La Vanguardia

La elección infinita

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Noche del lunes en casa. El Telenotíci­es en la tele, el diario de hoy, los suplemento­s del de ayer y demasiados libros en la tableta –la digital y la de la salita–, y Whatsapp, Twitter y Facebook en el móvil. Acaba el Telediario y hay que decidir cómo continúa la noche en casa. Crackòvia y Twitter, diario y suplemento­s de ayer, libro y lista de Spotify, series en Netflix, clásicos en Movistar+ o la lista de los “ver después” de YouTube. Me salto el Crackòvia, que el Barça ha perdido y tiro hacia Netflix.

Reviso la lista de títulos que tengo para ver a mis preferidos –documental­es, clásicos, series–, obras maestras. Continúo por la lista de novedades del mes, la de las más vistas ahora mismo –las trending– y cualquiera que haya protagoniz­ado Silvester Stallone. Encuentro auténticos tesoros que pongo compulsiva­mente en mi lista de preferidos para mirar cuando tenga tiempo. Paso por la lista de películas y series que tengo a medio ver y me doy cuenta de que está Django. Da igual, no sé cuántas veces la he visto ya. Mientras sigo buscando me fijo en el año, actores, director, valoración, sinopsis y género de cada título con el fin de asegurarme que la elección final sea la mejor. Sin embargo, siempre que selecciono una película siempre tengo la impresión de que la de al lado era mejor, suerte que si al cabo de diez minutos no me convence puedo cambiar en un momento. Paso por la lista de selecciona­das para mí –eso lo hace un algoritmo que me conoce lo bastante bien– y como el otro día miramos Kung Fu Panda 2 con mi hijo, Netflix me sugiere películas de animación, de artes marciales y documental­es de animalitos del National Geographic y la BBC. Como ya se me ha hecho tarde guardo Life de la BBC y una de Bruce Lee en mi lista de preferidos para mirar otro día. Siempre he creído que Netflix tendría que sacar una tarifa plana reducida sólo para navegar por el catálogo.

Me voy a la cama con un buen libro –de papel, bastantes pantallas a esta hora– y con el móvil que enchufo en la minicadena de la habitación. Una buena lectura y música es uno de los pequeños grandes placeres del día. Abro Spotify y como tengo ganas de leer voy directo a las listas preselecci­onadas que me ofrece. Busco música tranquila, pero ahora dudo si la perfecta para leer la encontraré en la lista Café Libros, Calm Down, Paceful Piano, Reading Concentrat­ion o Coffetable Jazz.

Remuevo un poco y voy saltando de lista en lista hasta que al final, como por casualidad, encuentro una que se llama White Noise donde el primer tema es una hora de ruido blanco, el ruido que hacían las television­es de antes cuando estaban desintoniz­adas con aquellos puntos blancos y negros en la pantalla y que los médicos dicen que es ideal para dormir porque tapa el resto de ruidos.

A mayor cantidad de opciones, más esfuerzo a la hora de escoger

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