De fogones y cuchillos
Lo escribe Maylis de Kerangal en su libro Un chemin de tables, sobre el trabajo, minuciosamente detallado, de un joven cocinero en París: “El cocinero se ha convertido en un personaje importante de la sociedad contemporánea, una estrella mediática definitivamente alejada del tipo gruñón y misterioso que iba sacando los platos desde el secreto de su antro, y las cocinas se han convertido en estudios de televisión”. Esta observación puede aplicarse a la tradición muy consolidada de los programas ortodoxos de cocina o de los documentales que combinan viaje y gastronomía. Y más recientemente se han impuesto formados competitivos tan exitosos que incluso tienen equivalentes con niños sin que intervengan la dirección general de protección a la infancia.
COCINAS NACIONALES. Pero, además de la popularización de los cocineros a través de realities y documentales, la ficción sigue explotando este filón. Lo hemos visto en El chiringuito de Pepe (Telecinco), una serie de nivel notable perjudicada por un metraje que debilita el vigor argumental que tendría si no tuviera que ocupar tanto espacio en la parrilla. Y los amantes del género ya pueden encontrar en las grandes superficies virtuales legales europeas la primera temporada en DVD de la serie francesa Chefs. Puede que no tenga la sofisticación y los acabados de las series de Canal+ pero combina muy bien la descripción de un mundo –un poco a la manera de Ratatouille pero sin concesiones al humor– con personajes muy definidos y una densidad dramática más próxima a los conflictos shakespearianos que a una sucesión de anécdotas intranscendentes. Los paralelismo entre Chefs y el libro de Maylis de Kerangal –que los lectores españoles pueden descubrir a través de la excelente Reparar a los vivos (Anagrama)– son notables. Mientras el libro cuenta la peripecia de un cocinero inquieto, que cambia de trabajo siguiendo un mapa mutante de circunstancias e impulsos, Chefs retrata el descubrimiento de la vocación de un joven que sale de la cárcel y que descubre la influencia hereditaria de un chef excéntrico pero muy competente de un pequeño restaurante parisino. Para hacerlo más evidente, pero sin caer en la obviedad, el restaurante se llama Le Paris y el comedor está decorado con fotografías de la torre Eiffel en construcción. Igual que El chiringuito de Pepe conecta con la mejor comedia española costumbrista, con toques de ternura celtibérica (tipo Calabuig, salvando las distancias) y no renuncia a parodiar el choque cultural y generacional entre la cocina moderna y el universo tradicional de la fritanga,
Chefs explota el patrimonio gastronómico francés y no pierde ocasión de reivindicarse siguiendo un equilibrio compensado entre el melodrama y la aproximación a un mundo de cuchillos, quemaduras y pasiones picantes. La evolución del papel del cocinero es un hecho, en la ficción y en la realidad. La prueba es que Pepe Rodríguez, el cocinero simpático del trío de jueces de Mas
terChef, afirma que su programa socializa la cocina y refuerza la Marca España. ¿Qué es la Marca España? Trenes vacíos de alta velocidad que son una ruina para el país pero que permiten que el presidente en funciones, que a menudo parece más de ficción que real, se sienta temerariamente orgulloso.
El restaurante de la serie se llama Le Paris y el comedor está decorado con fotografías evolutivas de la torre Eiffel