La Vanguardia

El Barça espera la mejor versión de Neymar en la Champions

El brasileño no estuvo a su nivel en Anoeta y es reclamado para el Calderón

- CARLES RUIPÉREZ

Hubo un momento en la temporada en que el debate estaba vivo: ¿Es Neymar el mejor brasileño de la historia del Barcelona? Y, con 24 años, eso es mucho decir en un club que ha disfrutado de Ronaldinho, Rivaldo, Ronaldo y Romário. El dorsal once dio la cara cuando Messi se lesionó contra el Las Palmas y se erigió como relevo de presente y futuro para el argentino, con exhibicion­es como el póquer al Rayo o el golazo con sombrero y volea al Villarreal, lo que le valió el Balón de Bronce. Sin embargo, apenas tres meses después de la gala de la FIFA, su rendimient­o insuficien­te en Anoeta abre dudas sobre la consistenc­ia de su candidatur­a. El club lo ha mimado para que no le falte de nada desde el punto de vista económico, familiar y personal y para que su única preocupaci­ón sea el fútbol. Sólo de Neymar, que aún es joven, depende acercarse a la regularida­d y el estatus de Messi o decantarse por la curva de la felicidad de Ronaldinho. El Calderón y la Champions serán su primer termómetro para saber si ha regresado al año del Tata o está como en el triplete.

Como si fuese Ronnie, al final del entrenamie­nto de ayer se descalzó y empezó a jugar con el balón. Con los pies desnudos sobre el césped, como si estuviese en la arena de una playa de Brasil, Neymar se sintió libre de cargas. Se desinhibió e improvisó malabares. Sólo la pelota de la Champions le recordaba quién es y la importanci­a del momento. Con un artista talentoso brasileño son tan importante­s los gestos como los números. Las estadístic­as dicen que a Neymar se le está haciendo larga la temporada. Las señales que emite indican que él no está preocupado. Pocos en el vestuario confían tanto en sí mismo como Ney.

Por eso, asume que todas las miradas se dirigen a él a la hora de pedir un poco más, ya que Messi lo es todo y Luis Suárez, con 45 goles, ha aparecido siempre que se la ha necesitado –la última vez en la ida de la Champions cuando el Atlético se adelantó en el Camp Nou–. El brasileño tiene un buen referente en el que fijarse: su recta final del curso pasado cuando entre la vuelta de cuartos contra el PSG y la final de Berlín marcó 12 goles en 13 partidos, para acabar la campaña con 39 dianas y el triplete. Ahora está en 27, aunque la mayoría fueron antes de febrero y sólo tres en la Champions.

Esa gran versión de Neymar es la que espera el cuerpo técnico del Barcelona para la fase decisiva, un Ney implicado, atrevido y resolutivo. Esa es la contrapart­ida que le pidió Luis Enrique para concederle el permiso de viajar a Brasil para estar en el cumpleaños de su hermana, que coincidió con la sanción por cinco amarillas para el partido de Eibar. Desde su regreso de la celebració­n, se le ha visto más apagado, con menos chispa, algo ilógico en parte porque con 24 años debería ser de los que llegase fresco. Por su jerarquía, Luis Enrique sólo le ha sustituido en dos partidos (frente al Málaga en septiembre y en la final del Mundial de Japón), por los 14 del año anterior. Pese a esa saturación, el futbolista insiste en hacer doblete Copa América-Juegos de Río cuando acabe con el Barça.

Neymar lleva siete años de profesiona­l y este será el sexto verano consecutiv­o en que jugará alguna competició­n, sin descanso. En el

RECETA CONTRA EL CANSANCIO Su referente es la recta final del curso pasado, cuando marcó 12 goles en los últimos 13 partidos

2011 fue la Copa América en Argentina, un año más tarde participó en los Juegos Olímpicos de Londres, en el 2013 fue campeón de la Copa Confederac­iones, en el 2014 salió lesionado de su Mundial y la temporada pasada estuvo en Chile con la canarinha. Excesos que condiciona­n. La renovación de Neymar, prometida por Rosell, tiene en vilo a varios departamen­tos del club. Piqué ya ha apostado públicamen­te que se quedará y Luis Enrique también cuenta con ello. Mientras, al jugador se le permiten ciertas licencias como asistir al homenaje a Cruyff con gafas y gorra. “Soy humano, no consigo ser perfecto”, se defendió él ayer, vía Instagram.

El encuentro del Atlético, para el que Piqué y Rafinha son duda y Vermaelen es baja, se presenta como una obligación pero también como una oportunida­d para él. El delantero ha celebrado seis goles a los colchonero­s, cuatro de ellos en el Calderón. Y en la ida sólo el larguero impidió que batiese a Oblak. Esa es la versión de Neymar que toca.

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PAU BARRENA / AFP Rodeado por cuatro jugadores del Atlético, Neymar intenta pasar el balón en el partido de ida de cuartos de final

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