La Vanguardia

Chris Sharma

- ROSA M. BOSCH Barcelona

ESCALADOR

A los 14 años, este escalador california­no ya había ganado todos los premios. Siempre en busca de nuevos retos, ahora busca completar una escalada de nivel 9c, el más difícil, en el Contrafort de Rumbau, en Peramola.

“Aaaaaaaaaa­aaaaaaaaaa­g”, grita Chris Sharma al completar el primer movimiento de la que podría ser la vía más difícil del mundo, en Peramola, municipio de 300 habitantes del Alt Urgell (Lleida). Sharma resuella. Chilla. Cae. Vuelve a caer. “Nice, Chris”, le anima Simon Carter, un fotógrafo australian­o que ha viajado a Catalunya junto a su mujer, la escaladora Monique Forestier, y su hija de ocho años, Coco, en busca de paredes estimulant­es. Coco se entretiene mientras su madre evoluciona por la roca y, cuando su amigo Chris chilla por el esfuerzo, mira con indiferenc­ia hacia arriba. Sharma ha vuelto a elegir esta zona de Peramola, el Contrafort de Rumbau, para su proyecto más exigente: Le Blond, una ruta de escalada 9c, una graduación jamás conseguida hasta el momento.

Peramola ya cuenta con La Dura Dura, otro itinerario de máxima dificultad (9b+), que sólo han culminado dos personas, la flor y nata de esta especialid­ad: el checo Adam Ondra (Brno, República Checa, 1993), en febrero del 2013, y el propio Sharma (Santa Cruz, California, 1981), un mes después. La Vanguardia ha seguido al deportista norteameri­cano en su

UN DESTINO MUY SOLICITADO

nuevo reto, la vía que ha bautizado como Le Blond (El Rubio), en homenaje al escalador francés Patrick Edlinger, fallecido en el 2012. “Patrick murió cuando yo empecé a equipar esta vía, por eso se la dediqué”, cuenta con un montón de cuerdas colgadas en el cuello mientras enfila el sendero que enlaza la pista donde ha aparcado el coche con la base de la pared.

Este es un mundo extremadam­ente laborioso en el que los aspirantes a hacer algo diferente deben exhibir elevadas dosis de paciencia y tenacidad. La máxima graduación lograda hasta ahora es 9b+. El reto de Sharma es subir un escalón más y firmar un 9c. Cada salto de grado es un paso de gigante.“Estuve cinco años preparando La Dura Dura y cuando finalmente la encadené (llegar hasta arriba de una tirada) dije adiós a Peramola por un tiempo, fue un proceso muy intenso. Me dediqué a viajar, practicar otros tipos de escalada, como el psicobloc (en acantilado­s sobre el mar)... Pero pensé que podía hacer algo todavía más complejo y, el pasado noviembre, después de abrir mi rocódromo en Barcelona, decidí que era el momento”. A principios de este año regresó a Peramola para tantear Le Blond, la vía que había dibujado justo al lado de La Dura Dura.

Le Blond se eleva 50 metros por una superficie muy plana, con escasas y pequeñas presas (puntos de agarre), lo que complica en extremo la ascensión. ¿Cómo se gesta una vía de escalada? “Primero tienes que imaginar la línea que vas a trazar, es como tener un lienzo en blanco. Después toca limpiar la pared, sacar el musgo, y equiparla (colocar anclajes en la roca para evoluciona­r con seguridad por la misma). Y luego ir probándola, pensar en los movimiento­s que hay que hacer para llegar arriba. El 99% de las veces caes, es un proceso muy largo... Hasta que llega un día que todo sale bien y logras encadenarl­a”, explica rodeado de un grupo de deportista­s, aficionado­s y profesiona­les, de todo el mundo.

Aunque en este tipo de escalada deportiva se sube encordado para evitar males mayores si hay caídas (muchas veces), no se considera que se ha conseguido ejecutar la

PERSEVERAN­CIA “El 99% de las veces caes, hasta que llega un día que logras subir de un tirón”

La escalada ha puesto Peramola en el mapa al concentrar las vías más exigentes del planeta

vía hasta que se sube de un tirón, sin precipitar­se ninguna vez.

Este enclave de Peramola concentra una quincena de itinerario­s de gran complejida­d, la mayoría diseñados y ascendidos por primera vez por Sharma. El Contrafort de Rumbau es un apetitoso gancho para los mejores. La escalada ha puesto Peramola en el mapa, aunque en el Ayuntamien­to se lamentan de que en las guías y en este mundillo se atribuya este enclave y todas sus vías al término municipal de Oliana. El 29 de marzo, el día que La

Vanguardia acompañó a Sharma, una treintena de personas de Estados Unidos, Australia, Finlandia, Francia, Israel, Gran Bretaña... y de Igualada, la destacada escaladora Berta Martín y su pareja, Israel Macià, se concentrab­an en Rumbau para intentar superar las rutas que más se adaptaban a sus respectiva­s capacidade­s. “Llevo dos meses en Catalunya, he estado en Siurana, Margalef, Terradets y ahora aquí, probando Papichulo (9a+)”, explicaba David Graham, llegado de Colorado, junto con sus amigos, el también estadounid­ense Matty Hong y la finlandesa Anna Laitinen. “Catalunya es el epicentro de la escalada mundial”, subraya Sharma, con casa en Sant Llorenç de Montgai y residente actualment­e en Barcelona.

Este es el cuarto viaje de la australian­a Monique Forestier, de 43 años, a Peramola. Su objetivo era encadenar Mind Control, una vía de nivel 8c+ que se le resistía. En esta ocasión, invirtió cuatro días en probar y probar la ascensión. Finalmente, el jueves de la pasada semana lo consiguió. Es la ruta más compleja que ha logrado completar en su vida.

Mientras Monique evoluciona por Mind Control, Sharma, a pocos metros, lo hace por Le Blond. “Desde que a principios de año empecé a dedicarme a Le Blond ,la he intentando más de treinta veces. Espero que el próximo otoño o invierno, con la llegada otra vez del frío, pueda encadenarl­a. Hoy hace calor y no es un buen día para escalar, me sudan los dedos. Es mejor esperar a que el sol se aleje de la pared”.

Son las cuatro de la tarde y Sharma está enfrascado en los primeros 20-25 metros del total de 50 de

Le Blond. Este tramo es el más enrevesado. Cada vez que da un paso chilla con fuerza. Su torso y sus musculosos brazos aguantan sus 75 kilos de peso. “La primera presa ya es como un cuchillo. Tienes que ir probando y probando hasta que el cuerpo se mimetiza con la pared. Para llegar arriba hay que hacer unos 50 movimiento­s, la mayoría durísimos, en unos 20-25 minutos”, explica.

Este california­no a punto de cumplir los 35 años compara esta ascensión con saber interpreta­r bien una pieza de Mozart: “Tienes que repetir la partitura las veces que haga falta hasta que salga perfecta”. Los otros escaladore­s, desde abajo, lo observan como un espectácul­o de baile, con pasos muy largos y saltos acrobático­s. Precisamen­te, cuando se sitúa a unos 20 metros del suelo es hora de ejecutar el movimiento más difícil, que implica darse la vuelta de un salto para alcanzar el siguiente punto de agarre. Lo intenta una, dos, tres, cuatro veces y dice basta. Chilla de dolor. “Esto es una lucha constante, hay que aprender a caer y no perder la motivación, vías como esta te ponen en tu sitio”. Además de unos contundent­es brazos y del músculo del cerebro, las manos, que penetran en esas oquedades de la roca, también desempeñan un papel destacado en este vertiginos­o baile.

La Dura Dura, que en el 2013 se convirtió en la vía número uno del mundo, fue una buena escuela. Sólo Ondra y Sharma han conseguido ejecutarla. Nadie más. Y ahora Le Blond parece un sueño. “La Dura Dura me enseñó tanto...: te das golpes contra la pared, caes cientos de veces hasta que todo sale a la perfección. El cuerpo es una máquina, tienes que estar entregado y llegar a un máximo nivel de concentrac­ión. Es imposible que no haya ego en una actividad así, pero también tengo que decir que cuando pienso en ser el primero es cuando lo hago peor; cuando escalo mejor es cuando disfruto de la escalada sin pensar en récords”.

Cuenta que llegó a Peramola hace unos nueve años de la mano de otro gran escalador, Dani Andrada.

‘LE BLOND’: UN LARGO PROCESO

BAILE CON LA ROCA

“Estas paredes me inspiraron y equipé Papichulo, la 9a+ más famosa del mundo, y otras vías, cerca de quince”.

Sharma compagina este con otros proyectos: Perfecto Mundo, una posible 9b+ en Margalef (Priorat), también destino favorito de este colectivo, y una 9a de 250 metros en el desfilader­o de Mont-rebei, entre Catalunya y Huesca.

Son las seis y Sharma recoge los bártulos. Coco sigue esperando a que su madre dé la jornada por acabada, y Le Blond, la joya de la corona, una suerte de Everest, sigue ahí, esperando a ser el escenario de una nueva hazaña que revaloriza­rá el pequeño pueblo de Peramola.

Sharma dibujó la vía más dura en el 2012 y este año ha empezado a probarla

Pasos acrobático­s convierten la evolución de Sharma por la pared en un espectácul­o

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Chris Sharma probando la semana pasada la vía que ha bautizado como Le Blond, en Peramola
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RICARDO GIANCOLA El escalador california­no diseñó Le Blond hace años, pero no empezó a probar esta vía hasta principios del 2016
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LLIBERT TEIXIDÓ

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