El cambio es un largo camino
El disco que firma Manel es una obra que, de entrada, merece la alabanza de ser producto de una decisión arriesgada. Se fueron a Estados Unidos a ponerse en manos de un productor del que les gustaba algunas referencias con las que había trabajado, pero desconocían su modo de hacer y su habitat musical. Por el resultado sonoro del encuentro con Jake Aron, la simbiosis musical fue notable.
Y lo fue tanto por el espíritu que empapa las cuatro esquinas del disco, como por el empleo de la utillería para elaborar columnas y detalles. El aroma que supura Jo competeixo es de una libertad bastante holgada, con amplio margen para la elaboración y, para los parámetros de Manel, la experimentación. Hay referencias que sirven de pauta como LCD Soundsystem, que no a todo el mundo puede agradar. Y también hablamos de canciones de prolongada duración como la concluyente Jo competeixo con un rap incluido y construido solo sobre dos notas. También se puede hacer mención de ese homenaje a La bilirrubina de Juan Luis Guerra en forma de La serotonina, que más que emular les permite entrar en terrenos sonoros hasta entonces ignotos como lo latino, ya que aunque no optan por reelaborar el merengue original les permite chapotear en ecos cumbieros y de reggaeton. Por otro lado, el empleo de esas instrumentaciones novedosas, no son siempre inéditas –como los sintetizadores– pero sí más preeminentes. En fin, lo que sí ha cambiado son las estructuras folk que les hicieron grandes en su día y que están buscando sustituirlas. En eso están.