la literatura nacional de su país
Martín Caparrós, cronista del hambre, ha escrito una novela sobre uno de los primeros escritores de la Argentina independiente, Echeverría (Anagrama). “No sé si interesará al lector español. Yo sé cómo se escribe, no sé cómo se lee. Hasta ahora tengo que precisar siempre que se llama Echeverría, con e, no Echevarría”.
¿Quién era Esteban Echeverría? El editor, Jorge Herralde, da la visión que puede interesar al lector no argentino. “Fue un escritor que luchó contra el genetral Rosas, un déspota. Echeverría se intenta suicidar, se va con 20 años a París, pasa allí cinco años, se enamora de Voltaire, quiere escribir el primer libro que se publica en Argentina. Con un grupo de amigos madura un plan para derrocar al dictador y llevar la democracia. Se exilia a Uruguay y, al poco tiempo de mo- rir, Rosas es derrocado y sus amigos se convierten en primeras figuras de la vida política”.
Martín Caparrós es un escritor cuyas opiniones sobre los otros escritores no le hacen precisamente popular entre sus colegas. Tampoco para el Gobierno Kirchner, que lo marginó de las delegaciones oficiales en las ferias del libro. En una de ellas, la de Guadalajara, a la que fue invitado como desagravio por amigos mexicanos, se le ocurrió la idea de escribir sobre Echeverría. Allí encontró El mata- dero, la única obra de Echeverría que aún se lee en las escuelas.
El autor quería fundar una literatura nacional del nuevo país con una apoteosis de la pampa, los caballos, los gauchos y las vacas. “La única obra que aún se lee en las escuelas es El matadero, precisamente una obra que él no consideraba valiosa y que fue publicada por su albacea después de su muerte, advirtiendo que era un libro inacabado, un esbozo”. El ma- tadero, de Echeverría, y Facundo, de Sarmiento, son dos obras contra la dictadura de Rosas. A Caparrós le gustó releer la novela de Echeverría y decidió utilizarlo como personaje. Cuando el periodista le cita el ejemplo de Echenoz y sus novelas sobre personajes históricos, Caparrós mira incómodo a Herralde, editor de los dos, y al final se decide a hablar: “Bueno, ¡estos franceses hacen unas vidas tan simples y fáciles!”. “¿No te has percatado de lo difícil de lo sencillo?”, le replicó, en broma, Herralde, en defensa de Echenoz.
En la presentación del libro estaba Rodrigo Fresán, que comentaba la exclusión de Caparrós de las delegaciones oficiales de escritores argentinos. “A mí también me pasa”, dijo, y “es que en Argentina sólo consideran autores argentinos a los que viven allí”. “Yo diría –contestó Caparrós– que sólo puede ser escritor argentino el que muere fuera de allí. Los mejores murieron fuera”.
En la novela aparecen los amoríos de Echeverría, el racismo y la esclavitud. Al final de cada capítulo, el autor hace unas consideraciones sobre lo que ha escrito. Entre otros puntos, cree que hay afinidades entre lo que escribía y el peronismo cien años antes de que surgiera Perón. Y sobre el proceso creativo.
“Es curioso –dice– que quisiera modernizar Argentina y que, al querer dotar a su país con una literatura nacional, recurriera a lo más rancio, al folclore, a lo rural, a lo irracional, a lo más antimoderno. Borges, en una de las conferencias más influyentes en la literatura argentina, decía que para escribir una novela argentina no hacía falta recurrir a lo obvio. Es su famosa conferencia en la que dice que en todo el Corán no sale ni una vez un camello”.
“El culto argentino del color local es un reciente culto europeo que los nacionalistas deberían rechazar por foráneo”, decía Borges.
“¿Echenoz? Esos franceses escriben unas vidas tan simples y tan fáciles”, dice el autor