La Vanguardia

‘Qué chabocha la chevecha’

- Quim Monzó

Hoy día hasta el más incompeten­te se ve con ánimos de escribir un libro. Si no encuentra ninguna editorial que se lo publique, pues se lo autoedita. Y a esperar que, con el paso del tiempo, algún sabio despistado lo descubra, decida que es la mejor obra nunca escrita y, por arte de magia, le caiga del olimpo el premio Nobel de Literatura.

Lo mismo pasa con la cerveza. No hay iluminado que no fabrique su propia cerveza artesana y la promocione por los bares enrollados, convencido de que, en un rincón oscuro de su casa, acaba de dar el paso definitivo hacia la excelencia que nadie había conseguido en ocho mil años, desde que egipcios, sumerios, mesopotámi­cos e íberos empezaron a consumirla. Hay artesanas muy buenas –como la Sex A Pils que preparaban unos carpintero­s en el fondo de la nave donde trabajan, en Pubilla Cases–, pero es evidente que la mayoría son imbebibles; una puta mierda, por decirlo de forma simple y elegante.

Como pasa con buena parte de la gastronomí­a actual, una de las obsesiones de estos cerveceros de nuevo cuño

No hay iluminado que no fabrique su propia cerveza artesana y la promocione por los bares enrollados

es la originalid­ad. Por eso una empresa polaca llamada Orders of Yoni ha lanzado al mercado un nuevo tipo que utiliza como levadura bacterias de ácido láctico recogidas de la vagina de una mujer. Concretame­nte, de la modelo checa Alexandra Brendlova. La cerveza se llama Bottled Instinct.

Hay que recordar que, hace cuatro o cinco meses, la bloguera anarcofemi­nista Zoe Stavri colgó la receta de cómo hace ella el pan: con levadura obtenida de su vagina. Pero como hoy día no te puedes fiar de nadie y a veces intentan pasarte por buenas noticias inventadas, he revisado la web de Orders of Yoni. Aparenteme­nte, todo parece cuadrar (más o menos). Un palé con 144 botellas, 40 posavasos, 15 abrebotell­as y un póster de Alexandra Brendlova dedicado por ella misma: 1.250 euros. Un palé con 720 botellas, 200 posavasos, 25 abrebotell­as y un póster de Alexandra Brendlova dedicado: 4.400 euros. Así hasta pedidos de 1.008 botellas por 5.300 euros (con 250 posavasos, 30 abrebotell­as y cuatro pósters dedicados por Alexandra Brendlova).

De forma que, como hice con el té de coca que conseguí de Perú hace unos meses, haré un pedido de Bottled Instinct. Sólo una cosa me preocupa. Hará tres años, Michael Douglas explicó que lo que le produjo el cáncer de garganta que le detectaron fue su afición por practicar el sexo oral; declaracio­nes que incomodaro­n a su mujer, Catherine Zeta Jones. No sea que ahora, sin la delicia de practicarl­o, te aparezca cáncer de garganta por beber esta cerveza. Además, imagina que una noche vuelves a casa y te preguntan: –¿Dónde has estado? –Tomando un par de cervezas con un amigo.

–¿Un par de cervezas? ¿Y este olor? Ven aquí. Tírame el aliento –se lo tiras–. A mí no me engañas. ¿Con quién has estado?

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