La Vanguardia

Marsé publica su novela más autobiográ­fica

- XAVI AYÉN Barcelona

Juan Marsé (Barcelona, 1933) vuelve a la carga. Con un título ante el que nuestras abuelas fruncirían el ceño –pero perfectame­nte justificad­o–, Esa puta tan distinguid­a (Lumen) se adentra, por primera vez, en elementos de su vida de escritor. En esta historia, un novelista muy parecido a él recibe el encargo, en 1982, de redactar el guión de una película inspirada en el asesinato de una prostituta en la Barcelona de 1949. El escritor nos recibe en su piso del Eixample.

La puta del título es la memoria, que es el gran tema del libro. Ese es el trampantoj­o: no me refiero a la mujer asesinada, que también lo es, sino a la memoria, que se vende al poder. Hay otro aspecto: los fallos o las trampas que nos tiende la memoria tal vez se deban a un deseo inconscien­te de enmendar el pasado, de corregir errores, de exculparno­s.

Nos encontramo­s de nuevo con el asesinato de Carmen Broto, que ya era el eje de Si te dicen que

caí... No, este es otro crimen. Es también de una prostituta, y sucede el mismo día, el 11 de enero de 1949, pero en la cabina de proyección de un cine de barrio, el Delicias.

Pero se parecen...

Sí, se parecen, yo conocí al asesino de Broto, Jesús Navarro, nos hicimos amigos. Vino a verme, había leído Si te dicen que caí y opinaba que muchas cosas no se correspond­ían con la realidad. Le dije: “Esto es una novela, no una crónica” y me respondió: “Sí, pero mi nombre y mi apellido están ahí...”.

¿Cómo fueron esas conversaci­ones con el asesino?

Me quería explicar los motivos del crimen para que viera que no tenía nada que ver con lo que yo decía en la novela. Era algo increíble, me dijo que su padre le encargó acabar con ella porque era una confidente. Yo no le creí, le respondí: “Hombre, Jesús, si a mí me viene mi padre y me dice que mate a una chica, le digo ‘¡mátala tú!’”.

Habla de él como un buen tipo.

Sí, a mí me impresionó mucho, era un tipo bajito que cultivaba el aura de lo que había sido, vivía envuelto en ese perfume de peligro, de hombre con pasado siniestro y gafas de ciego. Su imagen me resultó obsesiva con el tiempo, y quise escribir sobre el rastro que deja un asesino a su paso.

Entonces sí tiene que ver Broto porque aquí el asesino visita al escritor para explicarle los motivos del crimen. Eso sí. Sobre todo, no quise hacer una novela negra, sobre cuyo auge me permito ciertas ironías.

Le hace publicidad al Panam’s de la Rambla, que todavía existe.

¿Aún funciona?

Claro.

¿Y lo frecuentan putas todavía? ¡Caray! ¿Y se bajan todavía aquellas pequeñas escaleras? Allí se bailaba, las chicas alternaban y aceptaban una copa.

Algunos leerán el libro como su venganza contra el cine español...

No era mi propósito más importante, no dedicaría tres años de mi vida a vengarme. Es un libro sobre la memoria en el que aprovecho también para criticar algunas cosas del cine.

Yo no he visto la película de Si te dicen que caí...

No la vea, perderá el tiempo.

Pero ahora, después de leer esta nueva novela, me intriga saber

VISITA IMPACTANTE “Me vino a ver el asesino de Carmen Broto para rebatir cosas de mi novela”

EL TEMA “Es la memoria, y no el resentimie­nto por las malas adaptacion­es al cine que me han hecho”

si hay una escena con una prostituta ciega...

No, no, eso lo utilizo para mostrar a qué extremos pueden llegar los trapicheos de estos productore­s sin escrúpulos. Si me pregunta si he conocido algún productor sin escrúpulos, le diré que sí. Pero yo aquí apuntaba más alto: a la memoria individual y colectiva, eso está por encima de mis desavenenc­ias con la gente del cine, y de mi resentimie­nto por las malas adaptacion­es de mis novelas.

El libro empieza con una entrevista periodísti­ca al escritor...

Hay muchas cosas que dice el narrador que son las que yo pienso, tal vez sea mi libro más autobiográ­fico. Muestro detalles de la faena que no había enseñado nunca.

¿Qué parte hay de hechos reales?

No creo mucho en lo de discernir, en una novela, entre la parte real y la inventada. No entiendo por qué el lector quiere saberlo. Lo que vale

es si tiene sentido, si se sostiene.

Tiene ahí las fotos de Ava Gardner y Rita Hayworth... ¿No le gustan las actrices de hoy?

Son los sueños de mi adolescenc­ia, amores juveniles. En los años 30, 40 y 50 la belleza era un valor en sí mismo: los protagonis­tas de las películas eran todos guapos, los tíos también, y ellas sobre todo. Hoy esto se acabó, pero el problema de fondo es otro: la tecnología, cada vez se hacen películas más espectacul­ares en términos visuales en detrimento del talento, por ejemplo en los diálogos.

El asesino se somete a unas terapias psicológic­as de choque...

Me informé sobre las técnicas nazis de Vallejo-Nájera. Tras someterse a sus terapias agresivas, la gente ya no sabía qué pensaba, les extirpaba partes de la memoria.

Y trataba la ideología de izquierdas como una enfermedad mental.

Puede parecer increíble, pero así fue. Hablaban del gen rojo, y este psiquiatra quería extraérsel­o

TERAPIA S SALVAJES “Vallejo-Nájera quería extirpar a los izquierdis­tas el ‘gen rojo’ en una operación”

a la gente mediante una operación. ¿Quién es ese redactor de La

Vanguardia que se llama Luis y asesora al escritor?

Lluís Permanyer. Le consulté sobre la tarifa de una puta en la Barcelona de 1949, de ahí esa escena en que se dice que cobra 12 pesetas pero podría cobrar hasta 15. Lluís me informó muy detalladam­ente, ¡qué experienci­a tiene este hombre!

Usted suele criticar a los nacionalis­mos...

Los historiado­res también manipulan el pasado, pero eso es meterse en política y no está tocado este asunto en la novela.

¿Cómo que no? Le leo el programa de un espectácul­o, en la página 131: “¡Selectas Varietés! RUFIÁN Y TARDÁ, afamada pareja de payasos volatinero­s y saltimbanq­uis...”. Y hay más nombres...

Coña la que usted quiera, sí, pero sólo eso. Mantengo la distancia cuando escribo ficción, en ninguna novela he partido de ideas políticas, eso se lo dejo al lector.

Para acabar, ¿la mayoría de libros son una birria?

Ha ocurrido siempre. Tiene razón Eduardo Mendoza: la mayoría de libros, películas y programas de televisión, como las carreteras, son una birria. La mayoría de cualquier cosa siempre es una birria. Ya era así en el siglo XIX. De la literatura francesa de entonces quedan Stendhal, Flaubert, Balzac y no muchos más.

DISTANCIA “En ninguna de mis novelas he partido de posiciones políticas, eso se lo dejo al lector”

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Juan Marsé, fotografia­do ayer en su domicilio barcelonés
 ?? KIM MANRESA ??
KIM MANRESA
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KIM MANRESA

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