¿Quién retira un libro con una errata?
La singular editorial de Jordi Raventós, Adesiara, llega a su título número cien
La editorial Adesiara es uno de esos prodigios que demuestran que hay vida cultural en el Planeta Oeconomicus. Cuando se proscriben las humanidades en los colegios y retrocede en la universidad, cuando la vida acelerada impone que todos sepan las diez mismas cosas de todo, cuando lo último borra lo nuevo, aparece gente rara como Jordi Raventós, que disfruta nadando a contracorriente. Ninguno de sus libros pasaría el veto de los departamentos comerciales de las grandes editoriales y, sin embargo, la editorial que fundó en el 2007, Adesiara (con el logotipo escrito con a minúscula), llega a los cien títulos.
Los autores en lengua inglesa han colonizado las estanterías de las librerías, eclipsando a valiosos escritores de otras lenguas, pero Raventós traduce de la lengua original, ya sea griego clásico, latín, persa, japonés, inglés, sánscrito, alemán, italiano, e incluso el astu-
“Retiré la edición de Ovidio porque encontré una errata en la página 14”, dice el editor
riano, joyas de la literatura universal. Recupera clásicos catalanes inencontrables y llena huecos de la literatura universal con obras que no estaban traducidas al catalán, a menudo, ni al castellano, y en alguna ocasión, primicia en una lengua occidental. Sin olvidar el erotismo, el buen humor y la punzante sátira, en la gran tradición del reír clásico. La font sagrada de Henry James, El núvol missatger de Kalidasa, L’arbre de foc de Agustí Bartra, Vita sexualis de Mori Ogai. Libros de Eliot, Goethe, Brecht, Defoe, Nietzsche, Voltaire, Ritsos o Eduqueu els infants ben aviat en les lletres, de Erasmo, como manifiesto a favor de la lectura, cuando “la cultura siempre ha estado amenazada por la barba- rie de quienes desprecian, envanecidos de su ignorancia, aquello que ignoran: hoy los bárbaros son aquellos que creen incompatibles el progreso económico y los trabajos productivos”.
La mayoría de las editoriales recorta gastos en correctores y traductores, lo que ocasiona errores. “A nosotros –dice Raventós (y por nosotros se refiere a él y otra persona)– no nos preocupa el tiempo. Nunca pediremos una traducción de un libro de 300 páginas en cuatro meses ni contrataremos a cuatro traductores distintos de un mismo libro para que sean más rápidos”.
Su libro más vendido es Art d’enamorar, de Ovidio, traducido por Jaume Juan Castelló, con tres ediciones. Ya impreso, y a pesar de haber pasado por tres correcciones y dos revisiones, detectó en la página 14 un errata. No vaciló en retirar toda la tirada. “‘Estás loco’, me dijo el traductor”, cuenta riendo Raventós. Pero lo hizo. Retiró 600 ejemplares y los 200 que ya estaban repartidos en librerías son ahora pieza codiciada por los coleccionistas. ¿Cuál era la errata?: “¡Que aparecía repetida dos veces una preposición!”. El cançoner de Ripoll y Quartetes de Omar Kayyam están en su singular lista de más vendidos. “Una vez me preguntaron si el Racine que publiqué había sido un fracaso. Contesté que no. Fracaso es no cumplir unas expectativas y yo ya sabía que no sería un best seller. Sabía que tenía que publicarlo”.
Para celebrar que en el total de sus cuatro colecciones suma ya el número cien, publica L’enemic de la barba, de Juliano el Apóstata, traducida por Pau Sabaté, de 27 años. “Los jóvenes se encuentran con el problema de que para contratarles les piden experiencia. ¿Qué experiencia van a tener si no se les dan oportunidades?”. Juliano fue el último emperador romano de la dinastía de Constantino, un emperador austero, casto, enemigo de la corrupción (vicios que achacaba a las élites cristianas), que tomó como modelo al emperador-filósofo Marco Aurelio. Seguidor de Plotino, abjuró del cristianismo para im- plantar un paganismo neoplatónico. Son momentos cruciales de la historia de Occidente, cuando el cristianismo –siglo IV– está aún fijando sus dogmas. “El neoplatonismo y el cristianismo son hijos de la misma época”, dice Sabaté. En las dos, el emperador, necesitado de recentralizar el poder, tras la época republicana, era el vínculo entre la divinidad (El Sol Invicto, Mitra o Jesús) y la humanidad; y la corte era la intermediaria entre el emperador y los súbditos. “Tal vez el cristianismo se impuso porque era la única religión que no toleraba otros dioses. El dios único, el dios celoso”. L’enemic de la barba es una sátira y un viaje al día a día del año 363, Antioquía, de nuestra era.