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Las nuevas medidas contra los paraísos fiscales a raíz de la publicación de los papeles de Panamá, y las declaraciones del papa Francisco en favor del perdón y la apertura.
EL papa Francisco anima a la Iglesia y a los católicos a una vocación integradora en Amoris laetitia (La alegría del amor), un documento que, sin renunciar a la doctrina canónica, aporta algunas novedades que definen y subrayan la apertura que conforma su trayectoria pastoral y que, por su singular trascendencia, interesa a los creyentes e incluso a los que no lo son, pero admiten el valor social de la Iglesia. Aunque desde el punto de vista más mediático, esta aportación del papa Bergoglio se ha centrado en la cuestión de los divorciados católicos, a los que trata de integrar para que participen en la comunidad, hay otros aspectos que merecen una reflexión.
El primero de ellos es que “nadie debe ser condenado para siempre, porque esta no es la lógica del Evangelio”, escribe Francisco. No se refiere el Papa únicamente a los divorciados, “sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”; por ejemplo, los homosexuales, respecto de los que rechaza condenar por el hecho de serlo. Ahí se detiene en aclarar que no toda situación calificada de “irregular” significa vivir en pecado mortal y “privado de la gracia santificante”, porque admite que la persona puede estar en condiciones que no le permiten obrar de manera diferente, aun conociendo la norma, y que por tanto merece la ayuda de la Iglesia, incluidos los sacramentos.
Una segunda cuestión que aborda el Papa argentino en su exhortación es el sexo en el matrimonio. Escribe que “Dios creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus criaturas” y que, según añade, debe cultivarse. Con su característica forma diáfana de manifestarse, Francisco rechaza que la dimensión erótica del amor se entienda como “un mal permitido o como un peso que se debe tolerar, sino como un don de Dios que embellece el encuentro de los esposos”.
También se refiere el Obispo de Roma al papel de la mujer en la sociedad y a la necesaria liberación emprendida. Tras rechazar por supuesto la violencia que se ejerce en ocasiones sobre las mujeres y cualquier forma de degradación y de desigualdad social y económica, el Papa escribe que “hay quien considera que muchos problemas actuales ocurren a partir de la emancipación de la mujer: es una falsedad y una forma de machismo”.
El papa Francisco sigue dando pasos adelante en la apertura de la Iglesia hacia aquellos sectores de creyentes que, por una u otra razón, se han visto marginados e incomprendidos. Y pide al clero misericordia y amplitud de miras para ayudar a superar los casos difíciles y las familias heridas.