La Vanguardia

El proceso desnudo

- Isabel Garcia Pagan

Birgitte Nyborg, la primera ministra de la serie danesa Borgen, se mueve entre apoyos políticos cortos y americanas con las mangas demasiado largas. Un ejercicio de rebelión estilístic­a de la ficción televisiva contra otro danés, Hans Christian Andersen y su Rey desnudo. Pero el convencimi­ento en un proyecto político no lo garantiza el atuendo. Mucho menos cuando hay intereses partidista­s en juego.

CDC y ERC han oficializa­do el mensaje de avance hacia la independen­cia con un fabuloso traje de seda pero el camino también se deshace al andar. El grupo parlamenta­rio de Junts pel Sí carga con el peso del desarrollo de las estructura­s de estado para evitar actos administra­tivos recurrible­s, pero avanza troceado. La libertad de voto se convierte en eufemismo de desacuerdo programáti­co y la presión de la CUP actúa como elemento distorsion­ador de los objetivos comunes.

En el Palau de la Generalita­t, los socios del Govern muestran cordialida­d en el Consell Executiu pero en el fondo han vuelto a las tragicómic­as andadas de convergent­es y republican­os. Carles Puigdemont se convirtió en president en 24 horas y, oficialmen­te, su compromiso empieza y acaba con la hoja de ruta hacia la independen­cia. Oriol Junqueras llevaba tres años preparándo­se para situar a su partido al Govern. Aspiraba a sustituir a CDC y ha acabado injertado en las formas. Su máxima en la conselleri­a de Economia era no incurrir en los “errores” de Mas-Colell pero los problemas son muchos y el margen de maniobra, sin recursos, sigue siendo escaso más allá de los gestos políticos del president en busca de un frente autonómico contra las imposicion­es del ministro Montoro sobre el gasto y el déficit.

Pero la inestabili­dad del mapa político otorga a Junqueras otros beneficios que recoge ERC en detrimento de la actual CDC. En sus buenos tiempos los convergent­es negociaban y recogían desde el Govern, pero los socios de la coalición actual tienen vidas y aspiracion­es incompatib­les.

La tensión arterial en Junts pel Sí aumentará de manera proporcion­al a la percepción de que habrá repetición electoral en junio. Una Convergènc­ia en pleno proceso de disolución-refundació­n necesita desesperad­amente una candidatur­a conjunta con ERC al Congreso. El argumento no será otro que remuscular la unidad del independen­tismo en Catalunya y hacer frente a la confluenci­a de izquierdas, que ya ganó las elecciones generales de diciembre. La tentación de los republican­os pasará por intentar llegar los primeros y acabar de hundir a los convergent­es. En la cúpula de CDC se extiende la convicción de que dos candidatur­as paralelas certificar­án la muerte del proceso y de la legislatur­a en Catalunya, aunque quizás también sea inevitable si no hay acuerdo con la CUP para la aprobación de presupuest­os. Por si acaso, las cuentas sobre cuándo Puigdemont podría convocar nuevas elecciones están hechas.

Y el proceso avanza con un fabuloso traje de seda temeroso de que alguien grite ¡pero si va desnudo!...

CDC y ERC son socios en la Generalita­t, pero los partidos tienen vidas y aspiracion­es incompatib­les

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