Recuperar el manual
Cuando un equipo funciona en el entorno de la excelencia suele ser debido a que se realizan muchísimas cosas bien. Hay equipos en los que se obtiene ese óptimo rendimiento sin que se haya intervenido en la construcción de todos los detalles necesarios y cuando bajan las prestaciones no se sabe por qué es, debido a que se desconocen muchos de esos detalles que un día florecieron por generación espontánea. El Barcelona de hace unas semanas que acumuló victorias gozaba de múltiples aspectos positivos y ahora algunos de ellos están ausentes.
Aun no conociendo los valores que maneja el cuerpo técnico creo que la problemática no reside en un estado físico deficiente. Pero sí que hay indicios de cierto agotamiento mental para la competición y por lo tanto una disminución de la capacidad de concentración. Un detalle de esta falta de concentración es el flojísimo inicio en Anoeta. Un inicio en el que estoy convencido –ya que la anterior temporada la derrota se fraguó en el minuto 2 de partido– de que debió incidir Luis Enrique en la charla del encuentro. La resultante fueron pérdidas absurdas en el centro del campo con pases al primer toque en zonas prohibidas o un golpeo lamentable de Piqué sin una presión excesiva con el exterior de su pierna que se elevó más de la cuenta, fue a terreno de nadie y salió fuera de banda. Y curiosamente, conociendo el Barcelona que a la Real sólo le quedarían fuerzas hasta los 15 o 20 minutos de la segunda mitad y que era ahí donde se debería estar concentrado. Los vascos, en una jugada confusa donde ganaron varios balones divididos ante la mirada de los azulgrana, acabaron gozando de una jugada de gol debido a un golpeo de espuela de Neymar, ahí donde nunca se deben hacer, que cayó en las botas de un rival a cinco metros del área y encarado a Bravo.
Otra cuestión que trabajar es el retornar al abecé del estilo. Muchos técnicos indican que es muy complejo que un equipo sepa jugar a varias cosas. Es decir, saber jugar con la posesión y luego hacerlo cuando conviene con verticalidad. Eso es porque llega un momento en que se acaba generando una confusión y no se hace ni una cosa ni otra. Ahora el Barça está en esa fase y como las estrellas no están todo lo enchufadas que debieran y no lo resuelven por sí solas, todo queda en evidencia. La posesión azulgrana esta actualmente algo desviada de su verdadero objetivo. La auténtica posesión azulgrana debería tener como objetivo conseguir el desgaste del rival, el desorden del mismo, generar pérdida de concentración ante la continuidad de la jugada y provocar el espacio por donde atacar. En el partido del sábado en muy pocas ocasiones sucedió esto y la posesión azulgrana fue un mecanismo utilizado para conseguir una jugada tan pronto como fuera posible. Y por esta razón no existieron los espacios, los entornos para hacer los uno contra uno, no se ganaron las bandas y todo fue tan previsible. La solución está en el manual.
Hay indicios de un cierto agotamiento mental y así disminuye la capacidad de concentración