“Las discusiones en una pizarra me estimulan”
El físico Antonio Acín, investigador Icrea en el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO), es especialista en información cuántica. Sus trabajos sobre cómo se puede codificar, procesar y transmitir información en partículas ha abierto la vía a transmisiones de datos más seguras.
De no haber sido investigador, ¿qué le hubiera gustado ser? Futbolista.
¿La cualidad que más aprecia en un científico? La creatividad y la capacidad visionaria. Admiro a los que saben anticipar los problemas y cuestiones relevantes antes que el resto.
¿La que más le disgusta? La arrogancia y la cerrazón.
¿El rasgo principal de su carácter?
Soy paciente y constructivo.
¿Qué piensa que es cierto aunque no pueda demostrarlo? Que existen problemas matemáticos que son difíciles de resolver para cualquier ordenador.
¿Una pregunta para la que no tenga respuesta? La maldad.
¿Qué necesita para concentrarse? Silencio.
¿Qué actividad física hace? Cuando puedo, fútbol y natación.
¿Su ocupación preferida cuando no le ocupa la ciencia? Me encanta viajar.
¿Qué querría hacer mejor? A veces me despisto bastante y no presto atención a detalles.
¿Cómo mantiene su cerebro en forma? Supongo que mi trabajo ya lo mantiene en forma. Me estimulan las discusiones en una pizarra con la gente de mi grupo sobre problemas de física teórica.
¿Su mayor error? Ser un poco demasiado optimista.
¿Un héroe de ficción? Siempre he sido un poco friki de Star wars: Luke Skywalker.
¿Un personaje histórico? Cristóbal Colón siempre me ha parecido un valiente y visionario.
¿Un libro? Mi libro preferido es El Quijote.
¿Un consejo a un joven científico? Busca siempre cuestiones interesantes, pero que te apasionen y diviertan.
¿Lo que más le fascina? El conocimiento humano en todas sus vertientes: arte, literatura, ciencia, tecnología...
¿Su fórmula, número o molécula preferida? La identidad de Euler, una fórmula en la que aparecen el número e, de la exponencial; pi; i, la unidad imaginaria; y los números 1 y 0.
¿Qué le ha maravillado? Tengo dos niños pequeños, de 9 y 7 años, me maravillan cada día.