Guerra en la Rambla
Estamos en la última edición del Mercadillo Rebelde de la Rambla. Más de un centenar de vendedores ambulantes sin permiso ofrecen sus mercancía a los turistas que vienen y van. Diversos miembros del colectivo de apoyo a los manteros Tras la manta se pasan el megáfono uno tras otro para decir que los acontecimientos vividos estos días ponen de manifiesto cómo los poderes fácticos de Barcelona, con la complicidad de los medios de comunicación, están criminalizando a los manteros, a quienes los ayudan y en general a todos los trabajadores precarios. Que el polémico vídeo que recoge la conversación entre un médico de Perecamps, otro miembro de la Tras la manta y el concejal de la CUP Josep Garganté únicamente demuestra que la Guardia Urbana no respetó los derechos del mantero herido. Que la Guardia Urbana campa a sus anchas por los centros de asistencia primaria de Barcelona. Que no dejarán que se repita el 4F. Que La Vanguardia da noticias falsas. Sí, por el monte corren las sardinas, tralará. Los de Tras la manta también aseguran que la venta ambulante sin permiso no hace tanto daño al pequeño comercio.
Un grupo de hare krishnas atraviesa el tramo central de la Rambla, cantando y bailando de un modo muy festivo, entre zapatillas deportivas, camisetas del Barça, palos para hacerse selfies. Uno de ellos luce una cazadora de camuflaje, con aires militares. El smartphone vibra en el bolsillo porque el PP acaba de enviar otra nota de prensa para recordar que la alcaldesa Ada Colau dejó pasar otro día sin pronunciarse sobre el Gargangate. Garganté dice que no tiene nada que decir, que esta tarde nada debe robarle el protagonismo a los manteros. No se llamen a engaño. En realidad esto es una guerra. Y los manteros son proyectiles.
Un mantero que dice que hace las funciones de portavoz explica que la lucha les da fuerzas, que no piensan marcharse de la Rambla, que no tienen a dónde marcharse. “Muchos teníamos papeles, trabajábamos, estudiábamos –detalla el guineano–... pero ya no. La manta es nuestra última opción. Nadie quiere dedicarse a esto. Nosotros estamos dispuestos a vender otros productos, a ofrecerlos en el lugar que nos digan, a pagar impuestos y hacer facturas. Pero fuimos traicionados por el Ayuntamiento. Todo es mentira. No tienen ningún plan alternativo para nosotros. No nos dejan otra salida y su policía nos presiona cada vez más”.