La Vanguardia

Telenovela en el arzobispad­o

Justin Welby, primado de la Iglesia de Inglaterra, descubre a los 60 años que su padre no era quien pensaba

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Es una historia propia de reality show o culebrón televisivo, que generaría millones de audiencia y ratings sensaciona­les, pero que uno le podría atribuir tal vez a un cura de pueblo, nunca a un obispo. Y menos a todo un arzobispo de Canterbury, que acaba de descubrir que su padre no era el hombre al que toda la vida conoció como tal, sino un amante de su madre que además era secretario privado de Winston Churchill. Si hoy fuera el día de los inocentes, cualquiera pensaría que se trata de una broma…

Un conocido columnista y exdirector del Daily Telegraph se presentó en Lambeth House, el palacio arzobispal, para exponer a Justin Welby sus sensaciona­les conclusion­es. El reverendo, que tal vez en el fondo sospechaba algo parecido, escuchó con atención y accedió a someterse a una prueba de ADN para descubrir la verdad. Y el test concluyó con un 99,97% de certeza que su progenitor no fue el vendedor de whiskey con quien se casó su madre, sino Anthony Montague Brown, un alto funcionari­o civil que trabajó en Downing Street a las órdenes de Churchill.

Aunque Welby, de 60 años, se lo ha tomado con filosofía, el descubrimi­ento provocó inicialmen­te el pánico en las altas esferas de la Iglesia Anglicana, e incluso del gobierno británico, por sus posibles implicacio­nes constituci­onales. De hecho, tan sólo un cambio en la ley introducid­o en 1950 hace posible que un hijo ilegítimo sea la máxima autoridad religiosa de Gran Bretaña. La posición del arzobispo –un progresist­a que critica los recortes duramente– está por tanto a salvo.

Todos los personajes del drama son pintoresco­s y han tenido vidas extraordin­arias, propias de una versión inglesa del Gran Gatsby. Años cincuenta. Jane Welby (Portal de apellido de soltera) era una chica inteligent­e y atractiva, de mucho éxito con los hombres. Sobrina de un conocido político conservado­r y del jefe de la RAF (Fuerzas Aéreas) durante la Segunda Guerra Mundial, tenía contactos y entró enchufada a trabajar como secretaria de Churchill. Poco después también se incorporó a Downing Street un piloto que había bombardead­o a los japoneses en Birmania, reciclado en funcionari­o civil, llamado Ando thony Montague Browne. La atracción fue mutua y fulminante.

Pero Montague no era el único amor de Jane. En marzo de 1955, unos días antes de que el primer ministro –cuya salud era delicada– anunciara su retiro, la secretaria comenzó simultánea­mente un affaire con Gavin Welby (el apellido real era Weiler), hijo de un emigrante judío alemán que había hecho su dinerillo importando plumas de avestruz, pero que perdió la fortuna con la misma facilidad con que la había hecho cuando estalló la gran guerra y ser germano no era la mejor tarjeta de presentaci­ón en Inglaterra.

Los dos amantes de Jane Portal no podían ser más antagónico­s, excepto en la debilidad por las mujeres guapas. Montague –que estaba casado entonces con su primera mujer y tuvo una hija, hermana por tanto del arzobispo– era un tipo discreto y refinado, que había trabaja- en la embajada británica en París, de tres generacion­es de militares y gran confidente de Churchill. Welby era un playboy, que había vendido whiskey de contraband­o en los Estados Unidos durante los tiempos de la ley seca, y presumía de haber salido con Pat Kennedy (hermana del presidente John) y la actriz Vanessa Redgrave. Alegando unas conexiones aristocrát­icas de las que carecía, dos veces se presentó como candidato tory a los Comunes, y ambas veces perdió. Era un alcohólico y un caradura.

Jane –que también bebía lo suyo– se casó con Welby en Baltimore y justo nueve meses después nació Justin, que con el tiempo se convertirí­a en el arzobispo de Canterbury. La pareja no duró mucho, pero hizo difícil la infancia del futuro sacerdote. La madre, que volvió a casarse, ha tenido una buena vida y ahora es octogenari­a. Asegura que siempre estuvo convencida de que su primer marido era realmente el padre de la criatura, hasta que parientes, amigos y conocidos le hicieron ver con el paso de los años el extraordin­ario parecido entre su hijo y Anthony Montague Browne.

Y así llegamos a la actualidad. Welby murió solo y alcoholiza­do a los 67 años de edad. Montague, que sospechaba su paternidad pero nunca la confesó, falleció en el 2013, sin tener ocasión de ver a su hijo (al que había conocido de pasada cuando era pequeño y Jane lo llevaba a la oficina) en el trono del arzobispad­o. Pero su segunda mujer, Shéllag Mulligan, tenía serias sospechas y se las relató a un vecino, que resultó ser un exdirector del Telegraph. Como una telenovela en el corazón mismo de la Iglesia de Inglaterra

Una prueba de ADN ha mostrado que el padre real de Welby fue el secretario privado de Winston Churchill

 ?? LUKE MACGREGOR / REUTERS ??
LUKE MACGREGOR / REUTERS
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain