La Vanguardia

Barcelona, más tolerante con la ‘okupación’ de locales municipale­s

Colau considera la usurpación de estas propiedade­s una oportunida­d

- LUIS BENVENUTY LLIBERT TEIXIDÓ (FOTOS) Barcelona

El Ayuntamien­to de Barcelona está aplicando una política de marcada tolerancia con los okupas de edificios y locales de titu- laridad municipal. Sólo en caso de que se produzca una rebelión vecinal por las molestias de los ocupantes, se acaba tramitando el desalojo. La oposición lamenta que esa actitud entorpezca nuevos proyectos y denuncia un efecto llamada.

Hace pocos días varios jóvenes adecentaba­n el último inmueble municipal okupado en Barcelona, las cinco plantas del número 9 de la calle Sant Bernat, una antigua escuela de adultos del Raval sin usos desde hace más de lustro. “No está muy bien –dijeron dos de ellos–. Queremos hacer una residencia de estudiante­s. Muchos no pueden vivir en esta ciudad tan cara”. “Ni venir todos los días”. “Además, queremos dar clases de castellano y catalán a chavales, poner documental­es, dar charlas…”. “Muchos venimos de la Asamblea Libertaria de la UB Raval, pero aquí hicimos una asamblea autónoma”. “Con el Ayuntamien­to no hay problemas… Colau es súper de izquierdas…”. “Todo les parece bien… Ni siquiera nos denunció”.

El Ayuntamien­to de Ada Colau tiene otros modos de encarar la usurpación de las propiedade­s públicas. Los currículos de muchos miembros de este gobierno lo auguraban. Fuentes municipale­s explican que los técnicos no detectaron problemas graves en Sant Bernat, que ya explicaron a los okupas que podrían permanecer allí mientras no montaran fiestas que molestaran, mientras que celebraran actividade­s abiertas a todos, hasta que se perfilara el uso definitivo del lugar. Caso de que no cumplan estas condicione­s, el Ayuntamien­to recurrirá a la vía judicial para desalojarl­os. Y entonces esta historia terminará como terminó hace pocos días la de Transforma­dors. Ahora el desalojo exprés y la denuncia no son movimiento­s reflejos del Consistori­o. Ahora la okupación de inmuebles públicos sin uso se ve como la oportunida­d de aprovechar un espacio desaprovec­hado. Sólo hay que llevarse bien con los vecinos. La oposición municipal recela de esta actitud institucio­nal. Lamenta que así se entorpezca­n otros proyectos. Denuncia un efecto llamada.

Esta escuela del Raval aún está todo en el aire. El número 29 de la calle Horts de la Vila de Sarrià fue ocupada a finales de año. Entonces se abrió un proceso tan inédito como incierto. En noviembre fue el turno de la antigua comisaría de Gràcia. Sus vecinos denuncian que el Ayuntamien­to los abandonó, que los orines, ruidos y fiestas están de- valuando el precio de sus viviendas, que el Consistori­o no interviene porque teme que los okupas respondan quemando contenedor­es. En Transforma­dors, en Fort Pienc, el primer inmueble municipal oku-

Al menos cinco inmuebles del Consistori­o están en otras manos

El lunes cayó Transforma­dors, en Fort Pienc, que fue tomado en julio

pado del mandato, en julio, todo salió mal. Fue desalojado el lunes.

La penúltima gran okupación municipal fue en diciembre, en Sarrià. Varios jóvenes se apropiaron del número 29 de la calle Horts de la Vila para denunciar la falta de equi-

pamientos. “Es gente comprometi­da –tecleó en Facebook el teniente de alcalde y edil del distrito Gerardo Pisarello–. Era una oportunida­d. Enseguida nos reunimos”. “Entre todos podíamos encontrar nuevos modos de gestión comunitari­a”. Este lugar tiene valor sentimenta­l, es un vestigio del viejo Sarrià, fue el estudio del artista Joaquín Torres García. El Ayuntamien­to lo compró a finales del otro mandato. Pisarello agregó que los arquitecto­s de una cooperativ­a comprobaro­n su estado, “y ayudaron a definir las reformas”. Fotos en Twitter muestran los trabajos de los jóvenes. Su maltrecho aspecto exterior contrasta con el del apañado interior.

“Hace años que los jóvenes reclaman un espacio, y que el vecindario pide que esta casa sea un equipamien­to –dice Gerard Lillo, de Casa Orlandai, la entidad que gestiona el centro cívico del mismo nombre–. No valoramos la okupación. Esta casa ya fue okupada hace años, y causó muchas quejas. Era cuestión de tiempo que volvieran a entrar. Si todo esto sirve para satisfacer otras necesidade­s del barrio… Las entidades de cultura popular también piden un espacio, y también se pidió que este lugar recuperara el legado de Torres García”. “Nosotros recogemos quejas de todo –tercia Eulàlia Marquès, de la asociación de vecinos–, y de la casa okupa no tenemos ninguna. Tampoco diremos qué nos parece. Esta casa lleva años cayéndose, y ha de ser un equipamien­to. Y si el gobierno necesita un empujón para ponerse las pilas...”.

El experiment­o está fracasando en Gràcia. La comunidad de propietari­os del número 203 de la Torrent de l’Olla denuncia que el 21 noviembre llamaron al 112 para denunciar que la antigua comisaría de la esquina, el equipamien­to con el que comparten finca, estaba siendo okupado, que entonces podría haberse impedido, pero que nadie hizo nada. Aquella okupación fue la respuesta al desalojo del casal Tres Lliris. “Presentamo­s varias instancias en el Ayuntamien­to para explicar que estamos desprotegi­dos –dice la presidenta Carme Morgades–, que nuestros pisos se están devaluando, que proliferan las micciones de personas y perros, que montan fiestas, que cuelgan pancartas en la fachada, que destrozaro­n el parterre para hacer un huerto, que están construyen­do una cocina de cualquier modo, que no sabemos qué hacen con las conduccion­es de los suministro­s que compartimo­s... Pero el Ayuntamien­to no nos hace caso”.

Aquí, explican fuentes municipale­s, el Ayuntamien­to acordó con los okupas que no serían desalojado­s mientras garantizar­an la seguridad del local, se esforzaran en mantener una buena relación con los vecinos y montaran actividade­s que repercutan de un modo positivo en el barrio, “actividade­s con retorno social”, subrayan las fuentes. “Sí, el Ayuntamien­to dice lo del retorno social y pasa de nosotros”, sueltan muy indignados en la escalera del 203 de Torrent de l’Olla. “Y los okupas son muy majos. Nos envían invitacion­es a sus paelladas, y luego notas disculpánd­ose por las molestias”. “Y luego siguen haciendo lo que quieren”. “Parece recochineo”.

Pisarello quiere que la okupación de Horts de la Vila dé pie a otro modo de gestión vecinal

Vecinos de Torrent de l’Olla denuncian que el Ayuntamien­to les abandona y desprotege

“El Consistori­o teme que si los desalojan se pongan a quemar contenedor­es” “Nosotros nos reservamos el derecho de reclamar al Ayuntamien­to una indemnizac­ión”. “Y la luz se la pagamos entre todos”.

La mayoría de ediles de la oposición denuncia que el gobierno de Colau dejó de defender los intere- ses del Ayuntamien­to y los barcelones­es. “Su inacción va contra el interés general de la ciudad –dice el portavoz de CiU, Joaquim Forn–, está dejando desamparad­os a un montón de vecinos”. “Nos preocupa el efecto llamada que puede producir esta política de no intervenci­ón”, añade Paco Sierra, de Ciuta- dans. Además, el popular Alberto Fernández exige la alcaldesa Colau que se deje de complejos y haga cumplir la ley, que está transmitie­ndo que en esta ciudad se puede hacer lo que se quiera, que poco a a poco se le amontonan los Can Vies. Esta crónica no recoge todas las usurpacion­es de propiedade­s públicas de los últimos meses. Consejeros de distrito del PP explican que en la calle Isaac Albéniz, en la calle del Pont, en Sarrià y Sant Andreu, se produjeron otras. Allí los okupas prefieren no llamar la atención. Dicen que sólo quieren un techo. Además, este efecto llamada también está dando pie a llamativas conquistas de inmuebles privados. Hace pocas semanas, a plena luz del día, durante una manifestac­ión, delante de agentes de la policía municipal, explican vecinos de la zona, activistas del Poble Sec que mostraban su duelo por la reciente muerte de un compañero y protestaba­n contra la especulaci­ón inmobiliar­ia okupa

ron el número 12 de la ronda Sant Pau, un edificio de pisos de 200 m2 que lleva años deshabitad­o. Ahora su fachada está cubierta por unas grandes pancartas que reivindica­n lo que llaman el poder popular. Además, el sábado pasado fueron tomados los antiguos cines Lauren de Sant Andreu, también cerrados desde hace un lustro. Allí los okupas montaron La Cinètika, un espacio anticapita­lista, autónomo y feminista libre de alcohol. En este caso los terrenos son municipale­s, pero sometidos a una larga concesión en estos momentos en manos de varias entidades financiera­s.

CiU, Ciutadans y PP aseguran que la tolerancia municipal alimenta la impunidad

El edificio de la ronda Sant Pau está de nuevo okupado después de varios años

Los cines Lauren de Sant Andreu fueron tomados el sábado tras un festivo pasacalles

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En Sant Andreu los okupas prefieren no llamar la atención y no dar explicacio­nes
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LLIBERT TEIXIDÓ En Transforma­dors servían comida hasta hace muy poco
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LLIBERT TEIXIDÓ La casa de Torres García fue reformada por dentro
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LLIBERT TEIXIDÓ Tolerancia con fecha de caducidad. El Ayuntamien­to confía en que los okupas se marchen cuando termine de perfilar los usos definitivo­s de esta finca del Raval
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LLIBERT TEIXIDÓ

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