Desigualdad
La violinista Viktoria Mullova ha tenido una presencia importante en Catalunya, ya desde sus presentaciones de hace años en el Festival de Torroella, donde llevó a cabo diferentes propuestas en las que brillaba como solista, y que dejaban en evidencia una intención de búsqueda. Lo mismo en su discografía. Ahora parece volver a los orígenes magistrales, asumiendo dos Partitas y una Sonata para violín solo de Bach. Obras cumbre para el instrumento, escritas cuando el violín barroco estaba en lo más alto, por un buen conocedor de este. En este recital de Mullova hubo dos partes muy claramente opuestas en cuanto a resultante en la interpretación. Una primera –si bien no hubo pausa– con la Sonata n.º 1 y la Partita n.º 3, en las que el sonido resultaba por momentos desigual, con una búsqueda clara de contrastes, pero con cierta rudeza y problemas de articulación. En la Partita (Mi mayor) hubo buenos matices ornamentales y buena sonoridad en dobles cuerdas, aunque se notaba cierta dureza en el sonido. Me sorprendió en cambio la Partita n.º 2 que cerró el programa, en que Mullova mostró ductilidad, gracia incluso, en la Allemande, y un toque sutil, con variedad de sonoridades, y excelente resultado en pasajes de virtuosismo, con tensiones y expresión. ¿Por qué un cambio tan marcado? ¿Quizá un cambio de arco? No lo puedo afirmar porque en la primera parte me dio la sensación de que trabajaba con un arco clásico, y sólo pude constatar que el que usó al final para la Partita n.º 2 era barroco. Es cierto que un arco es parte de intermediación y que es el instrumentista quien acciona, pero estas obras están escritas pensando en ese tipo de instrumento, por lo cual la diferencia tan marcada de sonido y sensibilidad quizá pueda ser atribuible a ello. Será interesante escuchar las Partitas que ha de interpretar Isabelle Faust el próximo 24. Una referencia.