La ONU abre unas ‘primarias’ para elegir a su nuevo secretario general
Ocho aspirantes, la mitad mujeres, comparecen a partir de hoy ante la Asamblea
La denominación oficial es la de “diálogos informales”. No se olvide que la terminología tiene un papel esencial en la diplomacia.
Por primera vez en los setenta años de historia de la la Organización de Naciones Unidas (ONU), los aspirantes a ocupar el cargo de secretario general, que Ban Ki Mun dejará vacante al final del 2016 tras completar dos mandatos de cinco años, deben comparecer a partir de hoy ante la Asamblea General para argumentar sus visiones y proyectos.
Previamente, los ocho aspirantes registrados han remitido sus credenciales y una carta de los gobiernos de sus países como aval. No se descarta que haya una segunda tanda de nombres.
En su comparecencia, de dos horas cada uno –hasta el jueves–, deberán responder a las preguntas de los representantes de las 193 naciones. Pero también de la denominada sociedad civil. El proceso se podrá seguir en abierto a través de internet.
Este esfuerzo pionero de transparencia choca, como siempre sucede en la ONU, con un baño de realidad geoestratégica. Se podría equiparar, en pleno proceso electoral estadounidense, a la figura de las primarias.
Sin embargo, este mecanismo no es vinculante en el caso de la organización multilateral. Por tanto, el heredero de Ban saldrá del cónclave del P5: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Que son los que disfrutan del derecho de veto en el Consejo de Seguridad, verdadero gobierno de Naciones Unidas.
Según una fuente interior, el nombre definitivo lo impone EE.UU., y lo eleva a la Asamblea General, después de que Rusia logra unas prebendas y China acepta, mientras Reino Unido y Francia hacen de meras comparsas.
Pese a la buena voluntad, no existe garantía alguna de que los del P5 no hagan lo que crean más conveniente a sus intereses. Ni siquiera aceptan, de entrada, enviar más de un nombre al debate.
Pero, gracias a esta nueva iniciativa, se supone que tampoco dispondrán del margen de acción del que se han beneficiado. Hay menos terreno para la arbitrariedad, sostienen los expertos.
De los ochos candidatos, la mitad son mujeres. Ahí compiten la neozelandesa Helen Clark, la búlgara Irina Bokova, la croata Vesna Pusic y la moldava Natalia Gherman. Este es uno de los grandes retos de la ONU.
Que por fin se rompa el monopolio masculino –representado por el portugués António Guterres, el macedonio Srgjan Kerim, el montenegrino Igor Luksic y el esloveno Danilo Turk– en el mando de esta organización. “No veo por qué el mejor candidato no ha de ser una mujer”, subrayó la semana pasada en una carta Mogens Lykketoft, presidente de la Asamblea General y principal impulsor de este movimiento en busca del aperturismo.
Entre los ocho aspirantes, dos son ex primeros ministros –la citada Helen Clark y António Guterres– y uno expresidente, Danilo Turk. Dos se encuentran en estos momentos al frente de agencias de la ONU –Clark en el programa del desarrollo y Bokova en la Unesco–, en tanto que el portugués Guterres ejerció de alto comisionado para los refugiados.
Ante la estrategia diplomática, el debate se centra en si el máximo responsable de las Naciones Unidas ha de ser un secretario o un general. “Es una división simplista –replicó Lykketoft–, pues el secretario general debe ser ambos,
El proceso de elección es más abierto, pero no vinculante, y la última palabra la tienen los cinco grandes
y más aún. Ha de ser una persona con gran valentía moral e integridad, debe ser la voz de las personas más vulnerables”.
En su carta, el presidente de la Asamblea General recordó que en muchas ocasiones se dice que “este es el empleo más difícil que hay en el mundo”. Los números le dan la razón: más de 800 millones de pobres y 60 millones de desplazados. Y los hechos: la guerra en Siria o una crisis de confianza en la institución por los abusos sexuales de sus cascos azules a los que sus países protegen.