El esmoquin femenino, ideado por Saint Laurent, cumple 50 años
El esmoquin que Yves Saint Laurent adaptó al armario femenino en 1966 encuentra en la modelo Cara Delevingne a su nueva musa
“Para las mujeres, el esmoquin es una pieza de armario indispensable con la que se encuentran a sí mismas, porque es estilo y no una moda. La moda va y viene pero el estilo es para siempre.” aseguró Yves Saint Laurent cuando en 1966 se decidió a adaptar esa prenda para la mujer. Ahora, en el 50 aniversario de su apuesta entonces osada, el esmoquin sigue en plena vigencia. Es una opción y un aval de elegancia a la que muchas marcas le han rendido constantes homenajes y que ahora recibe un nuevo empujón.
¿El motivo? Esta doble prenda tradicionalmente masculina con la que recordaremos siempre bellas a mujeres tan diversas como Bianca Jagger, Catherine Deneuve, Liza Minnelli, Lauren Bacall, pero también a modelos y reinas que siguen vistiéndola hoy día, ha encontrado en Cara Delevingne a la musa. La embajadora perfecta para estos tiempos en que la repercusión digital es del todo imprescindible.
Precisamente su vuelta a la escena en el territorio de la moda que muchos creían que ya había abandonado fue enfundada en un esmoquin de Yves Saint Laurent. La imagen revolucionó las redes, abrió un insólito debate sobre la supuesta retirada de la mediática modelo y sus confesiones acerca de crisis de identidad que ella define como depresiones que le provocan psoriasis y episodios de odio hacia sí misma entre otras incomodidades. Pero, más allá del día a día de Cara Delevingne (ahora inmersa en el rodaje de Valerian, donde interpreta a una agente galáctica), con su imagen enfundada en la más reciente versión del esmoquin de Yves Saint Laurent se ha revivido la historia de esta prenda imprescindible.
Lo cierto es que ahora es un clásico del que nadie duda, pero su entrada en escena no fue nada fácil. En absoluto. La tarde de 1966 en que Yves Saint Laurent se presentó en sociedad en el taller del número 5 de la avenida Marceau dejó a su público boquiabierto. El genio debutó con esta brillante idea de sacar su primera versión del esmoquin para mujer –le smoking, en palabras suyas– y de entrada sólo le cayeron críticas.
Su revolución estética fue tratada por Gloria Emerson en el New York Times, de anticuada e inadecuada para atraer a las jóvenes. No entendió la pirueta del diseñador que recuperaba el carácter reaccionario de esa prenda creada en 1865 cuando el príncipe de Gales encargó a Henry Poole, el sastre de Savile Row, una chaqueta informal. Ni siquiera era la primera vez que lo lucía una mujer porque en 1930 la visionaria y pionera Marlene Dietrich ya lo había exhibido en la película Morocco de Josef von Sternberg, y también en su vida. El frac, el traje de chaqueta y, sobre todo, el esmoquin eran las prendas que vestía a diario y que defendía porque “visto por imagen, no para mí misma, no para el público, no para la moda, no para los hombres”. Construyó así un look inaccesible y muy masculino invitando a muchas mujeres a seguir su ejemplo. Lo hicieron las pertenecientes a la alta sociedad que, a finales de los años treinta y cuando aún fal-
YVES SAINT LAURENT En 1966 no gustó a todos su presentación de la versión femenina del esmoquin
LA QUEJA Aunque también feminizó la gabardina, lamentaba no haber inventado los vaqueros
taban treinta años para que apareciera Yves Saint Laurent en escena, se aficionaron a los estilismos masculinos de la fascinante y siempre rompedora diseñadora italiana Elsa Schiaparelli.
A pesar de las críticas recibidas en su presentación, el guiño estético que Yves Saint Laurent presentó en su taller esa lejana tarde de 1966 gustó especialmente al público más joven. El genio, que para crear su particular esmoquin femenino tomó como referencia el estilo de la artista y cineasta francesa Niki de Saint-Phalle y a Catherine Deneuve como prime- ra embajadora, consiguió de ese modo un arranque brillante para su propia historia en el mundo de la moda. Y también para la del esmoquin. En 1971 Bianca Jagger se casó en Saint Tropez con Mick Jagger luciendo una chaqueta blanca de Yves Saint Laurent, un año después Liza Minnelli pasó a la historia del cine vestida con un blazer negro y unas medias en la película Cabaret y en el 2001 Hedi Slimane presentó su primera colección para Dior Homme con chaquetas slim fit y pantalones pitillo que arrasaron, pero no sólo entre el público masculino. También, y quizá más, entre el femenino.
Yves Saint Laurent, que decía que sólo lamentaba una cosa: no haber inventado los vaqueros, también participó entonces en esa nueva segunda edad dorada del esmoquin. En el 2006 incluso se dedicó una exposición completa (Smoking forever) a esta pieza que encumbraron de nuevo Janelle Monáe (en el 2010 presentó su primer disco The Arch Android vestida de esmoquin) y Anne Hathaway, que en el 2011 también escogía esa prenda para presentar la gala de los Oscar.
Pero esa no es la única ropa de toque varonil que Yves Saint Laurent desvió para siempre a los armarios femeninos. Hizo lo mismo con la mítica gabardina. Aunque fue Burberry quien la trajo al terreno de la moda (su origen es militar: era una prenda utilizada por la armada inglesa en India a comienzos del XIX), el encargado de feminizarla fue Yves Saint Laurent. En 1966 convirtió el diseño que Ernest Hemingway popularizó cuando en 1933 escribió Las nieves del Kilimanjaro y que en los cincuenta llevaban galanes como Charlton Heston o Peter O’Toole (en la película Lawrence de Arabia), en una prenda totalmente femenina que en 1968 le inspiró toda su colección titulada
África.También este genio nacido en 1936 en Orán (Argelia) y fallecido en París en el 2008, el lugar donde vivió y creó claramente influenciado por Christian Dior, Coco Chanel y Loulou de la Falaise, fue de los primeros en jugar con las transparencias para vestir, sin dejar de enseñarlo todo, a las mujeres más osadas. En 1968, su apuesta por las muselinas y los pechos al descubierto fue censurada en muchas revistas. Y, ¿se dan cuenta? También en eso sigue mandando su genio ya que hoy día vuelven a ser súper tendencia los vestidos de diseños exquisitos y tejidos nobles que lo dejan todo a la vista.