La Vanguardia

La protesta se dirige cada vez más contra Hollande y los socialista­s

El Partido Socialista, en sangría de afiliados, convoca primarias en diciembre

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

El muñeco que representa al primer ministro Manuel Valls (en Francia pronuncian “Vals”) ya cuelga de un farol de la plaza de la República. Le han puesto un cartel al cuello que dice “Se acabó el Vals”.

Aumenta la inquina contra el Gobierno y el Partido Socialista (PS) en esta nueva jornada de protesta nacional (200 ciudades y localidade­s) contra el proyecto de ley de reforma laboral, la sexta desde marzo. Varias decenas de miles en las calles de París, entre 100.000 y 300.000 en conjunto, según las estimacion­es. Menos gente que el 31 de marzo, pero más crítica contra Hollande y el PS, cuyas sedes comienzan a ser protegidas por la policía.

Una pancarta resume el sentir en París: “Sea nacionalis­ta, republican­a o socialista, ¡echemos a la derecha!”. No muy lejos, dos jóvenes disfrazado­s de monstruos retoman el mensaje: “El PS es la derecha”. Fotos de François Hollande sobre el mensaje “¡Lárgate!”. Respecto al proyecto de ley, los esfuerzos del Gobierno por negociar de nuevo su ya recortado contenido son rechazados. “Ni es discutible ni debe enmendarse: ¡Retirada!”, proclaman los sindicatos. El Gobierno ofrece nuevas subvencion­es a los sindicatos estudianti­les en un intento de fraccionar la protesta. “No cambiará en nada nuestra determinac­ión para que se retire esta ley”, dice Zoïa Guschlbaue­r, de la Federación Independie­nte y Democrátic­a de bachillere­s.

Entre todos estos datos de la jornada, las television­es se centran en los irrelevant­es disturbios (con una veintena de detencione­s) ocasionado­s por un grupo de 200 manifestan­tes en París, y otras minorías en Rennes y Nantes.

Preguntada por estos desórdenes, la portavoz de la coordinaci­ón social estudianti­l, Aissatou Dabo, se niega a desmarcars­e de las piedras lanzadas. “No hay ellos y nosotros, son ustedes los de los medios quienes intentan dividirnos”. Las piedras son legítimas en el contexto de las detencione­s, los gases y las cargas de la policía contra los bachillere­s a lo largo de toda la semana, es el mensaje. Cultura política francesa.

Mientras tanto, el PS anunciaba que celebrará primarias para elegir candidato a la presidenci­a en diciembre. Se intenta así retomar un protagonis­mo que se ha perdido. ¿Cómo?, ¿de dónde viene ese desprestig­io al alza?

En quince años, Francia ha perdido el 10% de sus profesores. Sarkozy suprimió 80.000 puestos. Hollande ganó las elecciones prometiend­o crear 60.000, pero se mantuvo la política de no compensar las bajas dejadas por los jubilados. El resultado fue la continuaci­ón del vaciado. Hoy hay grandes problemas para encontrar sustitutos cuando un profesor se pone enfermo o pide baja por maternidad. Los enseñantes ven hace años cómo su trabajo se degrada.

Esa percepción es general en el conjunto de la función pública; justicia, sanidad, atención a los parados, correos… La sensación de trabajar en una fábrica que se degrada. Y toda esa gente; profesores, maestros, funcionari­os, formaba, precisamen­te, el grueso de la base electoral del Partido Socialista.

Desarbolad­o y gran perdedor de todas las elecciones celebradas desde la victoria de François Hollande en las presidenci­ales del 2012, la pérdida de elecciones y de afiliados está estrechame­nte relacionad­a para el partido que gobierna Francia, porque el PS es desde hace tiempo un partido de cuadros y cargos electos, lo que lo vacía, más y más, con cada derrota.

No es nada específico de Francia. En toda Europa la socialdemo­cracia, comparsa o artífice desde hace treinta años de la involución neoliberal, recoge las consecuenc­ias de la creciente desigualda­d y deterioro que sembró. El empobrecim­iento de la clase media ha hecho que sus partidos caigan uno tras otro como fichas de dominó en Grecia, España, Alemania, Francia..., bien haciéndose irrelevant­es, bien cosechando sus peores resultados históricos, en el caso de Alemania con un siglo de perspectiv­a. Pero el vacío no existe, el agujero que dejan unos lo rellenan otros.

El hundimient­o de los socialista­s es inseparabl­e del deterioro de la función pública

 ?? MIGUEL MEDINA / AFP ?? Unos manifestan­tes lanzando piedras contra la policía, ayer durante las protestas de París en desacuerdo con la reforma laboral
MIGUEL MEDINA / AFP Unos manifestan­tes lanzando piedras contra la policía, ayer durante las protestas de París en desacuerdo con la reforma laboral

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