El proceso desnudo
Birgitte Nyborg, la primera ministra de la serie danesa Borgen, se mueve entre apoyos políticos cortos y americanas con las mangas demasiado largas. Un ejercicio de rebelión estilística de la ficción televisiva contra otro danés, Hans Christian Andersen y su Rey desnudo. Pero el convencimiento en un proyecto político no lo garantiza el atuendo. Mucho menos cuando hay intereses partidistas en juego.
CDC y ERC han oficializado el mensaje de avance hacia la independencia con un fabuloso traje de seda pero el camino también se deshace al andar. El grupo parlamentario de Junts pel Sí carga con el peso del desarrollo de las estructuras de estado para evitar actos administrativos recurribles, pero avanza troceado. La libertad de voto se convierte en eufemismo de desacuerdo programático y la presión de la CUP actúa como elemento distorsionador de los objetivos comunes.
En el Palau de la Generalitat, los socios del Govern muestran cordialidad en el Consell Executiu pero en el fondo han vuelto a las tragicómicas andadas de convergentes y republicanos. Carles Puigdemont se convirtió en president en 24 horas y, oficialmente, su compromiso empieza y acaba con la hoja de ruta hacia la independencia. Oriol Junqueras llevaba tres años preparándose para situar a su partido al Govern. Aspiraba a sustituir a CDC y ha acabado injertado en las formas. Su máxima en la conselleria de Economia era no incurrir en los “errores” de Mas-Colell pero los problemas son muchos y el margen de maniobra, sin recursos, sigue siendo escaso más allá de los gestos políticos del president en busca de un frente autonómico contra las imposiciones del ministro Montoro sobre el gasto y el déficit.
Pero la inestabilidad del mapa político otorga a Junqueras otros beneficios que recoge ERC en detrimento de la actual CDC. En sus buenos tiempos los convergentes negociaban y recogían desde el Govern, pero los socios de la coalición actual tienen vidas y aspiraciones incompatibles.
La tensión arterial en Junts pel Sí aumentará de manera proporcional a la percepción de que habrá repetición electoral en junio. Una Convergència en pleno proceso de disolución-refundación necesita desesperadamente una candidatura conjunta con ERC al Congreso. El argumento no será otro que remuscular la unidad del independentismo en Catalunya y hacer frente a la confluencia de izquierdas, que ya ganó las elecciones generales de diciembre. La tentación de los republicanos pasará por intentar llegar los primeros y acabar de hundir a los convergentes. En la cúpula de CDC se extiende la convicción de que dos candidaturas paralelas certificarán la muerte del proceso y de la legislatura en Catalunya, aunque quizás también sea inevitable si no hay acuerdo con la CUP para la aprobación de presupuestos. Por si acaso, las cuentas sobre cuándo Puigdemont podría convocar nuevas elecciones están hechas.
Y el proceso avanza con un fabuloso traje de seda temeroso de que alguien grite ¡pero si va desnudo!...
CDC y ERC son socios en la Generalitat, pero los partidos tienen vidas y aspiraciones incompatibles