Bélgica intenta limpiar su imagen de las críticas tras los atentados
El primer ministro admite que en verano el aeropuerto funcionará sólo al 40%
Dos semanas después de los atentados de Bruselas, las autoridades belgas se esforzaron ayer en demostrar que la ciudad vuelve poco a poco a la normalidad y en intentar limpiar su imagen por las críticas recibidas desde el 22 de marzo, e incluso tras los atentados de París de noviembre, que han tachado al país de ineficiente en la lucha contra el terrorismo.
“Volvemos a una vida normal”, dijo el primer ministro, Charles Michel, nada más empezar su rueda de prensa en el Residence Palace, la sede de muchos medios internacionales presentes en la capital de Europa. El objetivo más inmediato es conseguir que el metro vuelva a funcionar a pleno rendimiento a partir de la semana que viene. Actualmente, sólo 38 de las 69 estaciones están abiertas.
“Todo está preparado para que así sea”, dijo el ministro presidente de la región de Bruselas, Rudi Vervoort. “Estamos trabajando muy duro. No sabemos si será o no de forma progresiva. La Stib (la empresa del transporte público) está preparada para la reanudación. Pero hay obligaciones de seguridad”, comentó. Para garantizarla, a partir de ahora habrá patrullas conjuntas de la policía y del ejército en los andenes.
Otro gran reto de las autoridades es conseguir que el aeropuerto de Zaventem incremente su actividad lo antes posible, tras su reapertura parcial el pasado domingo. Michel dijo que este próximo fin de semana se alcanzará un tercio de su capacidad habitual y las previsiones son que en verano se logre un 40% del ritmo previo a los atentados. Los destrozos que causaron en la terminal de salidas han obligado a improvisar un nuevo espacio con una capacidad para recibir a 800 personas por hora; el equivalente a cinco o seis vuelos.
También hubo un mensaje tranquilizador para los turistas, de los que depende el 20% de la economía de Bruselas. Desde la paralización que sufrió la ciudad a finales de noviembre, cuando se aumentó al máximo el nivel de alerta, los hoteles han registrado entre un 60% y un 70% de cancelaciones. Para calmar los temores y mostrar esa imagen de normalidad, el ministro presidente de Bruselas recordó que tras los últimos atentados “las tiendas y las actividades públicas” han permanecido abiertas y animó a la gente a llamar al teléfono de información habilitado para turistas, en caso de que tengan dudas.
Sobre las críticas recibidas durante los últimos meses, Michel reconoció que los atentados son “indiscutiblemente un fracaso” para Bélgica, pero negó “la idea” de que el país sea “un Estado fallido”. Como ejemplo, se basó en el hecho de que sólo se tardó “unos meses” (cuatro) en detener a Salah Abdeslam –el único terrorista vivo de los ataques de París–, mientras que “para arrestar a Bin Laden se tardó diez años”.
Bruselas cuenta con seis departamentos policiales diferentes y la región está dividida entre las fuerzas de seguridad locales, regionales y federales. La descentralización dificulta la lucha antiterrorista y han sido varios los dirigentes, entre ellos el ministro del Interior belga, Jan Jambon, que han apostado por unificar los distintos cuerpos policiales. Sin embargo, Michel y Vervoort negaron ayer que ésta sea la solución para evitar futuros ataques.
Respecto al hecho de que algunos de los terroristas de París vivieran en Bruselas, el primer ministro lo justificó diciendo que Bélgica “es un país pequeño en el corazón de Europa, desde el que fácilmente se puede viajar a Londres, París o Ámsterdam” y volvió a recordar su propuesta de crear un FBI europeo que vigile a personas sospechosas.
Michel presume de que detuvieron a Abdeslam en cuatro meses y para Bin Laden se tardó 10 años