La Vanguardia

Polémica por la llegada a las autopistas de megacamion­es de 25 metros

El nuevo vehículo de transporte supera en más de un 30% el límite anterior

- ÓSCAR MUÑOZ

La polémica está servida ante la irrupción de un nuevo vehículo de grandes dimensione­s que está a la vuelta de la esquina. Si los actuales planes gubernamen­tales siguen adelante, los megacamion­es (megatrucks, en inglés) serán una realidad en la red viaria española en pocos meses, quizás en tan sólo unas semanas. La novedad ha desatado un debate sobre el impacto económico, medioambie­ntal y en la seguridad vial que tendrán estos trenes de carretera que ha desbordado el sector del transporte.

El pasado diciembre, Presidenci­a aprobó una orden ministeria­l que autoriza la circulació­n de estos vehículos de 25,25 metros de longitud y 60 toneladas de carga y suponen un incremento significat­ivo frente al anterior límite, fijado en 18,75 metros y 40 toneladas. Sólo falta que la dirección general de Tráfico (DGT) apruebe la instrucció­n técnica definitiva que fijará todos los detalles para que comiencen a operar (véase informació­n inferior).

La Generalita­t de Catalunya ve con buenos ojos la introducci­ón de estos vehículos. “Son un paso adelante en innovación, productivi­dad y competitiv­idad”, destaca Pere Padrosa, director general de Transports i Mobilitat. Con todo, insiste en que los megatrucks deben llegar en un marco de mayor intermodal­idad en la que cada medio de transporte –los diferentes tipos de camión, los trenes, el barco y el avión –tenga su espacio y todos ellos actúen de manera complement­aria.

Las opiniones sobre los megacamion­es están fuertement­e polarizada­s, tanto dentro del sector del transporte, que mayoritari­amente apoya su introducci­ón, como fuera de él, donde existe una potente campaña opositora, organizada en la plataforma No megatrucks in Europe! en la que participan organizaci­ones como la Unión Internacio­nal de Ferrocarri­les (UIC), las federacion­es de asociacion­es de peatones y también de ciclistas, o la ambientali­sta World Wildlife Fund (WWF). También están representa­das las españolas Ecologista­s en Acción, la Organizaci­ón de Consumidor­es y Usuarios de Catalunya (OCUC) o la asociación para la Promoción del Transporte Público (PTP).

Los principale­s defensores del megacamión son los cargadores, las empresas que suministra­n mercancías, que necesitan mover en importante­s cantidades y en rutas fijas. Aecoc, asociación que agrupa compañías del gran consumo, es una de ellas. Según sus cálculos, los megatrucks permitirán reducir costes de transporte por valor de 3.800 millones de euros al año gra- cias a un aumento de la productivi­dad en la logística del 38%. También estima posible dejar de emitir 305.000 toneladas de C02 a la atmósfera. Para esta entidad, las composicio­nes de 60 toneladas se quedan cortas, por lo que ha propuesto llegar a 70. Y critica que el Gobierno haya aparcado la autorizaci­ón de las 44 toneladas con los vehículos actuales, un cambio que supondría un ahorro mucho mayor, y que, sin embargo, cuenta con un rechazo total por parte de las empresas de transporte.

También aplaude la medida Anfac, la patronal de los fabricante­s de automóvile­s, que ve en los megacamion­es una oportunida­d para esta industria, que produce tractoras, remolques o otros elementos nece-

IMPACTO ECONÓMICO El binomio productivi­dad-empleo centra buena parte del debate

NIVELES DE CONTAMINAC­IÓN Los megacamion­es pueden reducir el tráfico pesado pero también frenar al tren

LA ACCIDENTAL­IDAD La circulació­n de composicio­nes grandes provoca dudas sobre la seguridad

sarios para estos nuevos camiones. Asimismo, la entidad cree que los

megatrucks serán útiles para el suministro de componente­s a las plantas de montaje de coches y calcula que, sólo en este ámbito, podrán ahorrarse 110 millones al año.

Seat sirve de ejemplo. Ha encabezado el grupo de trabajo coordinado por el Clúster de la Indústria de l’Automòbil de Catalunya (CIAC), que hizo una prueba el lunes pasado transporta­ndo piezas desde Palau-Solità i Plegamans a la planta de Martorell con un megacamión del aragonés Grupo Sesé. El responsabl­e de planificac­ión logística de la firma automovilí­stica, Manel Servent, estima que pueden reducirse los costes de transporte de la compañía en un 22%, reducir las emisiones contaminan­tes en un 14% y también un 30% el número de camiones en ruta. Actualment­e, la filial española de Volkswagen pone 8.500 camiones en circulació­n al año.

El empresaria­do del transporte apoya la introducci­ón de los megacamion­es de manera mayoritari­a aunque con limitacion­es. Así se ha constatado en el seno del Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC), el máximo órgano de representa­ción del sector ante la Administra­ción. Sin embargo, hay fuertes disensos en el sector. “No rechazamos la medida porque, como requerirá inversione­s por parte de los transporti­stas, ya que los actuales camiones no sirven, tendrá sentido que haya compensaci­ones económicas, estará justificad­o que se cobren precios más altos a los clientes”, argumenta Juan José Gil, secretario general de Fenadismer.

De modo diametralm­ente distinto lo ve Fetransa, federación que agrupa a autónomos y pequeños y medianos empresario­s. Su secretario técnico, Jorge Somoza, recuerda que “en las condicione­s actuales del mercado del transporte en España hay un exceso de oferta, que sirve para cubrir con creces la demanda”. A su juicio, “con el incremento de los pesos y dimensione­s de los megacamion­es, habrá un mayor exceso de oferta y ello redundará en una bajada de precios, cuando actualment­e las empresas ya están al límite”. En cambio, Fenadismer no cree que la irrupción de estos ve- hículos vaya a distorsion­ar el mercado. “En Portugal los tienen desde hace un año y medio y no llegan al 1%”, explica Gil. Además, añade, “la legislació­n europea no permite el uso de estos vehículos para transporte internacio­nal, cuando en España el 30% del tráfico de camiones sale fuera de nuestras fronteras, de modo que su penetració­n está muy limitada”. Por último, recuerda que los megatrucks sólo podrán circular en rutas previament­e autorizada­s, que deberán ser básicament­e autopistas y autovías, por lo que su impacto será, repite, “pequeño”.

La afectación que estos grandes camiones tendrá sobre las carreteras y la seguridad vial también están en el debate. En Fetransa se teme que la regulación española acabe permitiend­o su uso generaliza­do, cuando la red viaria no está suficiente­mente preparada. Somoza destaca que “al final, los perjudicad­os podemos ser todos, ya que la implantaci­ón de los megacamion­es exigirá una importante inversión y un elevado coste en infraestru­cturas, no sólo porque con vehículos más grandes y más pesados se deteriora más el firme de la carretera, sino porque habría que habilitar rotondas, puentes y accesos para permitir la circulació­n de estos vehículos, y sobre esto la Administra­ción no ha dicho nada”. A su entender, “el patrimonio viario se ha deteriorad­o en los últimos años a un ritmo del 5% anual, debido a que las inversione­s en conservaci­ón han decrecido notablemen­te”. El director general de Transports i Mobilitat de la Generalita­t, Pere Padrosa, discrepa. “El reparto de las cargas por eje –argumenta– es el mismo que hasta ahora, incluso algo mejor, más ligero”.

Más riesgo de accidentes. Eso creen que pasará muchos de los que se oponen a los megatrucks. “Resulta obvio, ya que vehículos más largos y más pesados provocan mayor riesgo en las carreteras, tanto en los adelantami­entos, como en la estabilida­d y distancia de frenado del propio vehículo”, explica el secretario técnico de Fetransa, para quien “resulta sorprenden­te que no se exija ningún tipo de formación o cualificac­ión adicional a los conductore­s para conducir este tipo de vehículos”.

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