Y, de repente, los lobos
Desde la noche del pasado miércoles detecto en mi entorno un repentino interés por los lobos y sus aullidos
El repentino interés por un tema es como el amor, un impulso irrefrenable de consecuencias imprevisibles. Desde el pasado miércoles detecto en mi entorno un interés repentino por los lobos que nadie podía imaginar. El foco ilumina la población de lobos (lo que en la Baja Sajonia denominarían Wolfsburgo) y todos nos aplicamos a saber más. En este interés repentino los catalanes no estamos solos. Nos acompañan muchos estudiosos europeos. Fijémonos en la Universidad de Cambridge, por ejemplo. En su web de investigación hallarán un interesantísimo artículo titulado “Wolf species have howling dialects”. En coherencia académica con el titular se exponen las conclusiones de un gran estudio científico sobre las maneras de aullar de los cánidos. Se analizan lobos, chacales y perros domésticos. Por primera vez, los investigadores usan algoritmos informáticos para analizar los aullidos y son capaces de distinguir hasta 21 tipos distintos. Al establecer la frecuencia de cada aullido, como si fuese un dial, ven que todas corresponden a una especie determinada. El lobo de Terranova (Canis lupus beothucus) aúlla a una frecuencia distinta del dingo (Canis lupus dingo) y el aullido del lobo mexicano (Canis lupus baileyi) también difiere del árabe (Canis lupus arabs). El director de la investigación en la Universidad de Cambridge, el doctor Arik Kershenbaum, describe estos repertorios aulladores tan diversos como “dialectos vocales de los lobos” y afirma que cada especie tiene un uso muy determinado del tipo de aullido. Esta aproximación de la manada de lobos al lenguaje humano ha tenido una gran repercusión. Los primeros días de abril muchos medios de todo el mundo se hicieron eco del estudio. Kershembaum, tal vez consciente de la fuerza estratégica de su analogía, no se priva de acercar hombres y lobos: “Comprender la comunicación de las especies sociales existentes es esencial a la hora de descubrir las trayectorias evolutivas que dieron lugar a una comunicación más compleja en el pasado, que al final desembocaría en nuestra capacidad lingüística”.
Curiosamente, este repentino interés por la diversidad aulladora de los lobos se ha extendido por casi todas partes, con una excepción muy significativa. Madrid es el reducto antidiversidad lingüística, la Galia que se resiste a caer en el imperio de la torre de Babel. Y aquí conviene entender Madrid en sentido amplio, porque las afinidades son complejas y diversas como el aullido de un lobo. Este repentino interés de unos y desinterés de otros sobre la población de los lobos cambiará radicalmente de signo mañana martes según cómo acabe en el Bernabeu el Real Madrid-Wolfsburgo.