Empujados por el miedo y la guerra
El mundo pone fin a una etapa de cuatro años de contención del gasto militar al incrementarlo un 1% en el 2015
El mundo ha gastado más dinero en inversión militar durante el 2015 que en el 2014. Con ello se rompe una tendencia decreciente que tuvo su punto de inflexión en el 2011. Crisis económica y modificación de ciertos escenarios bélicos contribuyeron a aquel cambio que ahora podría verse revertido. Los expertos se preguntan si el incremento global de un 1% en el gasto militar mundial del último año pone fin a esa tendencia de descenso que había hasta ahora. El desarrollo de cuestiones como la amenaza del Estado Islámico (EI) y de conflictos asociados como el de Libia y Siria, o las relaciones de China con los países de su región o los de Rusia con los suyos, por ejemplo, serán determinantes para confirmar si el 2015 ha supuesto el final de una etapa en la que los países destinaron menos fondos a la defensa.
Ese incremento mundial del gasto militar se produce a pesar de que el país que linealmente más fondos destina a gastos de defensa, Estados Unidos, haya mantenido esa tendencia a la baja ya iniciada tras la retirada de sus tropas en Afganistán e Iraq. Su gasto en estas materias cayó el pasado año un 2,4%. Sin embargo, la eventual vuelta de tropas norteamericanas a Iraq, como querrían algunos técnicos del Pentágono, o el envío a Libia podrían hacer cambiar ese decrecimiento de inversión en defensa.
El panorama descrito en el último informe sobre gasto militar en el mundo, editado por Stockholm Internacional Peace Research Institute (Sipri), confirma que los incrementos de inversión en aparato bélico se concentran en ciertas áreas del mundo (Asia, Oceanía, Europa del Este y Oriente Medio) mientras que en otras, como en la de América Latina, la caída del gasto es muy palpable. El caso extremo de Venezuela es, por acusado, el más significativo. El país que preside Nicolás Maduro invirtió en aparato militar un 64% menos que en el año 2014.
El caso venezolano es prototípico también de aquellos países que han hecho caer su inversión en el sector militar forzados por una caída de ingresos nacionales por la bajada del precio del petróleo. Algunos productores de crudo se han resentido mucho y han aplicado fuertes recortes. Ese es también el caso de Angola, que ha disminuido un 42% su gasto militar en el último ejercicio. Otros países como Bahréin, Brunei, Chad, Ecuador, Kazajistán o Sudán del Sur están en ese mismo grupo. Es un apartado en el que también está Omán, aunque, paradójicamente, este sultanato de la península arábiga sea el país que destina un porcentaje mayor de su producto interior bruto al gasto en defensa. Algo más de un 16% de sus cuentas nacionales las ocupa la partida de fondos militares, según datos facilitados por el Sipri.
Al noroeste de Omán se sitúa Arabia Saudí. Es el hermano mayor de la península. Pese a ser un gigante de la producción petrolífera, es una de las excepciones que confirma la regla: su gasto militar ha subido un 5,7% pese a la bajada de ingresos por la venta de crudo. Es el segundo porcentaje mundial más alto. La pugna que mantiene con Irán por el dominio regional y su intervención bélica en Yemen han forzado su rearmamento.
Sólo China supera a Arabia Saudí en tasa porcentual de crecimiento del gasto militar. El Gobierno de Pekín incrementó esa partida de la contabilidad nacional en un 7,4%. Ese comportamiento, en el que algunos analistas ven trazos neoimperialistas y de paulatino desafío a la hegemonía global norteamericana, es el que ha llevado a que países del entorno, como Vietnam, también se rearmen.
El caso de China y el de Rusia tienen características y acarrean consecuencias parecidas, al ser potencias demográficas con voluntad de estar en primera línea mundial junto a Estados Unidos. Así, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía han incrementado el gasto militar, muy influidos por la crisis de Ucrania y por el papel de Rusia y su voluntad de rivalizar con los países de la OTAN.
En lo referido al área de Europa Occidental, la región ha mantenido su contención con tendencia a la baja en lo que a inversión militar se refiere, aunque con el porcentaje más bajo de decrecimiento desde el 2011. Según el Sipri, Francia, el Reino Unido y Alemania estudian leves incrementos de gasto en el futuro acuciados por la amenaza del EI.
David Odalric de Caixal i Mata, profesor de la Universidad de Nebrija y analista especializado en terrorismo yihadista, es de los que piensa que, por el momento, el gasto militar no va a contenerse. “No disminuirá porque los diversos enfrentamientos en todo el mundo van en aumento”, explica. La amenaza yihadista, tanto en la zona que actualmente controla el Estado Islámico como en Libia, “obligará a un esfuerzo extra a las economías vinculadas a la OTAN”.
Algunos analistas más optimistas auguran que, si se logra la derrota militar del Estado Islámico en el teatro de operaciones –ya retrocede por ejemplo en Siria y se contiene en Iraq–, ello podría permitir adecuar de nuevo el gasto y liberar partidas a cuestiones de seguridad interior. Nadie se atreve a hablar de plazos.
Las operaciones contra el Estado Islámico y el recelo que despiertan China o Rusia marcan esta nueva era