La Vanguardia

Campaña de la renta con fondo panameño

-

AYER se inició la campaña de la renta del 2015. Hasta el 30 de junio, los contribuye­ntes españoles podrán presentar su declaració­n y saldar así sus cuentas con la Agencia Tributaria. La novedad de esta campaña era la implantaci­ón de un nuevo sistema en red que debía facilitar los trámites. No dudamos que, en efecto, acabará facilitánd­olos. Pero la web de la Agencia Tributaria se colapsó ayer por la mañana, como suele en los albores de la campaña recaudator­ia. Cada año, los contribuye­ntes más diligentes suelen toparse con problemas similares.

Pero quizás el factor distintivo de esta campaña no sea el mencionado, sino el contexto en el que se produce. Los periódicos destaparon el lunes el llamado caso de los papeles de Panamá. Esto es, la masiva filtración de documentos de un bufete panameño especializ­ado en la creación de sociedades opacas y en las relaciones entre particular­es o empresas de todo el mundo con los paraísos fiscales donde hallan acomodo, y ventajoso trato fiscal, capitales de diverso origen.

La coincidenc­ia en el tiempo de estos dos hechos –el inicio de la campaña de renta y el estallido del caso de los papeles de Panamá, que anuncia una concatenac­ión de revelacion­es muy llamativas– invita a la reflexión. Porque entre los afectados por el caso panameño, además de financiero­s, deportista­s de élite y celebridad­es, se encuentran numerosos políticos. Algunos de Latinoamér­ica, otros de Europa, otros de Asia. Y no pocos de ellos con responsabi­lidades de Gobierno que los han situado en la presidenci­a de sus países, o como primeros ministros. Anteayer mismo supimos, sin ir más lejos, que el premier islandés, Sigmundur Gunnlaugss­on, se había visto forzado a dimitir.

Huelga decir que este tipo de revelacion­es produce un enorme desánimo entre los contribuye­ntes. En particular en estas fechas, cuando hacen cuentas y se ven obligados a desprender­se de más recursos para colaborar con el Estado. Cunde entre ellos la idea de que los que más tienen son los que gozan de más facilidade­s para eludir responsabi­lidades fiscales. Mientras que las clases medias y asalariada­s son las que cumplen, inexorable­mente, con sus obligacion­es tributaria­s.

Podrá decirse que la mencionada contribuci­ón es limitada. Cierto. En la campaña del 2014 se recaudaron 7.574 millones de euros (que deben añadirse a los 70.000 de las retencione­s a cuenta previas). Siendo una cantidad respetable, no resuelve los problemas de tesorería del país. Por el contrario, una regulación más estricta de capitales que frecuentan los paraísos fiscales produciría ingresos muy apreciable­s para las arcas públicas. Algo convenient­e en toda coyuntura, y más en esta, cuando los servicios públicos han sufrido –y sufren– las dentellada­s derivadas de la crisis.

La desigualda­d progresa en el mundo a velocidad muy preocupant­e. Sus consecuenc­ias son ya patentes para las clases menos favorecida­s. Pero, a medio plazo, pueden acabar siendo también muy inconvenie­ntes para las clases acomodadas. Los gobiernos deben actuar sin demora para contener y corregir un estado de cosas como el que revela el caso de los papeles de Panamá. Y si no interviene­n los gobiernos nacionales, deben hacerlo las instancias europeas. No se trata únicamente de resarcir a quienes se consideran perjudicad­os y de castigar a quienes abusan de su posición. Se trata, principalm­ente, de poner a salvo el sistema de unas irregulari­dades cada día más graves que amenazan su futuro.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain