El magnate tropieza
Alarma en el equipo de Clinton al perder por sexta vez consecutiva frente a Sanders
Donald Trump ha sufrido en el estado de Wisconsin su peor derrota y su nominación en la convención de Cleveland que se celebrará en julio ya no se podrá producir de manera automática.
Donald Trump ha sufrido en el estado de Wisconsin su peor derrota. La que convierte en “aritméticamente improbable” su nominación automática, según los cálculos del Centro de Estudios Políticos de la Universidad de Virginia. Es decir, que el magnate no llegará a la convención de Cleveland en julio con los 1.237 delegados que necesita para ser nominado. Pero que pierda Trump no significa que Ted Cruz vaya a ganar. Si el magnate no alcanza la mayoría absoluta, menos todavía lo va a conseguir el senador ultraconservador de Texas. El reparto de delegados está ahora así: 743 para Trump, 517 para Cruz y 143 para Kasich.
Así que la convención, en vez de celebrarse como la rampa de lanzamiento del candidato repu- blicano, se anuncia como una batalla campal entre todas las facciones conservadoras en la que todo es posible y entra dentro de lo probable que ninguno de los dos contrincantes acabe siendo coronado como candidato a la Casa Blanca. El nombre de Paul Ryan, líder de la Cámara de Representantes, que en el 2012 formó ticket con Mitt Romney para la vicepresidencia, vuelve a circular como posible candidato de consenso. Es lo que quiere el establishment, pero resulta que los delegados de Trump y de Cruz son anti establishment, así que la batalla además de campal tendrá tres bandos en litigio.
La denominada brookered convention (convención abierta) tiene pocos precedentes y se recuerdan como acontecimientos de consecuencias negativas para el partido. Hay que remontarse a 1948, cuando los republicanos ne- cesitaron tres votaciones para nominar a Thomas Dewey, que sudó tanto la nominación que luego perdió contra pronóstico la elección presidencial frente a Harry Truman.
“Esta noche es un punto de inflexión”, declaró un Ted Cruz victorioso, y por primera vez Donald Trump hizo mutis por el foro. Es cierto que la derrota de Trump en Wisconsin marca una inflexión porque era un estado propicio para el magnate, con una elevada proporción de obreros industriales blancos, que es el segmento sociológico donde recibe mayores apoyos. El cambio de tendencia lo registraron los sondeos en las semanas más aciagas de Donald Trump. Las campañas para derribarle aumentaron su agresividad y han llovido sondeos que le presentan como el más seguro perdedor de la elección presidencial frente a Hillary Clinton.
Simultáneamente, al magnate le dio por dispararse en el pie varias veces. Se metió en un lío cuando defendió –y luego rectificó– que debería castigarse a las mujeres que abortaran ilegalmente, cuando se burló de la esposa de Ted Cruz y cuando defendió a su jefe de campaña, acusado de agredir a una periodista.
Todo eso ha contribuido a una derrota severa. Cruz ganó con el 48,2% de los votos y le sacó más de trece puntos de ventaja al magnate, que se quedó en el 35,1%. John Kasich, el tercer aspirante, obtuvo el 14,1%. Lo más significativo es que, según las encuestas a pie de urna, Cruz no sólo ha ganado entre los que se declaran como “muy conservadores” y los “muy religiosos”, sino que esta vez también ha obtenido el apoyo de los que se consideran “algo conservadores”. Ahora todo queda pendiente de la batalla de Nueva York, el estado natal del magnate, donde Trump espera hacer una demostración de fuerza. Anoche ya organizó un mitin multitudinario con 20.000 personas en Long Island.
La estadísticas señalan que ganar en Wisconsin es un requisito para la nominación, así que con razón las alarmas han sonado en el cuartel general de Hillary Clinton. En el campo demócrata, la ex secretaria de Estado cayó derrotada por sexta vez consecutiva. Bernie Sanders obtuvo el 56,6% de los votos frente al 43,1% de su rival. La diferencia en delegados sigue siendo muy favorable a Clinton que, según el cálculo de Associated Press, tiene 1.748, por 1.058 Sanders. Sin embargo, la ventaja de Clinton la otorgan 635 superdelegados que no están comprometidos. Los superdelegados son los congresistas, gobernadores y cargos públicos del partido que de momento apoyan a Clinton. Si Sanders consiguiera más delegados electos que su rival, la convención demócrata de Filadelfia también adquiriría un carácter épico.
Y también para los demócratas, la batalla de Nueva York se presenta apasionante. En Brooklyn tiene la candidata su cuartel general y en el barrio judío nació Bernie Sanders.
El cambio de tendencia hace aritméticamente improbable que el magnate logre la mayoría necesaria