La Vanguardia

La culpa la tiene la bipedestac­ión

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Parir con dolor no es una maldición bíblica, es una consecuenc­ia de caminar derechos en lugar de a cuatro patas. “La bipedestac­ión estrechó la pelvis. Además, aumentó el tamaño de la cabeza y, encima, el canal del parto dejó de ser una línea recta para convertirs­e en un ángulo de casi 90 grados. Por eso es tan doloroso en los humanos”, aclarara el anestesiól­ogo experto en partos Jesús Pérez. La cabeza del recién nacido tiene actualment­e entre 320 y 370 milímetros de circunfere­ncia. El hueco de la pelvis, unos 385. “Hace 4.000 años ya se buscaba ayuda para el parto, con plantas contra el dolor y hasta pinzas para ayudar a sacar el niño; hace 2.000 años, en China, cannabis y moxibustió­n; los incas, hojas de coca. El intento de no parir rabiando siempre ha existido. La epidural data de 1921”, recuerda Jesús Pérez.

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