La Vanguardia

El caso Quintana, a juicio

Acusados un subinspect­or y un escopetero de los Mossos que presuntame­nte dejaron tuerta a una mujer de un disparo

- TONI MUÑOZ Barcelona

Ester Quintana ha pasado seis veces por el quirófano y lo más seguro es que tenga que volver. Lleva implantada una prótesis ocular y placas de titanio que le han ocupado el espacio donde antes tenía el ojo izquierdo. Pero no ve nada. El Departamen­t de Treball le dio la incapacida­d permanente con lo que no puede trabajar y todavía sigue asistiendo al psicólogo para superar el trauma que le ha provocado la perdida de la visión.

El 14 de noviembre del 2012, Ester Quintana volvía a casa después de participar en la manifestac­ión de la huelga general por el centro de Barcelona. En el paseo de Gràcia entre la calle Caspe y la Gran Via se giró para ver si su pareja le seguía. Y boom. Cayó al suelo y empezó a sangrar del ojo izquierdo. Hasta el pasado verano tuvo que lidiar con resignació­n con las declaracio­nes de los altos mandos de la Conselleri­a d’Interior que se resistían a admitir que su lesión fue provocada por una actuación de los Mossos d’Esquadra. Su caso supuso un auténtico terremoto en el seno de la policía autonómica que vio discutidos los protocolos, el armamento, los dispositiv­os y sobre todo su credibilid­ad a la hora de depurar responsabi­lidades y dar una versión cierta y profesiona­l de los sucedido.

El caso Quintana llega hoy a juicio. En el banquillo de los acusados se sientan dos Mossos, un subinspect­or que supuestame­nte dio la orden de disparar pelotas de goma en el cruce entre la Gran Via y el paseo de Gràcia y el escopetero que presuntame­nte efectuó el disparo. La Fiscalía les pide dos años de prisión por un delito de lesiones y Ester Quintana, como acusación particular, les reclama nueve años de cárcel.

En una investigac­ión judicial además de las pruebas, lo primordial es tener una versión alternativ­a. El conseller Felip Puig, en plena crisis Quintana, afirmó una y otra vez que los Mossos no habían disparado pelotas de goma en esa zona pero fue incapaz de explicar cómo quedó herida Ester Quintana. El entonces director de la policía, Manel Prat también se la jugó y llegó a afirmar que si aparecía la pelota de goma que golpeó a Ester Quintana dimitiría. A los pocos días de exculpar a los Mossos apareció un vídeo en el que se veía a un agente disparando en esa zona. El informe policial que había recibido Interior estaba mal hecho y no recogía que los antidistur­bios efectuaron disparos en ese cruce. Desde entonces, la cúpula de Interior no pudo explicar por qué Ester Quintana perdió un ojo ese día. El caso provocó tal desgaste que Felip Puig no repitió como conseller de Interior y Manel Prat es ahora el jefe de comunicaci­ón de los supermerca­dos Bon Preu. Su sustituto Ramon Espadaler se mostró más sensible y pidió perdón, en genérico, a todas las víctimas de actuacione­s policiales en alusión a Quintana pero sin mencionarl­a para no señalar directamen­te a los Mossos. En verano, sin embargo, algo empezó a cambiar. El subinspect­or acusado admitió que Ester Quintana quedó herida por el impacto de un proyectil viscoelást­ico disparado por los Mossos. Era una cambio de estrategia. Mantiene que un agente disparó pero no fueron él ni su compañero el escopetero los autores del disparo fatídico. Ni tampoco fueron pelotas de goma.

Sin embargo, ante esa nueva situación en la que los Mossos admiten ser los causantes de las lesiones de Quintana, el conseller de Interior, Jordi Jané, la telefoneó para disculpars­e y decidió indemnizar­la por los daños ocasionado­s. Recibió 260.391 euros, se cerró la vía civil y se permitió a la afectada seguir con el proceso penal para encontrar al culpable. En esa nueva línea, el Govern también indemnizó a Nicola Tanno, otro joven que perdió un ojo en el 2010 tras el impacto de una pelota de goma disparada por los Mossos en la plaza Espanya .

El caso de Ester Quintana es el último de la historia de Catalunya en el que se juzga un actuación con pelotas de goma. Desde abril del 2014 no figuran en el armamento policial.

El asunto se llevó por delante a los dirigentes que negaron que ese día los agentes antidistur­bios usaran pelotas de goma

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ROSER VILALLONGA / ARCHIVO Ester Quintana saliendo de una comparecen­cia en el Parlament

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