Pfizer y Allergan desisten de crear el mayor gigante farmacéutico
Las nuevas reglas fiscales de Obama frustran el pacto de más de 150.000 millones
La calificada como la mayor fusión empresarial se ha desvanecido como un castillo de naipes.
El mismo presidente Barack Obama se puso a soplar para derribar ese entramado. A Pfizer –la firma de la viagra– y Allergan –la del botox y la belleza– no les ha quedado más remedio que recoger las cartas de una operación en entredicho desde el inicio por el intento de la primera compañía por escamotear el pago de impuestos en Estados Unidos.
“Parece que ha hecho un trabajo muy fino para construir una norma, temporal, para frenar este acuerdo y, obviamente, para que no logremos el éxito”, afirmó Brent Saunders, director ejecutivo de Allergan ante las cámaras de la cadena CNBC.
Saunders se refería a las nuevas normas que el lunes anunció Jack Lew, secretario del Tesoro, para atajar las maniobras empresariales de cara a eludir cargas fiscales en este tipo de “acuerdos de inversión”. Al día siguiente, tras modificar su agenda, Obama compareció para elogiar la introducción de esa regulación que persigue cerrar “uno de los vacíos legales “más pérfidos”. Sin citar nombres, el presidente equiparó a las empresas que figuran en los papeles de Panamá con las que pretender aprovecharse del sistema para pagar menos tasas haciendo ver que el pez pequeño se come al grande. Sucedió en noviembre. Entonces se anunció con fanfarria que Pfizer, con sede en Nueva York, y Allergan, con los cuarteles en Irlanda, habían alcanzado un pacto de adquisición de la una por la otra, que as- cendía a la astronómica cifra de 160.000 millones de dólares, unos 150.500 millones de euros al cambio de entonces.
Así se ponían los cimientos para el gigante farmacéutico. El pacto tenía una característica es- peciales bajo el paradigma de los “acuerdos de inversión”.
Pese a que la estadounidense (199.000 millones de dólares, unos 187.500 millones de euros), era la principal, Allergan (123.000 millones de dólares, 116.000 millones de euros) figuraba como la compradora.
Esto permitía que el conglomerado tuviera el hogar en Dublín. En lugar de pagar impuestos corporativos del 39% en Estados Unidos, abonarían al 17%, además de facilitar la entrada del capital en el extranjero.
El máximo responsable de Pfizer, Ian Red, se justificó en aquel momento diciendo que las empresas estadounidenses operaban,”con una mano atada a la es-
El presidente de EE.UU. compara los acuerdos de inversión con las empresas de los papeles de Panamá
palda”, respecto a las extranjeras.
Red emitió un comunicado este martes, madrugada de ayer en Barcelona. En ese pronunciamiento reconoció que la fusión se había descartado ante las trabas impositivas, y sugería una posible partición de su negocio. Pfizer abonará 150 millones de dólares a la irlandesa como reembolso de gastos asociados a la operación.
Ahora, unos ven a Obama como un villano, que sólo intenta hacer gestos en año electoral. Otros lo ensalzan a lo Robin Hood ante la codicia de las corporaciones.