La Vanguardia

Vigila con quién bebes

Amélie Nothomb presenta su última novela, ‘Pétronille’, oda a la amistad y el champán

- NÚRIA ESCUR

Amélie no tiene remedio. En el buen sentido de la palabra. La escritora belga –aunque nació en Kobe, en Japón, en 1967– sigue levantándo­se todos los días, sin excepción, a las cuatro de la madrugada para ponerse a escribir. Presentó su última novela, cómo no, con una copa de champán delante. “He aguantado 23 años en mi oficio gracias al champán. Por cierto, todas las imitacione­s universale­s de esa bebida son horribles. Con una excepción: el cava”.

Pétronille (Anagrama) es una reflexión sobre la amistad y la embriaguez. Su estilo quiere ser como el propio champán, ligero, noble, pétillant. “Pero no sufran. Entre que me levanto y las doce del mediodía sólo bebo agua o té. Por la tarde, champán. Pero por la tarde no escribo así que no hay peligro de afectación”.

Pétronille existe. En realidad se llama Sthepanie y es una escritora francesa poco conocida cuyo talento reivindica con ardor Nothomb. La conoció en una librería donde había sido invitada a firmar unos ejemplares. “Un ser andrógino de veintidós años que parece que tenga quince”. Stephanie, especialis­ta en Christophe­r Marlowe , es la persona que eligió Nothomb como compañera de juergas etílicas. No se parecen en nada: una de origen aristócrat­a, la otra de origen obrero. “Stephanie es insufrible y, sin embargo, me atrae poderosame­nte su manera de ser, tan lejana a la mía. Por este motivo digo que vuelve la lucha de clases”.

Como no se puede beber solo, advierte Nothomb, hay que elegir bien con quien compartir unas copas. Y seguir tres criterios: que sea alguien que sepa beber, que inspire simpatía y que puedas confiar en él, “porque cuando bebes lo sueltas todo, todos tus secretos”. Reconoce la escritora que la primera búsqueda cuando inicia un libro es la del sonido. “Cuando me embarazo, como digo yo, de un libro me llega un sonido y de ahí sale una idea”. Sólo publica una cuarta parte de lo que escribe.

El libro, que avanza sin lógica, recupera una técnica que ya ha utilizado Nothomb en anteriores ocasiones. “Ante un nuevo libro uno puede adoptar un ritmo sinfónico o un ritmo de rapsodia. Yo elegí éste último. Mis finales no son sinfónicos, con orquesta y grandilocu­encia”.

Lo dice como respuesta a quienes le recriminan que a veces termine sus novelas de manera brusca, falsamente estúpida. “Pero la mayor parte de las veces la muerte llega así, en un santiamén, sin preparació­n, no tiene nada de heroica. Roland Barthes murió atropellad­o por la furgoneta del lechero. Yo pienso que también moriré aplastada por algún coche...”

Nothomb, acompañada de su eterno sombrero, sigue jugando a la provocació­n y la sofisticac­ión. Aunque reconoce que Pétronille es lo contrario de todo eso y precisamen­te por eso le atrae como personaje. Cuando la escritora le dejó el original a la verdadera Pétronille esta sólo le comentó dos cosas: “Primero, al fin hablas de algo interesant­e. Y segundo, ¿por qué cuentas que meo entre dos coches?”.

Los periodista­s empezaron a perseguir a esa chica joven que había inspirado a la popular Amélie Nothomb para construir un personaje insólito. Stephanie les recibió con un desplante: “¿No me habéis hecho caso en tantos años y ahora os interesa saber quién soy?”.

Es esa naturalida­d la que Nothomb envidia. “Pétronille es el álter ego maligno de mí misma. La nuestra es una relación de sumisión porque yo siento cierta vergüenza por lo que ella hace, se enfada con todo el mundo, pero al mismo tiempo me fascina”.

La amistad etílica entre la escritora consagrada y la recién llegada teje una suerte de ensayo irónico. Una atmósfera que sumerge al lector, según sus editores, en un estado que oscila entre lo ascético y lo alucinator­io.

Nothomb no dudó en afirmar, además, que aunque ha sido traducida a a 46 idiomas, “mi mejor editor en el planeta tierra es el que permite que mis libros se lean en español y en catalán”.

Preguntada por si es posible la amistad entre escritores, Nothomb frunce el ceño. “Es posible pero siempre resulta fatal, de modo que es extremadam­ente difícil. Siempre permanece en el fondo algo de rivalidad”, responde quien es una de las autoras en lengua francesa con mayor proyección internacio­nal desde Estupor y temblores hasta hoy.

“Yo, por ejemplo, juro que no tengo ni idea de por qué tengo yo tanto éxito y mi amiga Pétronille (Stephanie) no lo logra. Creo que en 23 años de ejercicio de la profesión sólo he tenido dos amigos que también se dedican a la literatura”. Y cumple su sentencia: “Cuando dudo me comporto como una japonesa: me río”.

Pétronille existe; se llama Sthepanie y es una escritora francesa que Nothomb reivindica con ardor “Ante un nuevo libro puedes adoptar un ritmo sinfónico o un ritmo de rapsodia; yo elegí este último”

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JORDI ROVIRALTA Nothomb en el Instituto Francés antes de la rueda de prensa

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